Cristo que mora en nosotros seqún se ve en el canon el Nuevo Testamento, Elpor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-4916-1
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Luego Romanos 5:17 dice: “Pues si, por el delito de uno solo, reinó la muerte por aquel uno, mucho más reinarán en vida por uno solo, Jesucristo, los que reciben la abundancia de la gracia y del don de la justicia”. No sólo somos salvos en Su vida, sino que además reinamos como reyes en vida. Un rey es alguien que está por encima de todo. Todo está sujeto a él. ¡Alabado sea el Señor porque podemos reinar en vida! Todas las cosas serán subyugadas y puestas bajo nuestros pies. Nosotros reinamos en el Jesús que vive en nosotros como vida. Este Jesús que vive en nosotros es incluso el reino. Él es el reino, y en Él, nosotros podemos ser un rey que subyuga y conquista todas las cosas. ¡Aleluya!
Algunas veces un hermano puede decir: “Por la misericordia de Dios a duras penas pude ser salvo de enojarme”. Aunque eso es bueno, es muy deficiente. Lo que necesitamos es ser reyes sobre nuestro mal genio, no ser salvos a duras penas de nuestro mal genio. Entonces podremos decirle a nuestro mal genio: “Quédate quieto. Soy rey sobre ti”. A todos les gusta ser un rey, pero nadie puede ser rey sobre su enojo. Por lo general, nuestro enojo reina sobre nosotros. Pero mediante el Cristo que vive en nosotros como nuestra vida, tenemos la posición para reinar en vida sobre nuestro mal genio. Así pues, no sólo somos salvos, sino que además reinamos en vida.
De Romanos 5 debemos proseguir a Romanos 6. Allí vemos cómo podemos ser salvos en vida y cómo podemos reinar en vida. La razón es que todos fuimos bautizados en Cristo. “¿O ignoráis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en Su muerte? Hemos sido, pues, sepultados juntamente con Él en Su muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en novedad de vida. Porque si siendo injertados en Él hemos crecido juntamente con Él en la semejanza de Su muerte, ciertamente también lo seremos en la semejanza de Su resurrección; sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con Él” (vs. 3-6).
Éste es uno de esos sitios donde aprecio la versión del inglés King James. Ésta dice que todos fuimos bautizados en Cristo. No dice para sino en. Todos fuimos bautizados en Cristo, y eso significa ser bautizados en Su muerte. Así que, por medio de la sepultura fuimos puestos en la muerte. En otras palabras, ser bautizados en Cristo es una especie de aniquilación. ¡Aleluya! Todos fuimos sepultados en Cristo. Todos fuimos aniquilados en Cristo. Esto le da a Cristo la oportunidad para vivir en nosotros. Nuestra aniquilación es Su germinación. Nosotros somos aniquilados en Él, y Él germina en nosotros. Ahora Él vive en nosotros, y nosotros andamos en novedad de vida. Nosotros primero fuimos sepultados en Él y después fuimos resucitados juntamente con Él para andar en novedad de vida mientras Él vive en nosotros. En esto consiste el hecho de que Cristo mora en nosotros.
Ahora llegamos a Romanos 8. Este capítulo comienza con una declaración en el primer versículo. “Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús”. Me gusta mucho la expresión “en Cristo”. Todos fuimos introducidos en Cristo, y ahora estamos en Cristo. Estando en Cristo no hay ninguna condenación porque en Él no hay nada negativo, oscuro ni pecaminoso. Si estamos fuera de Cristo, estaremos llenos de condenación. Pero en Cristo todo está en la luz. Por lo tanto, no hay condenación. No debemos poner la mirada en nosotros mismos ni pensar en nuestra situación. Si nos examinamos a nosotros mismos, estaremos en un verdadero problema. Por lo tanto, debemos comprender que estamos en Cristo. Así como Pablo lo declaró, nosotros también debemos declararlo. Todos debemos decir: “¡Aleluya, estoy en Cristo, y aquí no hay ninguna condenación!”.
No hay ninguna condenación en Cristo porque en Cristo se encuentra una ley. “Porque la ley del Espíritu de vida me ha librado en Cristo Jesús de la ley del pecado y de la muerte” (8:2). En Cristo está la ley del Espíritu de vida. Una ley es un principio natural que gobierna. Todos sabemos que la gravedad es una ley. Si ustedes lanzan cualquier objeto al aire, éste caerá. No es necesario que le pidamos al Señor que lo haga regresar a la tierra. Si oramos así, seremos necios. La ley de la gravedad se hará cargo de ello. Lo mismo sucede cuando estamos en Cristo. En Cristo opera la ley del Espíritu de vida. La ley, el Espíritu y la vida, todos ellos, están en Cristo.
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