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Sacerdocio, Elpor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-0324-8
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CAPITULO NUEVE

LA VIDA DE LOS SACERDOTES

Seguiremos examinando la relación de Cristo con el sacerdocio al ver la vida que llevan los sacerdotes. Ellos debían comer a fin de ser fortalecidos, nutridos y llenos interiormente; y también necesitaban ser vestidos para ser cubiertos exteriormente. La comida y la vestidura son aspectos de la vida sacerdotal y, por supuesto, necesitaban vivienda, lo cual presentaremos en el siguiente capítulo.

CRISTO ES LA COMIDA DE LOS SACERDOTES

Mientras que los hijos de Israel vagaban por el desierto por cuarenta años, día tras día su alimento era el maná. Para el desayuno, almuerzo y cena solamente tenían ¡maná! Pero, ¿se han preguntado qué comían los sacerdotes? ¿También comían el maná día tras día, o algo más?

Leamos primero Levítico 2:3: “Y lo que resta de la ofrenda será de Aarón y de sus hijos; es cosa santísima de las ofrendas que se queman para Jehová”. Los sacerdotes comían parte de la ofrenda de harina.

Ahora leamos Levítico 7:14, 31-34: “Y de toda la ofrenda presentará una parte por ofrenda elevada a Jehová, y será del sacerdote que rociare la sangre de los sacrificios de paz ... Y la grosura la hará arder el sacerdote en el altar, mas el pecho será de Aarón y de sus hijos. Y daréis al sacerdote para ser elevada en ofrenda, la espaldilla derecha de vuestros sacrificios de paz. El que de los hijos de Aarón ofreciere la sangre de los sacrificios de paz, y la grosura, recibirá la espaldilla derecha como porción suya. Porque he tomado de los sacrificios de paz de los hijos de Israel el pecho que se mece y la espaldilla elevada en ofrenda, y lo he dado a Aarón el sacerdote y a sus hijos, como estatuto perpetuo para los hijos de Israel”. Aquí vemos que a los sacerdotes les pertenecía parte de la ofrenda de paz.

Además, Levítico 6:26 dice: “El sacerdote que la ofreciere por el pecado, la comerá; en Lugar Santo será comida, en el atrio del tabernáculo de reunión”. Esta es la ofrenda por la transgresión, de la cual comían los sacerdotes.

Levítico 7:6-7 dice: “Todo varón de entre los sacerdotes la comerá; será comida en Lugar Santo; es cosa muy santa. Como el sacrificio por el pecado, así es el sacrificio por la culpa; una misma ley tendrán; será del sacerdote que hiciere la expiación con ella”. Esta es la ofrenda por las transgresiones y parte de ella era para los sacerdotes.

Levítico 24:9 dice: “Y será de Aarón y de sus hijos, los cuales lo comerán en Lugar Santo; porque es cosa muy santa para él, de las ofrendas encendidas a Jehová, por derecho perpetuo”. Según el contexto del versículo, se refiere al pan de la proposición, el cual les pertenecía a los sacerdotes.

Estos versículos muestran que casi todas las diferentes ofrendas sirvieron como alimento para los sacerdotes. En el capítulo anterior vimos que los sacerdotes principalmente se encargan de las cosas de Cristo. No sólo sirven a Dios o interceden por los demás, sino que también se encargan de los varios aspectos de Cristo: lo manejan y lo ministran a otros. Como un negociante administra su mercancía así los sacerdotes administran a Cristo, al Cristo que lo es todo, que es rico, infinito e inmensurable. Constantemente se ocupan de El y lo ministran a otros.

Ahora vemos que la vida sacerdotal también es Cristo. No sólo manejaban a Cristo, sino que también lo comían para experimentarlo interior y subjetivamente. Lo manejaban no sólo como la mercancía para otros, sino también como su propia alimentación.

Las distintas ofrendas representan varios aspectos de Cristo para nosotros. Fueron destinadas para la subsistencia de los sacerdotes, ya que de lo que ofrecían comían apropiadamente en forma regular, en ciertos lugares y tiempos específicos. Si tuviéramos el tiempo, podríamos ver donde debemos disfrutar la variedad de las riquezas de Cristo. Esto es muy interesante y maravilloso.

En todos mis viajes por diferentes lugares, he notado que los cristianos comen de diferentes maneras, pero ¿cuántos saben cómo comer a Cristo? Hoy en día, descuidan mucho a Cristo y muchos cristianos verdaderos ni siquiera pueden relacionar la palabra “disfrute” con Cristo. Saben cómo creer en Cristo, cómo seguirlo, conocerlo, adorarlo y predicarlo, pero nunca han oído de disfrutarlo al comerlo.

En 1958, en cierta ciudad ministré que debemos comer a Cristo; y después del mensaje un joven vino y me dijo: “Hermano, su mensaje estuvo muy bueno, pero usted usó una palabra salvaje. ¿Cómo pudo decir que debemos comer al Señor Jesús?” Le respondí: “Si mi palabra es salvaje, entonces lo que el Señor dijo en Juan 6:57 también lo es. El dijo: “Como me envió el Padre viviente, y Yo vivo por causa del Padre, asimismo el que me come, él también vivirá por causa de Mí”. Debemos comerlo. Además dijo: “Yo soy el pan de vida” (Jn. 6:35). El pan es para comerlo.


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