Vivir en y con la Trinidad Divinapor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-6188-0
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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La economía de la Trinidad Divina, la cual es Su plan, Su arreglo o impartición, la hizo Dios [el Padre y el Espíritu] según el propósito de Dios de los siglos [eterno] en Cristo Jesús nuestro Señor [el Hijo] (Ef. 3:11). La economía de Dios consiste en hacer de nosotros una herencia, predestinados según el consejo de Su voluntad (1:11). Nosotros somos vasos de Dios, botellas de Dios, así que somos Su herencia, Su posesión. Él nos ha poseído como Su herencia con el propósito de que lo contengamos. Él desea impartirse en nosotros todo el tiempo. Esta impartición no ocurre una sola vez por todas; sino que está impartiéndose continuamente todo el tiempo y seguirá impartiéndose por la eternidad. Dios nos ha hecho Su herencia para disfrutarnos. Nosotros somos la herencia de Dios por ser Sus vasos. Sus recipientes son Su herencia. Él necesita más vasos en los cuales pueda impartirse a Sí mismo con todas Sus riquezas.
Dios nos dio a conocer el misterio de Su voluntad según Su beneplácito, el cual se había propuesto en Sí mismo (Ef. 1:9b). La economía de Dios fue un misterio escondido desde los siglos en Dios, que creó todas las cosas (3:9c; 5a), pero ahora es revelado a Sus santos apóstoles y profetas en el espíritu [mezclado con el Espíritu] y sacado a luz para todos los hombres (3:5b; 9a). Tal espíritu mezclado es el medio por el cual la revelación del Nuevo Testamento, en cuanto a la economía de Dios, es revelada a los apóstoles y profetas. Es necesario estar en éste espíritu para ver tal revelación.
El apóstol Pablo tuvo una visión clara en cuanto a la economía de Dios, pero temo que Su economía todavía sea un misterio escondido para muchos cristianos. Pablo dijo en Efesios que él había sido comisionado para revelar, para dar a conocer, para alumbrar el misterio de la economía de Dios. Revelar es dar a conocer, y dar a conocer es alumbrar. Hay muchos cristianos que nunca han sido alumbrados en cuanto a la economía de Dios. Tal misterio no se les ha dado a conocer. Debemos orar para que la economía de Dios ya no sea un misterio para nosotros y que podamos ser alumbrados con la verdad y la visión de Su economía.
Necesitamos tener la revelación del misterio de Cristo (Ef. 3:4), el cual es la iglesia producida por las inescrutables riquezas de Cristo. Pablo predicaba las inescrutables riquezas de Cristo como evangelio a todas las naciones [gentiles], haciendo de las naciones coherederos, miembros del mismo Cuerpo, y copartícipes de la promesa (v. 6b). Por medio de la iglesia la multiforme sabiduría de Dios es dada a conocer, especialmente a los principados y potestades del reino tenebroso de Satanás en los lugares celestiales (v. 10). La economía que Dios se propuso en Sí mismo es hacer que en la plenitud de los tiempos, en Cristo sean reunidas bajo una cabeza todas las cosas (1:10). Cuando venga la Nueva Jerusalén en los cielos nuevos y la tierra nueva, todas las cosas serán reunidas bajo una cabeza por medio de la iglesia.
La economía de la Trinidad Divina llegó a ser la mayordomía que tenían los apóstoles de la gracia de Dios. Efesios 3:2 dice: “Si es que habéis oído de la mayordomía de la gracia de Dios que me fue dada para con vosotros”. La palabra mayordomía en este versículo, y economía en 1:10 es oikonomía. Oikonomía fue primero la impartición de Dios, el plan de Dios, la economía de Dios. Luego, esta economía de Dios llegó a ser la mayordomía que Dios le dio al apóstol Pablo. La economía y la mayordomía son una sola cosa, lo cual indica que lo que los apóstoles estaban haciendo era lo que Dios estaba haciendo en Su economía. Lo que nosotros hacemos debe ser exactamente lo que Dios está haciendo hoy. Nosotros debemos ser los que llevan a cabo la economía de Dios. Llevar a cabo la economía de Dios es la mayordomía de la gracia de Dios. Tal mayordomía tiene como fin la impartición de Dios mismo como gracia a todos Sus escogidos. De esta mayordomía procede el ministerio de los apóstoles, y este ministerio corresponde con la economía de Dios. El ministerio que tenemos debe corresponder con la impartición de Dios en Sus escogidos para producir el Cuerpo de Cristo. Éste es el ministerio de Dios dado a nosotros como nuestra mayordomía. El ministerio que se revela en el Nuevo Testamento es único. Dios no tiene dos economías o dos mayordomías; Dios sólo tiene una economía divina y una mayordomía divina. De esta mayordomía sale el único, un solo ministerio de los apóstoles, el cual imparte a Cristo como gracia de Dios en Sus escogidos para la edificación de la iglesia como el Cuerpo de Cristo, a fin de ser el organismo del Dios Triuno procesado para Su completa y eterna expresión.
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