Práctica del profetizar, Lapor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-0267-8
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Profetizar también significa vaticinar, decir algo de antemano, predecir. En el Antiguo Testamento, el libro de Isaías, de sesenta y seis capítulos, y el de Jeremías, de cincuenta y dos, son dos libros proféticos largos. Sin embargo, sólo un pequeño porcentaje de estos dos libros está compuesto de predicciones. La mayoría de los capítulos consisten en hablar por Dios y en proclamar a Dios. El caso es el mismo con los otros libros proféticos. Hay algunas predicciones en el libro de Zacarías, pero principalmente contiene proclamaciones de Cristo. En los escritos de Pablo, hay algunas predicciones, pero en la mayoría de sus escritos vemos que él habla por Dios y proclama a Dios, es decir, habla para impartir a Dios y a Cristo en los creyentes.
En 1 Corintios 14 profetizar no incluye predecir. Esto es comprobado por los versículos 3 y 24. El versículo 3 dice: “Pero el que profetiza habla a los hombres para edificación, aliento y consolación”. La edificación, el aliento y la consolación no son predicciones. La edificación es para la iglesia, el aliento es para la obra, y la consolación es para nuestra vida diaria. Para la iglesia necesitamos edificación, para la obra necesitamos aliento, y para nuestra vida diaria necesitamos consolación. Definitivamente estas cosas no son predicciones.
El versículo 24 dice: “Pero si todos profetizan, y entra algún incrédulo o indocto, por todos es convencido, por todos es examinado”. En este versículo profetizar no significa predecir, sino convencer y examinar a la gente, o sea, hacer que vean claramente su situación. Cuando un incrédulo o un indocto entra a una reunión, tal vez esté confundido y piense equivocadamente que él está bien con Dios; pero al oír profetizar, su situación queda aclarada. El profetizar lo convence y lo juzga.
Profetizar según la manera descrita en 1 Corintios 14 se lleva a cabo en las reuniones de la iglesia (vs. 23-24). El versículo 23 dice: “Si, pues, toda la iglesia se reúne en un solo lugar...”. Esto se refiere a una reunión de la iglesia, no a una reunión de hogar ni a una reunión de grupo pequeño. Además, profetizar según la manera descrita en 1 Corintios 14 tiene como fin la edificación de la iglesia (vs. 4-5). Conforme a nuestra experiencia y observación, la mejor manera de edificar la iglesia es profetizar, esto es, hablar por Cristo y proclamar a Cristo, ministrando e impartiendo a Cristo en las personas. Que un solo hombre hable mientras todos los demás escuchan es una forma de profetizar, pero es llevado a cabo de una manera equivocada. El profetizar apropiado debería llevarse a cabo por cada uno de los que asisten a las reuniones de la iglesia.
Profetizar según la manera descrita en 1 Corintios 14 hace que aquel que busca al Señor sobresalga en la edificación de la iglesia. El versículo 12 dice: “Así también vosotros: puesto que estáis ávidos de espíritus, procurad sobresalir en la edificación de la iglesia”. Es bueno hablar en lenguas, pero esto no es sobresaliente. Sin embargo, el hecho de que uno dé un mensaje breve como profecía sí es sobresaliente. Profetizar es el don más elevado, y hace que el que habla sobresalga. Debemos aprender a hablar no sólo para sobresalir, sino también para que la iglesia sea edificada.
En 1 Corintios 14:31 se nos dice: “Porque podéis profetizar todos uno por uno”. Éste es uno de los versículos más claros de toda la Biblia; pues nos dice que todos los creyentes tienen la capacidad de profetizar. Tener capacidad denota tener una habilidad innata. Los perros no tienen la capacidad de hablar un lenguaje humano; sólo tienen la capacidad de ladrar. Sin embargo, los seres humanos tienen la capacidad de hablar. Todos nosotros, los miembros del Cuerpo de Cristo, podemos profetizar uno por uno. Romanos 12:6-8 menciona siete dones, incluyendo el de profecía, y dice que estos dones difieren según la gracia dada a cada miembro. Sin embargo, estos versículos se refieren a desempeñar los dones fuera de las reuniones. En el Cuerpo de Cristo, tenemos dones y funciones diferentes que se ejercen fuera de las reuniones. Los dones que se mencionan en Romanos 12 no son los dones que se practican en las reuniones. En las reuniones todos los miembros pueden profetizar (1 Co. 14:24, 31).
Entre nosotros, tal vez haya muchos santos que crean que todos pueden profetizar, excepto ellos mismos. Pero no hay tal excepción. Quizá no seamos elocuentes, pero aun así podemos profetizar. El versículo 31 no dice: “Podéis profetizar todos elocuentemente”. No existe tal adverbio en este versículo. Sencillamente dice: “Podéis profetizar todos”. No importa cómo hablemos; es suficiente simplemente hablar. El Señor desea que todos hablemos. Por más de cinco años hemos estado ministrando acerca de la nueva manera de reunirse y de servir, pero nuestro progreso ha sido muy lento debido a que no todos hablamos. Si todos hablásemos, inmediatamente la práctica de la nueva manera estaría entre nosotros.
Según lo que he observado, sólo un porcentaje pequeño de santos proclaman regularmente a Cristo. En cada reunión del día del Señor por la mañana, muchos santos no hablan, pero después de la reunión ellos tienen mucho que decir. No necesitamos preocuparnos de cuan bien hablemos; sencillamente necesitamos hablar. Aun si nuestra gramática no es buena, la gente nos entenderá. Muchas veces no queremos ser avergonzados. Si es que hablamos, deseamos ser el mejor orador. Sin embargo, no necesitamos ser oradores de primera; sencillamente necesitamos ser los que hablan. Todos podemos profetizar uno por uno.
No es difícil practicar la nueva manera. Si salimos a visitar a la gente para llevarles el evangelio y no podemos hablar bien, sencillamente podemos decir: “Yo amo a Jesús porque Él es muy bueno. Él es bueno también para usted, así que he venido a dárselo a usted”. Todos pueden decir al menos esto. Si vamos a la gente y le damos un mensaje de cinco minutos, tal vez no nos escuchen, pero si vamos con una palabra sencilla como ésta, es posible que reciban lo que digamos. Todos podemos ir y hablarle a la gente. Primero, todos debemos ir con el propósito de ganar a las personas; luego, todos debemos ir con el propósito de alimentar a los que hemos ganado. Tercero, todos debemos reunir a nuestros recién salvos y formar un grupo para tener comunión, cuidado mutuo, pastoreo y enseñanza mutua. En tal grupo, cuando una persona no entienda algo, todos los demás le enseñarán hablando con él. Casi cincuenta veces al año todos los miembros de ese grupo se reunirán para escuchar la comunión los unos de los otros. Cada uno será enseñado y todos aprenderán como levantarse para profetizar. Si vamos a la gente de esta manera, llevaremos a cabo la nueva manera.
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