Información del libro

Visión del edificio de Dios, Lapor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-6775-2
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

    Por favor, utilice Firefox o Safari
Actualmente disponible en: Capítulo 4 de 19 Sección 1 de 4

CAPÍTULO CUATRO

UNA VISTA PANORÁMICA

Antes de proseguir, es necesario que tengamos una vista panorámica del edificio de Dios en todas las Escrituras, especialmente en los primeros dos libros, Génesis y Éxodo. Los sesenta y seis libros de la Biblia contienen muchas cosas, pero debemos tener claro cuál es la perspectiva general del tema central. ¿Qué vemos cuando obtenemos una vista panorámica de toda la Biblia? Sólo sobresale un tema principal: el edificio. Si no tenemos una visión que nos permita ver todo lo relacionado con este asunto del edificio, no podremos entender las Escrituras. Podemos leer y releer, pero no tendremos el entendimiento apropiado. Simplemente seremos como una persona que está confinada en una pequeña celda, desde donde tiene una vista muy estrecha y limitada. Necesitamos, por tanto, recibir una visión celestial para tener un entendimiento claro de todas las Escrituras.

EN GÉNESIS

Con esta perspectiva, los primeros dos libros de las Escrituras revelan claramente las cosas relacionadas con el edificio de Dios.

El primer cuadro

Recuerden el cuadro que se nos presenta en Génesis 1 y 2, que es el primer cuadro relacionado con el edificio de Dios. Allí vimos un árbol con un río fluyente, y que de ese río procedían el oro, la perla y las piedras preciosas, que son los materiales útiles para el edificio de Dios. Al considerar detenidamente ese cuadro a la luz de toda la Biblia, nos damos cuenta de que nos muestra a Dios como vida para nosotros. Si el hombre come del fruto del árbol de la vida, recibe a Dios como vida; entonces la vida de Dios fluye dentro del hombre, transformándolo en materiales preciosos.

En el huerto del Edén, Adán era un trozo de barro; pero en la Nueva Jerusalén, los santos son los materiales preciosos. Allí no hay hombres de barro. En las doce puertas de la ciudad santa están inscritos los nombres de las doce tribus de Israel (Ap. 21:12), pero lo más sobresaliente de estas puertas es que todas ellas son perlas (v. 21). Las doce tribus de Israel originalmente estaban conformadas por hombres de barro. Asimismo los doce cimientos de la ciudad tienen los nombres de los doce apóstoles (v. 14), es decir, el nombre de Pedro, de Jacobo, de Juan, etc., pero estos doce cimientos son hechos de doce clases de piedras preciosas (vs. 19-20). Estos apóstoles también eran originalmente trozos de barro. ¿Cómo pudieron las doce tribus de Israel y los doce apóstoles llegar a ser perlas y piedras preciosas? La respuesta es que para ello todos tuvieron que ser transformados. En el huerto del Edén el hombre no era otra cosa que barro; pero en la Nueva Jerusalén él ha llegado a ser no sólo una piedra, sino una piedra preciosa, así como perla y oro, o sea, tres materiales preciosos.

Al comienzo de las Escrituras, vemos a un hombre corporativo hecho de barro sin ningún contenido precioso. Pero al final de las Escrituras, encontramos otro hombre corporativo, un hombre grande y vasto, una ciudad. Y en esta ciudad no hay nada de barro ni de la tierra. Todo es de oro, de perla y de piedras preciosas. Todos han experimentado un cambio mediante la obra de transformación. En el pasado Dios realizó Su obra de creación en seis días, pero a fin de transformar al hombre Él se ha tomado al menos seis mil años. Todos los cristianos se encuentran en este proceso diario de transformación.

¿Por qué sufren los cristianos? Muchos de nosotros tenemos el concepto equivocado acerca del sufrimiento. Pensamos que si hemos hecho algo malo, debemos sufrir. Sin embargo, muchas veces no nos hemos comportado indebidamente, y aun así debemos sufrir porque el sufrimiento es necesario para nuestra transformación. Muchos cristianos están demasiado “crudos”; por lo tanto, tienen que ser cocinados e incluso puestos al fuego, mientras que otros tienen que ser puestos bajo presión, todo ello a fin de ser transformados. A lo largo de mi vida cristiana he disfrutado mucho al Señor, pero por otro lado, he experimentado un problema tras otro. Los problemas son necesarios para que se efectúe mi transformación.

La ciudad de Enoc y Noé

Hemos visto que el propósito e intención de Dios en Su obra creadora era obtener un grupo de personas que fuesen el centro de Su creación. Dios tenía la intención de obtener un hombre corporativo para que éste lo expresara y representara al derrotar a Su enemigo y así recobrar la tierra perdida. Pero Satanás intervino y le hizo daño al hombre. Satanás capturó al hombre y lo apartó del propósito de Dios; luego lo usó para que levantara una falsificación de lo que Dios deseaba obtener. Esto primeramente produjo la ciudad de Enoc, una falsificación del edificio de Dios. El propósito de Dios era transformar al hombre mediante el fluir de Su vida, para que llegase a ser los materiales preciosos útiles para Su edificio. Pero Satanás se introdujo secretamente en el huerto del Edén y robó a este hombre, usurpándolo para que edificara una ciudad contraria a Dios, una ciudad que era una falsificación del edificio de Dios.

La mayoría de nosotros no conoce el verdadero significado de la caída del hombre. La meta del enemigo al provocar la caída del hombre era utilizar al linaje caído para construir una falsificación que era contraria al propósito de Dios. Dios tenía la intención de edificar al hombre de modo que fuese la expresión corporativa de Sí mismo, pero Satanás secuestró al hombre y lo utilizó como el material de una ciudad falsa. Por lo tanto, inmediatamente después de la caída del hombre en Génesis 3, la ciudad de Enoc fue edificada por la humanidad caída en Génesis 4. Toda clase de cosas pecaminosas fue inventada allí. La ciudad de Enoc fue la fuente de todas las ocupaciones malignas del linaje humano: la guerra, el placer, la diversión, la poligamia y todos los deleites carnales. ¡Cuánta corrupción y pecaminosidad ha procedido de aquella ciudad! La ciudad de Enoc fue el centro mismo de la primera civilización; fue la primera cultura inventada por el linaje humano. Así que Dios, no pudiendo tolerar esto, envió un diluvio para juzgar a aquella generación. Pero antes de destruir la ciudad, Dios le pidió a Noé, un hombre justo que andaba continuamente con Dios, que edificara una estructura absolutamente diferente de la falsificación de Satanás (Gn. 6).

El hombre caído edificó la ciudad de Satanás, pero Noé edificó un arca conforme a las especificaciones de Dios. Esto era completamente diferente de la ciudad tanto en sus materiales como en su propósito. Era un tipo completo de Cristo en Su naturaleza humana mezclada con la Deidad. El arca incluía Su obra redentora (la palabra hebrea traducida “brea”, con la cual fue cubierta el arca, está relacionada con la palabra expiación). Por lo tanto, el arca representa a Cristo y Su obra redentora.

Después del diluvio, Noé no intentó edificar una ciudad; más bien, vivió en una tienda y erigió un altar para servir a Dios (9:21; 8:20). Esto fue una miniatura del tabernáculo venidero que Dios procuraba obtener.


Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.

Back to Top