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Base para la obra edificadora de Dios, Lapor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-7268-8
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Actualmente disponible en: Capítulo 2 de 8 Sección 3 de 3

EL QUE EL SEÑOR VAYA A PREPARAR UN LUGAR
EQUIVALE A INTRODUCIR AL HOMBRE EN DIOS
PARA QUE SEA EDIFICADO JUNTAMENTE CON DIOS
COMO CASA DE DIOS

Ahora examinemos la segunda mitad del Evangelio de Juan del capítulo 14 al 21. A partir del capítulo 14 el Evangelio de Juan da un giro. El pensamiento central de la primera mitad, del capítulo 1 al 13, es que Dios se hace carne y entra en el hombre. El pensamiento central de la segunda mitad, del capítulo 14 al 21, es Su “ida”. Cuando los discípulos escucharon al Señor decir que tenía que irse, se sintieron turbados. Por ello, al comienzo del capítulo 14 el Señor les dijo: “No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en Mí. En la casa de Mi Padre muchas moradas hay” (vs. 1-2). A partir de aquí el Señor se dirigió al tema de la morada.

Ahora debemos plantear una pregunta muy importante. ¿A qué se refiere la expresión la casa de Mi Padre mencionada aquí? Sabemos que ésta no es la primera vez que se menciona la casa del Padre en el Evangelio de Juan. Incluso en el capítulo 2, cuando el Señor purificó el templo, dijo: “No hagáis de la casa de Mi Padre casa de mercado” (v. 16). Muchos hermanos y hermanas no tienen ninguna dificultad en reconocer que la casa del Padre en este versículo se refiere al templo en aquel tiempo. Sin embargo, es extraño que cuando las personas llegan a la casa del Padre mencionada por el Señor en Juan 14, piensan que esto se refiere al cielo. Por dos mil años, muchos expositores de la Biblia han interpretado la casa del Padre como el cielo. Incluso muchos himnos del cristianismo se refieren a la casa del Padre como el cielo. En la Biblia, tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo, la casa de Dios y la casa del Padre se mencionan muchísimas veces. Lo extraño es esto: los expositores de la Biblia coinciden unánimemente en que la casa de Dios en el Antiguo Testamento se refiere al templo, mientras que la casa de Dios en el Nuevo Testamento se refiere a la iglesia; no obstante, la casa del Padre mencionada en Juan 14:2 es considerada la única excepción y se interpreta como el cielo. Esto es sin duda muy extraño.

Hermanos y hermanas, me pregunto si ustedes todavía creen que la casa del Padre es el cielo cuando leen Juan 14:2. El Señor dice: “En la casa de Mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, Yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Y si me voy y os preparo lugar, vendré otra vez, y os tomaré a Mí mismo” (vs. 2-3). ¿Qué quiere decir el Señor cuando dice voy? ¿Cómo prepara Él un lugar para nosotros? ¿Dónde está este lugar? Él dice que vendrá otra vez y nos recibirá. ¿La frase vendré otra vez se refiere a Su segunda venida en el futuro? Debemos hallar respuesta a todas estas preguntas.

De joven, cuando recién fui salvo, escuché a un predicador hablar sobre Juan 14, que hasta el día de hoy dejó en mí una profunda impresión. Él dijo: “El Señor nos dijo que se iba a preparar un lugar para nosotros, y que cuando ese lugar estuviera preparado, vendría otra vez. Esta venida ocurrirá un día en el futuro. El Señor está ahora en la casa del Padre, y esta casa es la mansión celestial. Él se fue allí a preparar un cuarto para cada uno de nosotros los que somos salvos. A esto se refería el Señor cuando dijo que se iba a preparar un lugar para nosotros. Cuando Él haya preparado este lugar, vendrá otra vez y nos recibirá. El Señor lleva ya más de mil novecientos años, pero aún no ha venido a recibirnos porque el lugar no ha sido completamente preparado. ¡Oh, le ha tardado al Señor todopoderoso más de mil novecientos años, y todavía la mansión no ha sido completamente preparada! ¿Pueden imaginarse cuán lujoso y espléndido será ese lugar? Por consiguiente, debemos darle gracias al Señor y alabarlo. Además, no necesitamos edificar una casa muy buena en la tierra, pues ésta no es nuestra morada eterna. Ahora el Señor está edificando una casa mejor para nosotros en el cielo, y ésta será nuestra morada eterna”. Él habló bastante bien y yo lo escuché con gran entusiasmo.

Ya han pasado treinta años, y el Señor me fue guiando poco a poco para que llegara a entender el asunto de la mezcla de Dios con el hombre. Debido a esto, cuando leí nuevamente el Evangelio de Juan, entendí muy claramente el significado de que el Señor se fuera a preparar la casa del Padre. Me di cuenta de que “preparar un lugar” se refiere a que el Señor edifique la iglesia. Permítanme hacerles esta pregunta, hermanos y hermanas. En Mateo 16 el Señor Jesús dijo: “Edificaré Mi iglesia” (v. 18), y en Juan 14 el Señor Jesús dijo que Él prepararía una casa. Consideren cuántas edificaciones tiene el Señor en este universo. ¿Tiene Él dos edificaciones o una sola? ¿Cómo puede el Señor estar edificando la iglesia en la tierra y al mismo tiempo estar edificando una mansión en el cielo como casa de Dios? ¿O será que la edificación de la iglesia es la misma edificación de la casa de Dios? En otras palabras, ¿son la edificación de la iglesia en Mateo 16 y la preparación de un lugar en Juan 14 dos asuntos o uno solo?

Los que están de acuerdo en interpretar la casa del Padre en Juan 14 como el cielo tienen una explicación aparentemente clara. Dicen que el lugar que el Señor está preparando es la ciudad mencionada en Hebreos 11, la cual Abraham, Isaac y Jacob esperaban con anhelo, y que ésta también es la ciudad santa, la Nueva Jerusalén, mencionada en Hebreos 12 y Apocalipsis 21. Estamos de acuerdo con esto. Pero debemos preguntar: “¿Es la ciudad santa, la casa de Dios, algo diferente de la iglesia? ¿Será que hoy Dios está edificando la iglesia en la tierra y también la ciudad santa en el cielo?”. Queridos hermanos y hermanas, ¿pueden ustedes creer que Dios tenga dos edificaciones hoy? Hace cinco o seis años, yo le pregunté al Señor con toda seriedad si Él tiene dos edificaciones en el universo. La respuesta que recibí fue claramente una respuesta negativa. Dios tiene una sola edificación en todo el universo. Dios jamás edificará una mansión en el cielo como Su casa. Al contrario, Dios está edificando a Sus redimidos como Su casa. Dios no está edificando un lugar; antes bien, Él está edificándose en aquellos que redimió. Dios está edificándose a Sí mismo en el hombre, y edificando al hombre en Sí mismo, para que Él y el hombre puedan mezclarse juntos de modo que lleguen a ser una casa.

Juan claramente nos dice que el hecho de que Dios se hiciera carne equivalía a que Él fijara tabernáculo entre los hombres, y que el cuerpo de carne del cual se vistió era un tabernáculo, que también era un templo. Los judíos quisieron matarlo para destruir este templo, pero Él resucitó en tres días, y de ese modo reedificó este templo y lo agrandó para que llegara a ser el templo eterno. En Juan 2 el Señor claramente dijo que este templo es la casa del Padre. Por favor, tengan en cuenta que cuando el Señor vuelve a mencionar la casa del Padre en Juan 14, ¿puede esta casa estar en el cielo? Es muy obvio que de ningún modo se refiere al cielo. Esta casa del Padre se refiere a una casa espiritual producida por la mezcla de Dios con el hombre. Esto les quedará muy claro a ustedes después que lean Juan del 14 al 17.

El Señor dijo: “En la casa de Mi Padre muchas moradas hay [...] voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Y si me voy y os preparo lugar, vendré otra vez, y os tomaré a Mí mismo, para que donde Yo estoy, vosotros también estéis” (14:2-3). ¿Dónde está el Señor? Hemos visto que el Señor claramente dijo que Él estaba en el Padre. Por lo tanto, cuando el Señor dijo: “Para que donde Yo estoy, vosotros también estéis”, quería decir que Él haría que nosotros también estuviéramos en el Padre. Cuando el Señor habló estas palabras, los discípulos, incluso Pedro, Jacobo y Juan, aún no estaban en el Padre. Debido a esto, el Señor dijo que se iría para hacer algo, es decir, que iba a abrir un camino, a preparar un lugar, para introducirlos en el Padre. Por consiguiente, vemos que esta acción de preparar un lugar equivale a edificar al hombre en Dios. El Señor parecía decir: “Yo estoy en Dios, pero vosotros estáis fuera de Dios. Donde Yo estoy hoy vosotros no podéis estar. Es por ello que voy a preparar un lugar, y cuando esté preparado, vendré otra vez y os tomaré para que donde Yo estoy, vosotros también estéis. Yo me voy, y al decirles que me voy me refiero a que estoy próximo a morir. Mi muerte abrirá un camino para vosotros y resolverá los problemas que hay entre vosotros y Dios. Después que muera, vosotros podréis acercaros a Dios. Además, Mi muerte os hará aptos para entrar en Dios”. Por consiguiente, al decir que Él vendría de nuevo después de preparar un lugar, el Señor no se estaba refiriendo en absoluto a Su segunda venida en el futuro.

Hermanos y hermanas, esto es completamente diferente de los conceptos que recibimos en el pasado del cristianismo tradicional. Por consiguiente, tenemos que pedirle al Señor que nos conceda una luz clara al respecto. Espero también que leamos Juan 14, 15, 16 y 17 más detenidamente a fin de ver la revelación central del Evangelio de Juan, a saber: Dios fija tabernáculo con el hombre para edificar el templo y dar cumplimiento al sueño de Jacob en Bet-el a fin de obtener una edificación en el universo que sea la morada mutua de Dios y el hombre.


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