Conocer la vida y la iglesiapor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-8903-7
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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El que sirve al Señor también debe poder levantarse. Pareciera contradictorio decir que necesitamos detenernos y luego decir que necesitamos levantarnos, pero no lo es. Necesitamos reprimir nuestras opiniones y suspender nuestras propuestas, pero necesitamos levantarnos para satisfacer la necesidad del Señor y cumplir con las exigencias de Su obra. La obra de redención no fue efectuada solamente por Dios mismo. Dios necesitaba al hombre en la persona de Jesucristo a fin de laborar juntamente con Él para efectuar Su obra redentora. En la redención, el cincuenta por ciento de la obra es llevada a cabo por Dios, y el cincuenta por ciento es efectuada por el hombre. Sin Dios, no habría una obra redentora, pero sin el hombre tampoco podría haber una obra redentora. La obra de redención fue realizada mediante la unión de Dios y el hombre. Dios necesita urgentemente la cooperación del hombre. Por lo tanto, ninguna parte de la obra de redención puede ser realizada sin el hombre. Siempre que Dios quiere hacer una obra, le revela al hombre lo que Él desea hacer y requiere que el hombre se detenga al ponerle fin a sus opiniones y a todo lo que él es; luego Dios requiere que el hombre coopere con Él. Tal cooperación requiere que el hombre se levante.
No sé cuánto entendamos este punto ni cuán profundamente lo comprendamos. Saulo, antes de su conversión, servía a Dios, pero se hallaba lleno de opiniones. Sin embargo, cuando iba camino a Damasco, Dios lo encontró, y Saulo cayó en tierra (Hch. 9:4). Él había sido muy activo, pero ahora era incapaz de moverse. Todo su ser se detuvo de modo que él pudiera recibir la revelación de Dios y ver que su servicio debía provenir únicamente de Dios, y no del hombre. Dios deseaba que él viese que todos sus esfuerzos como Saulo de Tarso eran según la imaginación del hombre. Así que, Dios encontró a Saulo cuando éste iba camino a Damasco, para detener todo su ser. Sin embargo, este camino no era el final de la obra de Dios. De ahí en adelante, Dios hizo que Pablo se levantara para que pudiera satisfacer Su necesidad y serle útil a Él. Este segundo requerimiento es con frecuencia más difícil de cumplir que el primero. Aunque no nos es fácil detenernos, es aún más difícil levantarnos. Aun cuando no es fácil que nos detengamos, no obstante, una vez que nos detenemos, todavía tenemos que levantarnos para satisfacer la necesidad de Dios y cumplir con Su requerimiento. Esto es más difícil.
Entre nosotros hay un hermano que se le dificulta contener sus opiniones e ideas. Siempre que discutimos un asunto con él, él tiene ideas y sugerencias. Por ejemplo, si le pedimos que nos ayude a barrer el piso, él responde que es necesario limpiar las ventanas. Si le pedimos que limpie las ventanas, él dice que hay que barrer el piso. Esto muestra que él es una persona cuyos pensamientos y opiniones no cesan. Sin embargo, si él quiere servir al Señor, él tiene que reprimir sus ideas y pensamientos.
Esto se puede comparar con la relación entre un siervo y su amo. Si el siervo reconoce que él es un siervo, tiene que oír la palabra de su amo. Si su amo quiere que barra el piso, el siervo tiene que obedecer a su amo y barrer el piso antes de limpiar las ventanas. Un siervo también puede oír la palabra de su amo y sabe que debe barrer el piso, pero después de escuchar la palabra se va a dormir. Cuando se despierta, tal vez no se mueve porque está esperando que alguien compre la escoba. Sin embargo, la persona que se supone debe comprar la escoba, está esperando que alguien le dé el dinero, pero la persona encargada de las finanzas no tiene acceso al dinero porque la persona que abre la caja está en la ducha, y no puede venir de inmediato. Esto no es algo que yo inventé; es una situación real.
Esto muestra que en el servicio del Señor no es fácil que uno se detenga, ni es fácil que uno se levante. Cuando una persona verdaderamente encuentra al Señor, detendrá todo su ser y le preguntará al Señor qué es lo que Él quiere. Si el Señor le dice: “Barre el piso”, de inmediato tal persona debe barrer el piso con suma atención. Toma en cuenta todo lo relacionado con barrer el piso y le presta toda su atención. En el servicio del Señor, hay una cantidad de opiniones humanas, pero son muy pocos los que satisfacen la norma de Dios. Según la manera de ser humana, cada vez que las personas discuten sobre algo, siempre tienen muchas opiniones, pero luego se van a casa y duermen plácidamente sin más consideración. Esto es realmente desconcertante. Ésta es una de las razones por las cuales a los ancianos no les agrada que se expresen demasiadas opiniones en la iglesia.
Si aprendemos estas lecciones esenciales, seremos muy espirituales. Si un hermano de edad avanzada nos pide que cocinemos, de inmediato centraremos nuestra atención en la cocina. Al tratar con este hermano ya anciano, tenemos que aprender a detenernos a nosotros mismos y levantarnos con todo nuestro ser. Sólo entonces podemos satisfacer la necesidad del Señor. Nuestros problemas están relacionados con el hecho de que no podemos detenernos, y que luego no podemos levantarnos. Por consiguiente, no hemos sido muy útiles en la mano del Señor.
En la reunión de ancianos, algunos hermanos sólo saben cómo hacer sugerencias pero no saben cómo trabajar. Con respecto a tales hermanos, debemos pedirles que trabajen. Puesto que ellos han sugerido hacer algo, deberían tomar la delantera para llevarlo a cabo. Por ejemplo, si un hermano dice que el sol es demasiado brillante en el salón de reunión y que sería bueno colgar algunas cortinas, yo le diré: “Por favor, usted hágalo”. Después que un hermano hace varias sugerencias sin llevarlas a cabo, por lo general ya no tiene la osadía de abrir su boca para hablar cuando nos volvemos a reunir. No es necesario rechazar las sugerencias de los hermanos, pero siempre deberíamos pedirles que ellos mismos hagan lo que sugieren. Esto les ayudará a aprender la lección de no dar sus opiniones a la ligera. Si ellos creen que algo puede ser viable, deberán hacerlo. Después que lo hayan acabado, podemos comentar al respecto. Si no está hecho apropiadamente, necesitamos cambiar el método. Después que estos hermanos hayan pasado por estos tratos dos o tres veces, no volverán a hablar con tanta libertad. El hermano que sugirió que se colgaran cortinas, por ejemplo, en tres ocasiones no pudo colgar las cortinas apropiadamente, y finalmente necesitaba de ayuda. Desde entonces, él ha sido una persona diferente cuando ha sugerido algo.
El Señor nos aplica Su trato según este mismo principio. Por ejemplo, cuando alguien le preguntó a Pedro si el Señor Jesús pagaba el impuesto del templo, él respondió: “Sí”. Sin embargo, ¿de verdad necesitaba el Señor pagar el impuesto del templo? El Señor no le respondió a Pedro directamente; más bien, le pidió que fuese a pescar en el mar (Mt. 17:24-27). Creo que Pedro aprendió una gran lección mediante esta experiencia. Desde ese día, él no se atrevió a volver hablar tan descuidadamente. Al estar frente a la vasta expansión del mar mientras él esperaba pescar un pez que tuviese un estatero en la boca, Pedro debió haberse sentido muy turbado. Quizás haya pensado: “Todas estas molestias se deben a que hablé demasiado. ¿Cuándo he de hallar un pez con un estatero en su boca?”. Pedro aprendió muchas lecciones de manera profunda. Uno que esté aprendiendo a servir al Señor debe venir delante de Él y detenerse a sí mismo. No nos toca a nosotros determinar lo que debemos hacer, sino que más bien lo determina el mandato del Señor. Luego, tenemos que levantarnos para satisfacer Su necesidad.
Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.