Manera normal de llevar fruto y de pastorear a fin de edificar la iglesia, Lapor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-4643-6
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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El apóstol Pablo dijo: “Yo con el mayor placer gastaré lo mío, y aun yo mismo me gastaré del todo por amor de vuestras almas” (2 Co. 12:15). Este pasaje conlleva la noción de sacrificar nuestras riquezas y nuestra vida. Gastar se refiere a gastar las posesiones de Pablo, y gastarse del todo se refiere a derramar lo que él era, refiriéndose a su ser. Si nuestro espíritu es el de gastar todo cuanto tenemos y gastarnos a nosotros mismos, es decir, sacrificar lo que somos, obtendremos un gran aumento cada año. Al presente, nuestra tasa de aumento es muy baja. Esto se debe a que no hemos gastado adecuadamente lo que tenemos y lo que somos. Hemos tenido reservas con respecto a nuestros gastos y hemos resguardado nuestro yo. Es imposible lograr una tasa alta de aumento mientras permanezcamos en tal condición. Tal como indicamos en el capítulo anterior, los bóxers en China tenían un lema: “Maten a todos los occidentales y sus seguidores, menos al señor Corbett”. Esto se debe a que ese misionero lo había gastado todo y se había gastado él mismo por amor al pueblo chino. Siempre que algún pobre acudía a él, él le daba algo, como una cena o alojamiento. Él no se reservaba nada. A la postre, cuando él mismo carecía de algo, la gente sabía que era debido a que él lo había gastado en ellos.
Pablo era esta clase de persona. Él siempre gastaba y se gastaba; estaba en serio con el Señor. Él estaba en la tierra para nada más que ganar personas. Por tanto, también expresó: “Me he hecho débil a los débiles, para ganar a los débiles; a todos me he hecho todo, para que de todos modos salve a algunos” (1 Co. 9:22). Algunas personas que están en la vida de iglesia son muy fuertes en su manera de ser como para que sean así de accesibles; tal parece que nadie puede causar que sean moldeados. Sin embargo, al parecer Pablo no tenía su propia manera de ser. Él era simplemente como un pedazo de madera al cual se le podía labrar en cualquier forma. Debido a que el Señor había tratado por completo su modo de ser, era suave, maleable, flexible y adaptable a cualquier situación. En mi entrenamiento en Taiwán en 1954, les dije a los servidores que su carácter y su manera de ser debían ser como pasta, es decir, que se puede aplicar a cualquier tipo de superficie. Por el contrario, algunos de los hermanos y hermanas son como pedazos de roca que no se pueden adaptar a ninguna situación. Este tipo de “roca” sólo sirve para golpear a otros. Quizá algunos incluso se sientan bien de ser rocas y digan que un pedazo de roca fue útil al Señor para matar al gigante filisteo (1 S. 17:49), pero pensar de esta manera es lamentable. Por un lado, necesitamos ser fuertes, pero por otro, no debemos ser duros. Necesitamos ser suaves, flexibles y adaptables; útiles para cualquier situación en la que se nos ponga; capaces de encajar en cada curva y en cada esquina.
Nuestra manera de ser es la causa por la cual no llevamos fruto ni utilizamos nuestro talento para cuidar de las personas. Aún somos personas demasiado naturales. Algunas personas siempre son lentas sin importar la situación en que estén o con quiénes se encuentren. Es como si no se atrevieran a echar agua a una casa que está en llamas, porque deben examinar bien la clase de agua que deben usar. Esta clase de personas tratarán de justificarse a sí mismas utilizando la Biblia, diciendo que Dios es siempre muy paciente y nunca hace nada de prisa. El hermano Watchman Nee nos dijo cómo el Señor en cierta ocasión corrió para hacer algo. Cuando el hijo pródigo regresó a casa, el padre corrió a su encuentro (Lc. 15:20). El Señor puede mostrarse paciente en cualquier otro asunto, pero Él está presto para recibir a los pecadores. Algunos, en contraste, son demasiado apresurados. Rápidamente llevan fruto; pero debido a que con su ligereza ofenden a las personas que han traído, a la postre su fruto no permanece. No es mi interés regañar ni señalar a nadie. Simplemente debemos acudir al Señor y permitirle que nos ilumine. Entonces comprenderemos cuán naturales somos. Por Su misericordia, debemos experimentar un cambio. Si somos lentos, debemos proceder con más rapidez; si somos muy ligeros, debemos ser más pausados.
Hace veinte años di un entrenamiento en el que presentaba treinta aspectos del carácter. El carácter es distinto de la manera de ser; se compone en un treinta por ciento de lo que somos por nacimiento y un setenta por ciento de los hábitos que adquirimos en nuestro vivir. Si queremos ser útiles en las manos del Señor y llevar fruto, debemos tomar ciertas medidas con respecto a nuestra manera de ser. Durante mi ministerio he conocido personas con diferentes maneras de ser. Algunas personas son muy peculiares en su manera de hablar. Pueden hacer reír a la gente, pero difícilmente ministran vida a otros. Estos queridos hermanos necesitan ser quebrantados en su manera de ser. Otros queridos santos son demasiado descuidados y frívolos. Nunca son precisos en lo que dicen ni en lo que hacen. Esto también tiene que ver con su manera de ser natural. Cuanto más quebrantada sea nuestra manera de ser, más útiles seremos en el ministerio de hablar por el Señor. Algunos son elocuentes por nacimiento, pero no son verdaderamente útiles. Si hemos de hablar por el Señor, la constitución intrínseca de nuestro ser tiene que cambiar, es decir, debe producirse un cambio en nuestra manera de ser. Muchas veces he acudido al Señor y me he condenado a mí mismo, diciendo: “Señor, hablo mucho según mi manera de ser, la cual es vieja y natural”. Esto le ha permitido al Señor tener el terreno para cambiar mi manera de hablar a través de los años.
En 1 Timoteo 3:1 dice: “Si alguno aspira al cargo de vigilar, buena obra desea”, pero ser uno que vigila requiere que nuestra manera de ser haya sido quebrantada en muchos aspectos. De otro modo, no seremos capacitados. No podemos ser personas demasiado lentas ni demasiado apresuradas, ni demasiado fuertes o demasiado suaves. Cuando hay necesidad de ser fuertes, debemos ser fuertes; cuando hay necesidad de ser blandos, debemos ser blandos. La diversidad de situaciones requiere que nuestra manera de ser haya sido debidamente regulada en diversas maneras. Un anciano tiene que ser verdaderamente flexible. Un buen anciano puede corregir severamente a un hermano y después conversar con él con toda cordialidad. Sin embargo, esto no equivale a ser diplomático. Debemos ser genuinos. Incluso un niño pequeño sabe si alguien es genuino o no. Un niño sabe si uno lo ama verdaderamente; y él también sabe cuando no se le ama. La gente es capaz de discernir estas cosas. Por tanto, no debemos ser diplomáticos; tenemos que simplemente ser lo que somos. La única manera de corregir a un hermano y al mismo tiempo ser cordial con él es al tomar medidas con respecto a nuestra manera de ser. La mejor manera de tomar medidas con respecto a esto es aborrecer nuestra manera de ser. Tenemos que negar nuestra manera de ser, la cual es el aspecto más profundo de nuestro yo. Si no somos útiles en las manos del Señor para cuidar de otros, se debe a que nuestra manera de ser ha permanecido “cruda” y natural.
Es mucho más fácil tomar medidas en cuanto a nuestra manera de ser cuando somos jóvenes. El hermano Nee en una ocasión nos dijo que una vez que alguien alcanza los cincuenta años de edad, es difícil que el Señor toque su manera de ser y su vida natural. No debemos esperar hasta ser demasiado viejos para tomar medidas con respecto a nuestra manera de ser. Mientras más pronto lo hagamos, mejor. Comparado con esto, tomar medidas en cuanto a nuestras iniquidades no es tan importante. En nuestra vida con el Señor, lo más importante es tomar medidas con respecto a nuestra manera de ser. Debemos aprender a que el Señor tome medidas con respecto a nuestra manera de ser. Si ponemos la debida atención al Señor y perseveramos en la oración acerca de esto, nos será más fácil cuidar de otros, llevar fruto y obtener ganancias al usar nuestro talento. Entonces, toda nuestra situación cambiará de manera radical.
En el cristianismo actual muchos enseñan que la razón por la cual no llevamos fruto es que carecemos del poder desde lo alto. Ellos dicen que debemos orar y ayunar por varios días hasta que el poder venga sobre nosotros como el bautismo en el Espíritu Santo. He observado esta práctica por muchos años, pero todavía no vi mucho fruto que permaneciera. A fin de que los pámpanos de la vid lleven fruto que permanece, no se necesita esta clase de avivamiento; lo que se necesita es el crecimiento. Cuando los pámpanos reciben suficiente suministro del jugo vital, ellas llevan fruto, que es el desbordamiento del suministro de la vida interior. Esto, y no un avivamiento, es lo que el Señor necesita. En el Evangelio de Juan no encontramos indicio alguno de un avivamiento. Más bien, lo que se halla revelado en este libro es la vida genuina que crece, de la cual se produce el fruto, el desbordamiento. El fruto es el desbordamiento de la vida. Si no llevamos fruto, es porque no tenemos el desbordamiento de la vida; estamos carentes y pobremente abastecidos del suministro de la vida interior. Por muchos años el Señor nos ha impedido enfatizar avivamientos. Incluso cuando tuvimos un avivamiento, ocurrió bajo ciertas restricciones. En Su economía, lo que el Señor requiere es el crecimiento genuino de vida. Sólo entonces, a raíz de este crecimiento, obtenemos el desbordamiento de la vida, que es el fruto que permanece. En cierta ocasión, el hermano Nee nos dijo que si toda persona de un solo talento en la iglesia hiciera uso de dicho talento, nosotros experimentaríamos un verdadero avivamiento que permanece. Lo que el Señor necesita no es la clase de avivamiento que viene y va, sino que hagamos uso de nuestro talento en virtud del crecimiento de vida en nosotros. Para lograr esto, la condición básica es tomar medidas con respecto a nuestra manera de ser.
Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.