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Vida cristiana normal de la iglesia, Lapor Watchman Nee

ISBN: 978-0-87083-495-0
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Actualmente disponible en: Capítulo 8 de 9 Sección 6 de 8

EXPONER NUESTRAS NECESIDADES

Como ya hemos dicho, un apóstol puede alentar al pueblo de Dios a recordar las necesidades de los santos y de los ancianos, pero él no puede mencionar nada de sus propias necesidades ni de las necesidades de la obra. Que él se concrete a llamar la atención de las iglesias a las necesidades de otros, y Dios llamará la atención de ellos a las necesidades de él. Que se ocupe de las necesidades de los santos y ancianos, y Dios usará a los santos y ancianos para atraer la atención de las iglesias a las necesidades de él.

Debemos evitar toda propaganda en relación con la obra. Con toda honradez de corazón debemos confiar en Dios y darle a conocer nuestras necesidades sólo a El. Si así nos guía el Señor, podremos decir para Su gloria lo que El ha hecho por medio nuestro (véase Hch. 14:27; 15:3-4). Pero nada debe hacerse en forma de propaganda con la esperanza de recibir ayuda material. Esto es desagradable a Dios y nos perjudica. Si en algún asunto financiero nuestra fe se debilita, encontraremos que ésta fallará cuando la pongan a prueba dificultades que surjan en relación con la obra. Además, si conocemos algo del poder de la cruz para tratar con la vida del yo, ¿cómo podemos recurrir a propaganda para la obra y así quitar las cosas de las manos de Dios y llevarlas a cabo por nuestros propios esfuerzos?

Conozco obras que, en sus comienzos, se basaban puramente en la fe, y la bendición del Señor reposaba sobre ellas. En corto tiempo los obreros sintieron la necesidad de extender la obra, y en realidad la extendieron más allá de sus ingresos acostumbrados. En consecuencia, tuvieron que recurrir a publicidad indirecta a fin de poder hacer frente a sus obligaciones. Cuidémonos de ampliar la obra nosotros mismos, porque si la extensión es del hombre, tendremos que usar métodos humanos para cumplir con las nuevas obligaciones. Si Dios ve que la obra necesita extenderse, El mismo la ampliará, y si El la extiende, El será responsable de hacer frente a las necesidades aumentadas. Es por emplear métodos humanos para extender una obra, que deben fabricarse medios humanos para satisfacer las nuevas necesidades de la obra; así se recurre a la publicidad y a la propaganda para resolver el problema. A fin de aumentar los fondos para la obra, los obreros cristianos han utilizado mucho algunos medios como cartas circulares, informes, revistas, trabajos de delegación, agentes especiales y centros especiales de negocios. Los hombres no están dispuestos a permitir que Dios la amplíe a Su tiempo, y debido a que no pueden esperar pacientemente su desarrollo espontáneo, sino que fuerzan un crecimiento artificial, tienen que recurrir a la actividad natural para cumplir con las exigencias de ese crecimiento. Ellos han apresurado los acontecimientos, así que tienen que concebir medios y formas de procurarse un aumento de abastecimientos. El crecimiento espontáneo de la obra de Dios no hace necesaria ninguna actividad de la naturaleza humana, porque Dios cubre todas las exigencias que El crea.

La publicidad ha sido desarrollada hasta ser un arte fino en esta época, pero si tenemos que tomar ideas de los hombres de negocio y usar métodos modernos de publicidad para que nuestra obra sea un éxito, entonces renunciemos a nuestro ministerio y cambiemos de llamamiento. La sabiduría del mundo declara que “el fin justifica los medios”, pero no es así en la esfera espiritual. Nuestro fin debe ser espiritual, pero también nuestro medio debe ser espiritual. La cruz no es meramente un símbolo; es un hecho y un principio que debe gobernar toda la obra de Dios.

Debemos permitir que el Espíritu Santo nos impida donde El quiera, y no procurar apresurar las cosas tocando la obra divina con manos humanas. No es necesario que maquinemos medios para atraer la atención a nuestra obra. Dios en Su soberanía y providencia bien puede cargar con toda la responsabilidad. Si El mueve a los hombres a ayudarnos, entonces todo está bien, pero si nosotros mismos intentamos mover a los hombres, entonces nosotros sufriremos pérdida, y asimismo la obra. Si en verdad creemos en Dios dejaremos el asunto totalmente en Sus manos.

Todos nosotros confiamos en Dios en lo que a nuestra supervivencia se refiere, pero ¿hay acaso alguna necesidad de publicarlo? Me disgusta oír a los siervos de Dios recalcar el hecho de que ellos viven por fe. ¿Creemos de veras en la soberanía de Dios y en Su providencia? Si es así, ciertamente podremos confiar en que El dará a conocer nuestras necesidades a Sus santos, y de esta manera ordenará las cosas para que nuestras necesidades sean satisfechas sin que nosotros tratemos de darlas a conocer. Aun si la gente dedujera de nuestra manera de vivir que tenemos un ingreso privado, y por ende retuvieran sus donativos, no nos importa. Yo aconsejaría a mis hermanos más jóvenes en el ministerio, que no hablen de sus necesidades personales ni de su fe en Dios, de modo que tengan mayor oportunidad de probarle. Cuanto más fe haya, menos palabrería habrá al respecto.


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