Vida y la edificación como se presentan en Cantar de los cantares, Lapor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-2853-1
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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¿Pueden ver el cuadro? Es correcto que amemos al Señor, pero no debemos hacerlo a nuestra manera ni conforme a nuestra intención. Nuestra voluntad tiene que ser subyugada por Su voluntad. Sencillamente amarlo a Él no es suficiente. Amarlo nos acarreará muchos problemas. Por lo tanto, necesitamos que nuestra voluntad sea subyugada. La persona a quien amamos tiene la personalidad más fuerte. Él nunca será subyugado, ni nunca podrá serlo. Por consiguiente, somos nosotros quienes tienen que ser subyugados.
El Señor no se apareció a ella conforme a su manera ni conforme a su intención. Fue cuando ella se sintió desilusionada que Él de repente se le apareció. No obstante, cuando ella encontró al Señor, se asió de Él y no lo dejó. Esto nos muestra el carácter fuerte de ella. Aún era tan fuerte que se asió del Señor conforme a su manera. Todo este cuadro nos muestra a una persona que aún no ha sido subyugada. En efecto, nosotros amamos al Señor, pero nunca hemos sido subyugados. Es maravilloso amar al Señor; sin embargo, esto nos acarreará problemas. Y los problemas únicamente serán resueltos cuando seamos subyugados. Por lo tanto, tenemos que ser subyugados y hechos conformes a Su personalidad, Su voluntad, Sus intenciones y Su meta. De lo contrario, constantemente tendremos una controversia con el Señor.
El principal problema entre los esposos y las esposas en la vida matrimonial son las controversias entre ellos. Las esposas aman a sus esposos, pero los aman conforme a su manera. Los esposos tienen su manera de hacer las cosas, y las esposas tienen la suya. Debido a que las esposas nunca están dispuestas a someterse a la voluntad de sus esposos, surgen los problemas. Es por ello que en la ceremonia de bodas la novia siempre tiene la cabeza cubierta, demostrando con ello que debe someterse.
No existe otra forma de tomar a Cristo como vida que no sea amándolo como una persona. Y si hemos de amarlo como una persona, tenemos que ser subyugados. Éste es el único problema entre Él y nosotros. Podríamos decir que no existe otro problema. El problema es que no estamos dispuestos a someternos, y el Señor Jesús nunca se someterá a nosotros. Él es humilde, amable y tierno, pero nunca se someterá a nosotros. Él es el Señor; Él es el Rey; y Él es la Cabeza. Nosotros debemos someternos a Él. Es por ello que digo que todos estos versículos tan emocionantes, a la postre revelan algo bastante desalentador.
Vemos a una persona que ama al Señor; sin embargo, entre ella y la persona que ella ama surge una controversia. ¿Consideran que asirse tan fuertemente del Señor es algo positivo o negativo? Por un lado es positivo, pues ella está asiéndose del Señor. Pero por otro, no es positivo, pues revela lo fuerte que ella es. El Señor podría decirle: “Por favor, déjame en libertad. Suéltame. No te aferres a mí con tanta fuerza”. Pero debido a que tiene una personalidad tan fuerte, ella se aferra al Señor con todas sus fuerzas y le dice que no lo soltará.
Ciertamente amamos al Señor, pero tenemos una voluntad inexpugnable y un carácter muy fuerte, los cuales representan un verdadero problema para el Señor. Buscamos al Señor, pero para cumplir nuestra propia voluntad y para obtener nuestro propio bienestar. Es por ello que en Cantar de los cantares el Señor se ve obligado a enseñarle a Su buscadora algunas lecciones. Si leemos este libro cuidadosamente, veremos que al final del mismo ella es muy dócil y sumisa. Su carácter y personalidad prácticamente no se perciben. En vez de ello, percibimos en ella el carácter del Señor y la personalidad del Señor. Ahora ella es realmente uno con el Señor. Aunque son dos personas, percibimos una sola personalidad.
Después de que somos atraídos por la belleza del Señor para amarlo a Él, debemos aprender esta única lección: la lección de ser subyugados. Tomar a Cristo, una persona viva, como nuestra vida, exige que seamos subyugados.
Simplemente amar a Jesús no es suficiente. La intención del Señor es que nosotros le tomemos y experimentemos como nuestra vida. Y la única manera en que esto se cumple es que nosotros le amemos y seamos subyugados por Él. Entonces seremos uno con Él, y habrá una sola personalidad. Nosotros seremos sumamente dóciles y sumisos a Él. En este cuadro, la que ama a Jesús tiene al comienzo una personalidad sumamente fuerte y un carácter muy obstinado. Sin embargo, al final, ella es muy dócil y sumisa. Ésta es la lección que todos debemos aprender si realmente queremos experimentar a Cristo como nuestra vida.
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