Información del libro

Expresión práctica de la iglesia, Lapor Witness Lee

ISBN: 978-0-87083-905-4
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

    Por favor, utilice Firefox o Safari
Actualmente disponible en: Capítulo 7 de 22 Sección 2 de 2

COMO GUARDAR LA UNIDAD

Les presentaré la manera de guardar la unidad: no tratemos de convencer a otros con nuestras opiniones, sino que seamos fortalecidos en nuestro espíritu, seamos ricos en la experiencia de Cristo, y preocupémonos por la debida vida de iglesia.

Siempre existen dos asuntos que causan problemas en la iglesia. El primero es que las personas continuamente desean que otros sean iguales a ellos. El segundo es que las personas buscan reglamentos y, por ende, preguntan: “¿Cuál es el debido camino? ¿Es éste el camino correcto?”. Todos somos así, y debemos a toda costa ser librados de estos dos conceptos. Lo que necesitamos no son reglamentos, sino llenarnos de Cristo y abundar ricamente en la vida de iglesia. No debemos insistir en este camino o aquel, sino que debemos centrarnos en Cristo y la iglesia.

Seamos amplios y liberales con relación a todo lo que no sea Cristo y la iglesia. No debemos imponer sobre otros lo que no sea el Señor como vida y la iglesia como Su expresión, ni tampoco debemos oponernos a tales experiencias. Algunos quizá pensarán que soy muy liberal y que no le presto atención a la Biblia, pero yo les pediría que lean el capítulo catorce de Romanos nuevamente y que atiendan esta porción así como lo hacen con el resto de la Biblia. En este capítulo el apóstol Pablo expresa una actitud muy amplia, y nos exhorta a ser iguales. La epístola a los Romanos no sólo contiene el capítulo doce sino también el catorce; hoy en día los creyentes le prestan mucha atención al capítulo doce pero descuidan el catorce. Es imposible experimentar la verdadera vida del Cuerpo que se ve en el capítulo doce, si no tomamos en cuenta lo que dice el capítulo catorce. La vida del Cuerpo en el capítulo doce requiere la actitud amplia y liberal que se encuentra en el capítulo catorce a fin de que se guarde la unidad. De no ser así, la unidad del Cuerpo de Cristo será dañada por las opiniones disidentes y los diferentes conceptos. Si en verdad nos preocupamos por lo que la Biblia dice, prestaremos atención a lo que dice el capítulo catorce de Romanos.

A algunos nos les gusta cuando otros dicen “Amén” en las reuniones, pero los que dicen “Amén” tienen la base bíblica para hacerlo. Cuando el pueblo de Israel llegó a la tierra de Canaán, la congregación dijo: “¡Amén!” (Dt. 27:11-26). Y en Apocalipsis 5:14 y 19:4 las cuatro criaturas vivientes y los veinticuatro ancianos dijeron: “¡Amén!” Ellos dirán: “¿Por qué razón usted no dice ‘Amén’?” ¿Quién está correcto y quién está equivocado? De cualquier modo, debemos ser tolerantes en todos estos asuntos. No debemos insistir en tales cosas, sino sólo en Cristo y la vida de iglesia.

Tengo una convicción profunda de que en estos días el Señor recobrará la debida vida de iglesia. El no se preocupará por los asuntos doctrinales, así como no se preocupó de eso cuando vino por primera vez. En aquel tiempo, el Señor Jesús y Su precursor, Juan el Bautista, abandonaron todas las costumbres religiosas. No abandonaron a Dios, pero sí dejaron la religión del judaísmo. Creo que hoy, en el tiempo de Su segunda venida, el Señor repudiará todos los ritos, reglamentos y doctrinas muertas del cristianismo.

LA MANERA APROPIADA DE PRACTICAR
LA VIDA DE IGLESIA

La manera apropiada de practicar la vida de iglesia consiste en simplemente tomar a Cristo como el fundamento y reunirnos en el terreno de la unidad. Es todo. No debemos preocuparnos por cualquier otro asunto que no sea Cristo y Su iglesia en el terreno de la unidad. Si somos fortalecidos en nuestro espíritu y estamos llenos de Cristo, será fácil proseguir con la iglesia local sin preocuparnos de otras cosas. Por ejemplo, simplemente no nos importará si se toca o no el piano en las reuniones. Sólo nos ocuparemos de ministrar Cristo a las personas y de practicar la vida apropiada de iglesia. No criticaremos ni juzgaremos a otros que tienen opiniones diferentes. Sencillamente no nos importará si se tiene la mesa del Señor en la mañana o en la tarde. Con tal que la iglesia en nuestra ciudad se reúna en el terreno de la unidad, seremos uno con ella y ministraremos Cristo en ella. Es suficiente. Abandonaremos todas las opiniones y no nos preocuparemos por ningún reglamento. Por consiguiente, será muy fácil proseguir ministrando a Cristo en cualquier iglesia local.

Cuando los cristianos llegan a un lugar nuevo, siempre prestan atención a las cosas pequeñas. Por ejemplo, algunos observan si el pan en la mesa del Señor es leudado o no, mientras otros investigan si se usa vino o jugo de uvas. Siempre se preocupan por cosas insignificantes.

Muchos tienen ciertos preceptos y reglamentos que prefieren en la mesa del Señor. Claro que esto jamás está escrito pero se sobreentiende, así que cuando van a otro lugar, critican a las personas que no practican la mesa del Señor como ellos.

¡Oh, cuánto necesitamos que el Señor nos libere! Debemos ver que no estamos a favor de estas cosas pequeñas, sino que somos para Cristo y Su iglesia. Es suficiente que los santos amen al Señor y se reúnan en el terreno de la unidad para ministrarse Cristo los unos a los otros. Todos debemos estar plenamente ocupados con Cristo y la iglesia en el terreno de la unidad; no le prestemos atención a nada más. Démosle a otros la libertad de actuar según los guíe el Señor, y no critiquemos a nadie según nuestro concepto. Lo que necesitamos hacer es guardar la unidad y ministrar a Cristo a las personas. Debemos ser amplios en nuestra actitud y fortalecidos en nuestro espíritu.

En cuanto a mí, no me gusta usar muchas copas pequeñas en la mesa del Señor porque creo que eso va contrario a la enseñanza de las Escrituras. Tampoco prefiero el bautismo por aspersión en vez del bautismo por inmersión porque creo que eso no va conforme a las Escrituras. Además, pienso que las hermanas deben cubrirse la cabeza. Pero durante todos estos años jamás he insistido en esas cosas y jamás me he preocupado por ellas. No me molesta si los creyentes usan una copa grande o muchas copas pequeñas en la mesa del Señor. Si me permite hacerlo, usaré una copa grande; pero si usted lo hace, tiene la libertad de hacerlo como el Señor lo guíe.

Dondequiera que vayamos y estemos tenemos que ser uno con la iglesia allí. Quizá nosotros practiquemos el bautismo por inmersión, pero la iglesia practica la aspersión; en ese caso, no debemos insistir en la inmersión. Claro, esto no significa que no tenemos comunión con ellos en cuanto al asunto. Si reciben lo que hemos visto, está bien; si no lo reciben, no causamos problemas. Si nos damos cuenta que causaremos problemas al hablar de un asunto, entonces no debemos decir nada. Aunque no estemos de acuerdo con la iglesia en ciertas cosas, no debemos imponernos ni insistir sino simplemente consentir en lo que se haga. Si pudiésemos tomar decisiones, quizá no procederíamos de la misma manera; pero como no estamos en tal situación, no debemos causar problemas. Esto no significa que estamos de acuerdo con la decisión; sin embargo, no argumentamos sobre esos asuntos. Al contrario, sólo nos preocupamos por Cristo y la iglesia. Este es el camino para guardar la unidad en el debido terreno. Tenemos que ser así de tolerantes; si no, tarde o temprano crearemos otra división.

Tenemos que aprender a tener una actitud amplia y liberal. Si alguno no ora-leyendo la Palabra, yo estimo que eso es una gran pérdida. Cuando abro la Biblia, yo oro-leyendo; pero si usted no lo hace, no me molesto. En cuanto a estas prácticas, debemos tener una actitud liberal. En cuanto al terreno de la unidad, debemos estar firmes; pero en cuanto a las otras prácticas y enseñanzas somos amplios. Así tendremos la verdadera unidad y expresión del Cuerpo de Cristo en la ciudad donde vivimos. Esta es la única manera acertada de practicar la vida de iglesia.

LA MANERA APROPIADA DE RECIBIR A LOS SANTOS

Sólo si somos amplios y liberales podremos recibir a los santos apropiadamente. Si no somos así, no podremos evitar ser sectarios al recibirlos. Si insistimos en alguna práctica o enseñanza, no recibiremos a los que difieran de nosotros en algunos asuntos. Pero el apóstol Pablo dijo: “Ahora bien, recibid al débil en la fe, pero no para juzgar sus opiniones” (Ro. 14:1). En los próximos versículos relacionados con la comida y la observancia de ciertos días, Pablo describe lo que significa ser “débil en la fe”. En esos ejemplos se nos dice con claridad que debemos recibir a los santos que difieren de nosotros. Debemos recibir a cualquier creyente, aunque tenga opiniones o conceptos diferentes, “porque Dios le ha recibido”. Con tal que sea creyente, es decir, con tal que Dios le haya recibido, nosotros también lo recibimos. Como Dios lo recibió, nosotros no tenemos el derecho de rechazarlo. Recibimos a los que Dios recibió, ni más ni menos. La base sobre la cual recibimos a los creyentes es que Dios los ha recibido. No debemos recibir a los creyentes según nuestro gusto, nuestra opinión o nuestra creencia, sino conforme al hecho de que Dios ya los recibió. Esta es la base sobre la cual recibimos a los creyentes.

Dios recibe a las personas conforme a Su Hijo, nuestro Señor Jesucristo. Si una persona recibe a Su Hijo como Salvador personal, no importa los conceptos que él tenga acerca de otras cosas, Dios lo recibe inmediatamente. Ya que Dios recibe a las personas de esta forma, nosotros también debemos recibirlas igualmente. Recibamos a otros así como Dios los recibe. Si los recibimos de manera diferente que El, estamos equivocados: o somos más estrechos o más amplios que Dios. Esto causará muchos problemas y daños en la vida de iglesia.

Lo que Cristo ha recibido, Dios lo recibe, y Cristo nos recibe según nuestra fe en El. Cristo recibe al que cree en El; jamás rechazará al que crea en El. En Juan 6:37 El dijo: “Al que a Mí viene, por ningún motivo le echaré fuera”. La única condición para que Cristo nos reciba es venir a El, creer en El y recibirlo a El; por tanto, debemos recibir a las personas sobre la misma base sin añadir ninguna otra condición. Debemos recibir a todo el que cree en Cristo nuestro Señor sin agregar ninguna otra exigencia. Si esa persona recibe a Cristo como su Salvador personal, no importa cuanto disienta con relación a otros asuntos, él es un verdadero creyente, y no tenemos ninguna otra opción sino recibirlo, porque el Señor lo ha recibido. Por eso el apóstol dijo: “Por tanto, recibíos los unos a los otros, como también Cristo os recibió, para gloria de Dios” (Ro. 15:7). Debemos recibir a todos los que Cristo recibió, así guardaremos la unidad genuina del Cuerpo de Cristo, no seremos sectarios, no causaremos confusión y no dañaremos la vida de iglesia. A fin de practicar la vida de iglesia y guardar la unidad, es necesario recibir a todos los creyentes. ¡Que el Señor tenga misericordia de nosotros!


Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.

Back to Top