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Lo que el reino es para los creyentespor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-7228-2
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Actualmente disponible en: Capítulo 2 de 17 Sección 4 de 4

DEBEMOS BUSCAR PRIMERAMENTE SU REINO
Y SU JUSTICIA

Algunos hermanos y hermanas le piden al Señor que los ayude no sólo en las cosas espirituales, sino también en las cosas materiales de su vida diaria. Siempre oran de esta manera: “Señor, bendícenos. La casa en la que vivimos no es muy buena; por favor, bendícenos con una casa mejor”. También piden la bendición del Señor en las cosas materiales relacionadas con la comida, la bebida y el vestido. Sin embargo, el Señor nos dijo: “No os inquietéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber” (Mt. 6:25). En vez de ello, debemos buscar “primeramente Su reino y Su justicia”, y todas las cosas que necesitamos nos serán añadidas (v. 33). Muchas veces Dios es misericordioso con nosotros, pero a menudo nos concede Su misericordia, aunque sin mucho gozo. Cuando un hijo desobediente les pide a sus padres que le den algo de comer, aunque sus padres se lo den, lo hacen sin gozo. Esto se debe a que si no se lo dan, el niño va a estar con hambre; sin embargo, también saben que es un hijo desobediente. Así es el corazón de todo padre. Cuando un hijo no escucha a sus padres ni se comporta como ellos quieren, los padres no están contentos, aunque le den lo que él desea.

Muchos hermanos y hermanas han orado a Dios, y pareciera que Dios contesta sus oraciones. Sin embargo, no se las contesta con alegría. Dios sabe que somos Sus hijos, y que si no nos cuidara, no podríamos vivir en la tierra. Si Él no nos cuidara, no podríamos superar todas nuestras dificultades. Él nos cuida, pero no está contento, porque hemos tenido en poco Su autoridad, porque no nos importa Su reino y porque no le permitimos ser el Señor. Lo único que nos importa es nosotros mismos. Por ese motivo, Él no se complace en contestar nuestras oraciones. En Mateo 6:31-33 el Señor Jesús les dijo a Sus discípulos que ellos no debían buscar las cosas materiales porque todas ellas son lo que los gentiles buscan con afán. Les dijo que, en lugar de ello, debían buscar primeramente Su reino y Su justicia, y permitir que Él reinara en ellos y estableciera Su dominio en ellos. De este modo, todas sus necesidades básicas diarias les serían añadidas. Él se ocuparía de ellas, y ellos disfrutarían de Sus riquezas y experimentarían Su poder.

LA VIDA TIENE POR FINALIDAD
QUE EL REINO REINE EN NOSOTROS

La manifestación del poder de Dios y la expresión de las riquezas del Señor por medio de nosotros se basan en que Él pueda establecer Su trono y Su reino en nosotros. Cuando tenemos Su reino y Su trono en nosotros, Sus riquezas fluirán de nuestro interior. Cuando Su trono sea establecido en nuestro ser, Su vida fluirá en nosotros y llegará a ser nuestro suministro interior. Hoy en día muchos hermanos y hermanas no pueden vencer los pecados. Oran vez tras vez, pero a pesar de ello fracasan. Se consideran muertos al pecado, pero cuanto más lo hacen, más vivos están y menos pueden morir. ¿Cuál es la razón de ello? La razón es que no han permitido que el Señor establezca Su trono en ellos. Debemos ver que la vida fluye del trono y que la vida nos es suministrada para que cumplamos los requisitos del reino. La vida no nos es dada simplemente para que venzamos los pequeños problemas relacionados con los pecados, sino para que el reino reine en nosotros.

Una hermana una vez me dijo: “Creo que lo más difícil para mí es relacionarme con las criadas que contrato; no me es nada fácil tratarlas apropiadamente”. Cuando las hermanas sienten que su actitud para con sus empleadas no es buena, y no sienten paz interiormente, ellas deben confesar su falta al Señor de todo corazón. Sin embargo, al cabo del tiempo sentirán que todavía no pueden ser bondadosas con sus criadas. Ellas saben que eso no está bien, pero no importa cuánto oren, sus oraciones son inútiles. Por esta razón, se sienten muy turbadas. Debemos preguntarle a esa hermana: “En su vida diaria, ¿quién toma todas las decisiones, usted o el Señor? ¿Ha establecido el Señor Su trono en usted? ¿De cuál domino es usted? Si usted es su propio dominio, si es usted quien toma la decisión final y si el Señor no está en el trono, entonces no debe esperar que pueda tratar bien a sus criadas, pues la vida del Señor no la ayudará; Su vida no le es dada para suplir una necesidad que usted tenga; en vez de ello, la vida del Señor le es dada para cumplir los requisitos del reino”. Por consiguiente, la hermana no debe estar preocupada respecto a cómo ella trata a sus criadas. En vez de ello, cuando llegue a casa, debe postrarse delante del Señor, entregarse a Él, reconocer Su autoridad, recibir Su trono, permitir que Él reine en ella y obtenga Su domino en ella, cederle completamente su ser interior, y decirle: “Señor, de hoy en adelante soy Tu reino, Tu domino. Tu trono está en mí. Te pido que reines en mí”. Entonces todo se resolverá. Ella experimentará que la vida fluirá y la abastecerá interiormente, y espontáneamente será bondadosa con sus criadas. Esto es asombroso.

Todos los enemigos serán derrotados de este modo. Cuando Cristo esté en el trono, todos los enemigos caerán. Sin embargo, cuando nosotros estemos en el trono, todos los enemigos se levantarán. Ésta fue la historia de los hijos de Israel. En el Antiguo Testamento, cuando los hijos de Israel permitían que Dios fuese su Rey, todos los enemigos que estaban a su alrededor caían y eran subyugados. Sin embargo, cada vez que los hijos de Israel abandonaban a Dios, rechazaban la autoridad de Dios y actuaban según su propia voluntad, sus enemigos se levantaban. Como resultado, la ciudad santa fue hollada, el templo santo fue destruido, el Arca fue capturada y el pueblo de Dios fue llevado cautivo. El mismo principio se aplica hoy. Nunca debemos esperar que Dios venga a ayudarnos; Él nunca nos ofrece esa clase de ayuda. Al contrario, Él desea gobernar y reinar en nosotros, obtener Su dominio y establecer Su reino en nosotros. No necesitamos orar, hacer súplicas ni acudir a Él. Mientras le cedamos el trono y el dominio en nuestro ser, mientras le recibamos como el Señor de todo y el Rey de reyes, mientras le tomemos como nuestro Rey y nuestra Cabeza, y mientras nos sometamos a Su autoridad, todos los enemigos caerán y todos nuestros problemas serán resueltos.

En ese momento veremos que la vida de Dios está en nosotros, que el trono está establecido en nuestro ser y que la vida fluye de nuestro interior y llega a ser un suministro de poder para nosotros. Entonces nos resultará fácil y dulce amar, no sólo a nuestra criada, sino incluso a nuestro enemigo. Podremos seguir el camino que los hombres no pueden seguir, llevar una vida que los hombres no pueden vivir y hacer las cosas que los hombres no pueden hacer, puesto que lo que es imposible para los hombres, es posible para Dios. Dios en nosotros llegará a ser Aquel que hace las cosas posibles; Él llegará a ser nuestra vida y nuestro suministro.

Por consiguiente, debemos ver que el propósito de la salvación de Dios, el propósito de Su evangelio, es que Él obtenga un dominio, nos haga Su reino, que Su Hijo sea entronizado en nosotros y que Él sea la Cabeza y el Rey de reyes en nosotros. La solución a todos nuestros problemas depende de que nos entreguemos a Él para que Su reino llegue a ser una realidad en nosotros. El reinado de Cristo es nuestro ejercicio, y el trono de Cristo es nuestro vivir. Si ésta es nuestra experiencia, inmediatamente veremos que el suministro de vida cumple los requisitos del reino y nos capacita para hacer lo que los hombres no pueden hacer. Esto es lo que significa Mateo 19:26, que dice: “Para los hombres esto es imposible; mas para Dios todo es posible”.


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