Estudio-vida de Jobpor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-6291-7
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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En el capítulo 4 se da inicio a la primera de tres rondas en los debates sostenidos entre Job y sus tres amigos. Al responder a Job, Elifaz no le muestra conmiseración sino que lo reprende.
Elifaz comenzó a hablar después de un silencio forzado (4:2). La fuerte persona y carácter de Job había forzado a sus amigos a guardar silencio. Después que Job rompió este silencio, Elifaz comenzó a reprenderle.
En primer lugar, Elifaz le recordó a Job lo positiva que era su condición en el pasado. Él le dijo a Job: “He aquí, has dado instrucciones a muchos, / y has fortalecido las manos débiles. / Al que tropezaba tus palabras han levantado, / y has afirmado las rodillas que decaían” (vs. 3-4).
En el versículo 5, Elifaz reprendió a Job respecto a la condición negativa en que se encontraba. “Mas ahora que te ha llegado a ti, te fatigas por ello; / te toca a ti, y te turbas”. Según Elifaz, Job había dejado de ser una persona fuerte, pues había sido derrotado por los desastres y la plaga.
Las palabras de Elifaz se basaban en la perfección, la rectitud y la integridad de Job (vs. 6-11). En el versículo 6, Elifaz le pregunta a Job: “¿No es tu temor a Dios tu confianza, / y la integridad de tus caminos tu esperanza?”.
La respuesta de Elifaz a Job correspondía al principio del árbol del conocimiento del bien y del mal. Él dijo que los inocentes y los rectos (los buenos) jamás perecen (v. 7), y que los que aran iniquidad y siembran aflicción (los malos), eso mismo siegan (v. 8). Valiéndose de expresiones poéticas, Elifaz continúa diciendo: “Perecen por el aliento de Dios, / y por el soplo de Su ira son consumidos. / Los rugidos del león, los bramidos del león feroz / y los dientes de los leoncillos son quebrantados; / el león fuerte perece por falta de presa, / y los cachorros de la leona se dispersan” (vs. 9-11).
Después de reprender a Job, Elifaz lo corrige (vs. 17-21).
Job tenía el concepto de que estaba en lo correcto, y sus amigos lo corrigieron. Refiriéndose a Job, Elifaz preguntó: “¿Puede el hombre mortal ser más justo que Dios? / ¿Puede ser más puro el varón que su Hacedor?” (v. 17).
“Si en Sus mismos siervos Él no confía, / y a Sus ángeles imputa errores, / ¡cuánto más a los que habitan en casas de barro, / cuyos cimientos están en el polvo, / que son aplastados como la polilla! / Desde la mañana hasta la tarde son pulverizados; / sin que nadie se dé cuenta, perecen continuamente. / Si en ellos es arrancada la cuerda de su tienda, / mueren, mas sin sabiduría” (vs. 18-21). Aquí Elifaz le aconseja a Job que no sea tan insensato como para ser pulverizado y ser completamente aniquilado.
La lógica de Elifaz con respecto a la posición del hombre delante de Dios estaba basada en la ética conforme a enseñanzas superficiales, las cuales él había recibido en su tiempo. Estas enseñanzas no llegaban a la norma de la revelación divina en el Nuevo Testamento, es decir, que la posición del hombre delante de Dios está determinada por cuánto de Dios éste haya ganado. Elifaz debió haberle preguntado a Job cuánto de Dios había ganado, pero en aquel tiempo la revelación divina no había llegado a tal nivel. Por tanto, debemos compadecernos de Elifaz por su comprensión limitada de estos asuntos.
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