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Evangelio de Dios, Elpor Watchman Nee

ISBN: 978-1-57593-940-7
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Actualmente disponible en: Capítulo 5 de 26 Sección 2 de 5

LA OBRA SALVADORA DE DIOS
MANIFIESTA LA JUSTICIA DE DIOS

Hay un libro en la Biblia, Romanos, que nos dice cómo trata Dios en forma específica este problema. Leamos Romanos 3:25-26, comenzando con la segunda parte del versículo 25: “Para la demostración de Su justicia, a causa de haber pasado por alto, en Su paciencia, los pecados pasados, con la mira de demostrar Su justicia en este tiempo, a fin de que El sea justo, y el que justifica al que es de la fe de Jesús”. Aquí debo añadir algo. Algunas versiones se equivocan al traducir el versículo 25. Traducen: “Para declarar Su justicia para la remisión de los pecados pasados, por medio de Su paciencia”. Pero la palabra “para” no se debería usar en este versículo. Por el contrario debería ser: “Para manifestar Su justicia, a causa de haber pasado por alto, en Su paciencia, los pecados pasados”. Además, en el versículo 26 la palabra “y” se debe entender como la unión de dos cosas que ocurren al mismo tiempo. Entonces esta cláusula se debería entender así: “A fin de que El sea justo y el que justifica al que es de la fe de Jesús”. Mientras Dios justifica a aquellos que creen en Jesús, El es visto como justo, y el hombre lo reconoce como tal.

El versículo 25 trata los problemas del pasado, y el versículo 26, los del presente. Los problemas del pasado están relacionados con las personas del Antiguo Testamento. Los problemas del presente están relacionados con las personas de los tiempos del Nuevo Testamento. El versículo 25 trata un asunto del Antiguo Testamento. El versículo 26 trata un asunto del Nuevo Testamento. Los del Antiguo Testamento transgredieron la ley durante cuatro mil años. Estaban llenos de pecados y de transgresiones. Pero Dios no los envió a perdición o a destrucción inmediatamente. Durante esos cuatro mil años, día tras día Dios pacientemente pasó por alto los pecados cometidos en el pasado. No vemos el lago de fuego inmediatamente después del huerto de Edén. Aunque Dios le dijo al hombre que el día en que comiera del árbol del conocimiento del bien y del mal moriría (Gn. 2:17), cuando Adán comió el fruto, no fue inmediatamente al lago de fuego. ¿Por qué no? Porque Dios pasó por alto los pecados de los tiempos del Antiguo Testamento; El ejerció Su paciencia para con ellos. Dios ejerció la paciencia y pasó por alto los pecados cometidos por el hombre en el pasado. Pero surge una pregunta. ¿Fue Dios justo al usar Su paciencia y al pasar por alto los pecados del hombre en el Antiguo Testamento? ¿Cuál era el propósito de Dios al hacer esto? En realidad, al pasar por alto los pecados del hombre y al ejercer Su paciencia, Dios manifestaba Su justicia.

Dios no quiere que pensemos que después de ser salvos nuestra salvación es ilegal. Dios no permitirá que el hombre llegue a tal conclusión. Dios quiere mostrarnos que no hay nada ilegal ni injusto en Su manera de salvar. En cuanto a los pecados de los tiempos del Antiguo Testamento, El dice que tuvo paciencia y pasó por alto los pecados para manifestar Su justicia. En cuanto a los pecados del presente, El dice que lo que hace también manifiesta Su justicia. El desea que al justificar a los que creen en Jesús El sea hallado justo.

La obra salvadora de Dios no viene por la “puerta trasera”. El quiere que nuestra salvación llegue por la “puerta principal”. Nuestra salvación debe ser correcta y apropiada. El no permitirá que nadie diga que nuestra salvación es inapropiada. El no ofrece una salvación fraudulenta. El rechaza una salvación fraudulenta. Su intención es salvarnos, pero El lo hará de una manera que concuerde con Su naturaleza, Su nivel moral, Su dignidad, Su ley y Su justicia. Dios no nos puede salvar ilegalmente.

Aquí tenemos un problema. Si Dios quisiera usar cualquier medio posible para salvarnos y si ignorara totalmente el asunto de la justicia, El le podría decir a cualquiera: “Ve en libertad”. Hay hombres que son neciamente buenos. Si Dios dijera esto, El sería un Dios bueno e insensato. Dios nunca sería así. Si Dios no lo amara a usted, le sería fácil dejar que usted muriera y pereciera cuando pecara. Pero El no puede permitir que esto suceda porque El lo ama. El problema es que el pecado del hombre y el amor de Dios se encuentran. Cuando la justicia de Dios se suma a estos dos, la salvación se convierte en la cosa más difícil de la tierra. Si el hombre no hubiese pecado, todo estaría bien; y si Dios no hubiese amado, tampoco habría problema. Si alguien comete un crimen y merece morir, a mí no me importa esa persona si yo no la amo. En la actualidad muchos presos son ejecutados. Me importa poco el asunto si no los amo. Es un problema sólo si los amo y quiero rescatarlos. Si ellos no han pecado, será fácil tratar el asunto. Y si no los amo, el asunto también es fácil de tratar. Además, si ellos han pecado y yo los amo pero no tengo justicia, el asunto aún puede resolverse fácilmente; puedo tratar el asunto irresponsablemente y aceptar soborno. Pero si soy una persona justa, no puedo recurrir a un método fraudulento e impropio. Yo no los dejaré libres ilegalmente. Si los he de rescatar, debo hacerlo justamente. Llevar a cabo tal salvación se convierte en la tarea más difícil de toda la tierra. Estos tres asuntos: el amor, el pecado y la justicia, no pueden existir lado a lado fácilmente. El amor es un hecho; el pecado también es un hecho, y la justicia es una necesidad. Debido a que estos tres están juntos, Dios debe encontrar la manera de salvarnos y de satisfacer el amor de Su corazón, y al mismo tiempo preservar Su justicia. Lograr tal obra sería sin duda una obra maestra. ¡Aleluya! La salvación que Dios ha preparado para nosotros en Su Hijo Jesús es una obra maestra. El puede salvarnos de nuestros pecados y mostrar Su amor, y El lo puede hacer de la manera más justa. Esto lo hace mediante la obra redentora del Señor Jesús.


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