Lo que el reino es para los creyentespor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-7228-2
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
ISBN: 978-0-7363-7228-2
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
Font Size
De la misma manera, toda persona que ha sido salva tiene una medida del reino en su interior. Algunos tienen una medida mayor y otros una medida menor; pero toda persona salva tiene el reino en su interior. Si una persona no tiene el gobierno del reino en su interior, su salvación es dudosa. La salvación que el Señor nos otorga no sólo nos trae la vida del Señor, sino que también introduce en nosotros el gobierno celestial. Sabemos que toda persona que ha sido salva tiene al Espíritu Santo en su interior. Este Espíritu Santo no sólo es vida y poder, sino que está conectado al trono celestial.
El Espíritu Santo en Apocalipsis 4 y 5 es los siete Espíritus que están delante del trono de Dios (4:5; 5:6), lo cual nos muestra que el Espíritu Santo está conectado al trono. El Espíritu Santo no sólo nos trae la vida de Dios, sino también el trono de Dios. Por un lado, Él es el Espíritu de poder; y por otro, es el Espíritu que reina, quien introduce el trono de Dios en nuestro espíritu. Él es el Espíritu que hace que el trono de Dios gobierne interiormente en nuestro espíritu. A menos que aún no seamos salvos, el Espíritu Santo está en nosotros; más aún, el Espíritu Santo que está en nosotros no sólo es el Espíritu de vida y el Espíritu de poder, sino también el Espíritu que reina.
Hay muchos que dicen que el Espíritu Santo ha derramado el amor de Dios en nosotros; pero no se dan cuenta de que el Espíritu Santo no sólo derrama el amor de Dios en nosotros, sino que también introduce en nosotros el trono de Dios y Su autoridad y establece Su trono en nosotros. Algunos quizás pregunten qué es el trono de Dios. El trono de Dios es la fuente de la autoridad de Dios. En el universo toda la autoridad de Dios converge en el trono de Dios; el trono de Dios es la autoridad de Dios. Con respecto a que Dios venga a juzgar el mundo, la primera visión que Juan vio en Apocalipsis fue la visión del trono (4:2). Hay un trono en el cielo, y Aquel que está sentado en el trono es Dios. Él es quien rige el universo; Él tiene toda autoridad. Él es el Dios que gobierna, el Señor de señores, el Rey de reyes. Él es Soberano, el gran Rey, que está sentado en el trono, y toda autoridad está en Su mano.
Las personas caídas no se someten a la autoridad del trono de Dios; más bien, se rebelan contra esta autoridad. En 1936 cuando vivía en Tianjin en el norte de China, un día leí algo que había dicho Mussolini, quien entonces era el primer ministro de Italia. Él se jactaba diciendo que si el Padre eterno le hablara, él le daría un puñetazo. En la época en que leí esto, Mussolini se consideraba sin rival en el mundo y, por tanto, había iniciado una guerra para anexar a Etiopía en África Oriental. Él se jactaba diciendo que el mar Mediterráneo vendría a ser un lago de Italia. En ese entonces muchos lo consideraban un gran héroe de Europa; los historiadores hoy reconocen esto. Sin embargo, cuando leí de su jactancia, les dije a los hermanos colaboradores: “Estas palabras de Mussolini son terribles; es demasiado atrevido”.
Hay un trono en el cielo, pero Mussolini no se sometió a la autoridad del trono celestial; ni siquiera reconocía esta autoridad. En su jactancia básicamente estaba diciendo: “No me importa el Dios que está en el cielo ni el Padre eterno. Si él me hablara e interfiriera en mis asuntos, le daría un puñetazo”. Él no se sometía en absoluto a la autoridad de Dios; ni siquiera reconocía esta autoridad. Sin embargo, no pudo resistir la autoridad de Dios por mucho tiempo. El hecho es que ya sea que nos sometamos o no a la autoridad del trono, ésta no puede ser conmovida. La historia nos dice que Mussolini tuvo un final vergonzoso y lastimoso. Mussolini está muerto, pero la autoridad del trono de Dios permanece.
Hitler, un contemporáneo de Mussolini, fue alguien que también se rebeló contra Dios. Cuando Hitler se hallaba en la cúspide, un hermano que amaba al Señor regresó de Alemania a Peiping. Un día este hermano me dijo: “Era algo terrible. En Alemania nadie se atrevía a hablar del Señor Jesús abiertamente. Cuando algunos querían hablar del Señor Jesús, tenían que cerrar todas sus puertas y ventanas. La gente afuera gritaba el nombre de Hitler, como si él fuera Dios y Cristo”. ¿Se sometía Hitler a la autoridad de Dios? De ninguna manera. Sin embargo, ¿pudo él resistir la autoridad de Dios por mucho tiempo? La historia nos dice que al igual que Mussolini, Hitler tuvo al final una muerte trágica. Hitler murió, pero la autoridad del trono de Dios permanece.
Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.