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Cristo maravilloso en el canon del Nuevo Testamento, Elpor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-7796-6
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CAPÍTULO DOS

EL PAN TODO-INCLUSIVO

Lectura bíblica: Is. 7:14; 9:6; 32:2; 40:5, 9; 53:2; Mt. 1:20b; Jn. 1:1, 14; 14:10; 6:53, 57, 63

LA REVELACIÓN DE CRISTO

Desde la caída del hombre, Cristo empezó a ser revelado de una manera muy extraña y maravillosa. En Génesis 3:15, inmediatamente después de la caída, Él es revelado como la simiente de la mujer. Luego más tarde es revelado como la raíz, que, como sabemos, proviene de la simiente. Más aún, Cristo es después revelado como el renuevo. Esto significa que Él es la simiente, la raíz y el renuevo. En cuarto lugar, a partir del renuevo, Él es revelado como el fruto. Cualquier clase de fruto, según la economía de Dios, es para el disfrute del hombre. Lo que disfrutamos no es la simiente, la raíz o el renuevo directamente, sino el fruto. ¡Nuestro Cristo es la simiente, la raíz, el renuevo y el fruto!

Es preciso que conozcamos todos los versículos que nos presentan esta revelación divina. La simiente se halla en Génesis 3:15; y la raíz, en Isaías 11:10. Allí vemos que Cristo es la raíz de Isaí. Isaías 53:2 nos dice además que Cristo es una raíz de tierra seca. Luego tenemos varios versículos que nos dicen que Cristo es el renuevo. Isaías 4:2 declara que Jesús es el Renuevo de Jehová. ¡Él es la ramificación de Jehová! Luego Jeremías 23:5 nos dice que le levantaría a David un Renuevo. Éste es el renuevo del hombre. Cristo no sólo es el Renuevo de Dios, sino también el Renuevo de David. No sólo es la ramificación de Dios, sino también la ramificación del hombre apropiado. Isaías 11:1 dice que Cristo es el vástago de Isaí. Él es el renuevo de David porque Isaí es el padre de David. El cuarto versículo acerca de Cristo como renuevo es Zacarías 6:12. Allí vemos un varón cuyo nombre es el Renuevo. En este universo hay un hombre que es llamado el Renuevo. Él es la simiente, la raíz y el renuevo.

El versículo que nos dice que Cristo es el fruto es Isaías 4:2. Allí dice que Cristo es el Renuevo de Jehová y el fruto de la tierra. Esto nos habla del nacimiento de Cristo y de la humanidad de Cristo. Según Su divinidad, Él es la ramificación de Dios, y según Su humanidad, Él es el fruto procedente de la tierra. La tierra aquí representa la humanidad. Cuando Dios se ramifica en la humanidad, que es la tierra, Él produce fruto, el cual es alimento para nosotros, alimento que infunde muchos elementos en nosotros. Jesús es el fruto más delicioso que existe para el disfrute del hombre. Él es el alimento del hombre.

LA SIMIENTE JUNTO CON EL SUELO

En Juan 6 Jesús es presentado como el pan de vida. Pero debemos comprender que el pan proviene de los granos. Si no hay granos para ser molidos hasta convertirse en flor de harina, no puede haber pan. El pan proviene de los granos, y los granos provienen de la simiente. Más aún, ninguna simiente puede crecer por sí sola; a fin de crecer, la simiente necesita suelo. A veces me glorío delante del Señor, diciendo: “Señor, Tú no puedes crecer sin mí”. Ciertamente, yo necesito al Señor, pero Él también me necesita a mí. Sin el Señor, soy suelo muy pobre; no puedo hacer que nada crezca, y con el tiempo me convierto en un desierto. Por ello, necesito al Señor, quien es la simiente. Él es la simiente maravillosa, celestial y divina. No obstante, la simiente también me necesita a mí, el suelo. Alabado sea el Señor porque Él es la simiente, y nosotros somos el suelo.

Génesis nos dice que Dios hizo al hombre de la tierra. El hombre es la tierra. A nosotros no nos gusta la tierra, pero a Dios sí le gusta. La humanidad como tierra es muy preciosa para Dios. Él necesita que el hombre sea el suelo; sin suelo la simiente no puede producir pan. Para que se produzca pan se requiere la simiente y también el suelo. Esta simiente no simplemente se añade a la tierra, sino que se mezcla con la tierra. Cuando se planta una simiente, extiende su elemento en la tierra y al mismo tiempo absorbe un poco del elemento de la tierra. Esta mezcla de la simiente con la tierra es lo que produce el crecimiento. El crecimiento es simplemente la mezcla de la divinidad con la humanidad. Jesús no solamente es divino ni tampoco meramente humano; Jesús es divino y humano. Él es la mezcla de la divinidad con la humanidad.


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