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Cristo como la realidadpor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-3063-3
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LA CASA ESPIRITUAL, EL SACERDOCIO

El siguiente punto que debemos ver se encuentra en 1 Pedro. Allí el apóstol Pedro nos dice que Cristo es la piedra viva y que nosotros somos las piedras vivas. “Acercándoos a Él, piedra viva, desechada por los hombres, mas para Dios escogida y preciosa, vosotros también, como piedras vivas, sois edificados como casa espiritual hasta ser un sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo” (2:4-5). Sabemos que en la Biblia las piedras representan el material para la edificación. Cristo es la piedra viva, y nosotros somos las piedras vivas para ser edificados como casa espiritual. Esta casa espiritual es el sacerdocio. Aprecio la versión en inglés King James en este versículo, porque pone una coma después de “casa espiritual”, para mostrar que la casa espiritual es el sacerdocio. “Vosotros también, como piedras vivas, sois edificados como casa espiritual, sacerdocio santo [heb.]”. Esto prueba que el sacerdocio es la casa espiritual y que la casa espiritual es el sacerdocio.

En 1966, cuando abarcamos el tema del sacerdocio (The Stream [El manantial], del tomo 5, núm. 4 al tomo 6, núm. 4), señalamos que en el Nuevo Testamento la palabra sacerdocio tiene dos significados diferentes. Primeramente se refiere al servicio o ministerio sacerdotal, y en segundo lugar quiere decir cuerpo sacerdotal o cuerpo de sacerdotes. En español sólo hay una palabra para designar el sacerdocio, pero en el griego hay dos palabras con significados distintos. En Hebreos 7 la palabra traducida “sacerdocio” significa servicio o cargo sacerdotal, mientras que en 1 Pedro esta palabra significa cuerpo sacerdotal o cuerpo de sacerdotes. La casa espiritual no es un servicio sacerdotal, sino un cuerpo de sacerdotes; es una entidad corporativa. Los sacerdotes edificados juntos son la casa espiritual. Éste es el significado de la palabra sacerdocio en este pasaje.

En el Nuevo Testamento el sacerdocio es diferente del que se menciona en el Antiguo Testamento. En el Nuevo Testamento, los sacerdotes que son edificados juntos son el tabernáculo; son la casa espiritual. En la tipología del Antiguo Testamento es un poco difícil unir estos dos puntos, debido a que el tabernáculo y los sacerdotes son dos entidades diferentes. Pero en realidad estos dos tipifican una sola entidad con dos aspectos, esto es, el edificio de Dios que es el tabernáculo de Dios, o sea, la casa de Dios. Esta casa está edificada con los sacerdotes quienes son las piedras vivas. Nosotros somos el sacerdocio y somos las piedras vivas. Cuando somos edificados juntos, llegamos a ser un cuerpo de sacerdotes, el cual es el sacerdocio.

LA DIETA DEL SACERDOCIO

En Levítico vemos que los sacerdotes vivían principalmente de la ofrenda de harina. Toda su existencia dependía principalmente de la ofrenda de harina. Los sacerdotes son las tablas del tabernáculo que están derechas y subsisten al alimentarse de la ofrenda de harina, la cual representa la humanidad fina de Jesús. Como los sacerdotes de hoy en día, somos las tablas del tabernáculo, pero para estar firmes debemos alimentarnos con la humanidad de Jesús. No basta con alimentarnos de Jesús como el Cordero pascual o el maná celestial. Alimentarnos del maná celestial sólo nos sustenta para mantenernos en el desierto; pero para ser las tablas derechas del tabernáculo, necesitamos la humanidad de Jesús como nuestro alimento diario.

Supongamos que ninguno de los israelitas ofreciera la ofrenda de harina y que los sacerdotes no recibieran nada como ofrenda de harina. Esto haría que los sacerdotes padecieran una dieta de hambre; pues no tendrían una alimentación apropiada. El alimento de los sacerdotes no era ordinaria, sino extraordinaria; su alimento era la ofrenda de harina. Si la iglesia no disfruta suficientemente la humanidad de Jesús, la iglesia local será extremadamente débil. Si todos los miembros disfrutan a Cristo solamente como el Cordero inmolado y como el maná celestial, pero no lo disfrutan como la ofrenda de harina, todas las tablas no permanecerán derechas, sino que se vendrán abajo.

Puede ser que poseamos cierto conocimiento bíblico y algunos dones, incluso podemos tener cierta medida de espiritualidad, pero si no disfrutamos de la humanidad de Jesús, estaremos simplemente caídos. No habrá nada que nos sostenga. Lo único que puede mantenernos derechos es la humanidad de Jesús. En el cristianismo esto se ha perdido y se ha desatendido por siglos. Sin embargo, creo que el Señor lo va a recobrar. Esto es lo que necesitamos en la vida de iglesia. El tabernáculo está compuesto principalmente de las tablas, y las tablas son los sacerdotes, aquellos que solamente pueden existir al alimentarse de la ofrenda de harina. Nosotros somos los sacerdotes, las tablas, los materiales para la edificación de la iglesia local. Así que, tenemos que alimentarnos de algo a fin de permanecer firmes, y este algo es la humanidad de Jesús que es la ofrenda de harina.

Por ejemplo, supongamos que todos los israelitas hayan ofrecido los holocaustos, las ofrendas de paz, la ofrenda por el pecado y la ofrenda por la transgresión, sin presentar la ofrenda de harina. Yo creo que los sacerdotes se morirían de hambre. Ésta es la situación en que se encuentran los cristianos hoy en día. Ellos aprecian la muerte del Señor en la cruz como la ofrenda por el pecado y la ofrenda por la transgresión. Ellos disfrutan la paz con Dios por medio de Cristo como la ofrenda de paz, pero no lo experimentan como la ofrenda de harina. Ellos simplemente no tienen esta comprensión o entendimiento. Por esto entre los creyentes actuales hay poca edificación de la iglesia.

La iglesia es la casa de Dios; es el tabernáculo actual y está compuesto de tablas derechas. Dichas tablas son los sacerdotes, quienes sólo pueden subsistir al alimentarse de la ofrenda de harina. Esto quiere decir que si hemos de ser las tablas que edifican el tabernáculo de Dios, debemos alimentarnos de la humanidad de Cristo. Sin la ofrenda de harina, no habría manera de obtener las tablas derechas para el tabernáculo, y todo el tabernáculo se vendría abajo. Ésta es la situación actual. Tal vez presentemos el holocausto, la ofrenda de paz, la ofrenda por el pecado y la ofrenda por la transgresión; pero si no presentamos la ofrenda de harina, no tendremos nada con que alimentar a los sacerdotes, quienes son las tablas derechas. El verdadero sostén es el alimento sacerdotal de la ofrenda de harina. Sólo la humanidad de Jesús es el alimento sacerdotal que puede sostener a los sacerdotes como las tablas derechas. Todos debemos orar para que podamos experimentar y masticar la humanidad de Jesús. Entonces tendremos algo de Su humanidad que podemos traer a la reunión y presentar a Dios como una ofrenda de harina. Esta ofrenda de harina será la comida sacerdotal para muchos de los sacerdotes entre nosotros, capacitándolos para ser las tablas derechas. Es así que el tabernáculo será edificado y Dios tendrá una morada.

UN SOLO Y NUEVO HOMBRE

Finalmente, en el libro de Efesios vemos al nuevo hombre. Para ver a este nuevo hombre debemos leer tanto Efesios 2:15 como 4:24: “Aboliendo en Su carne la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas, para crear en Sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre, haciendo la paz [...] Y os vistáis del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la realidad”. La iglesia es el nuevo hombre, y como hombre requiere una humanidad apropiada, una humanidad nueva, la cual es simplemente Cristo. Debemos vestirnos del nuevo hombre, es decir, debemos vestirnos de la humanidad de Jesús.

Efesios 2:15 dice que Cristo ya creó el nuevo hombre, y Efesios 4:24 nos dice que nos vistamos del nuevo hombre. Permítanme darles un ejemplo. Cristo ya ha cumplido la redención, pero debemos aplicarla a nosotros mismos. Esto quiere decir que debemos vestirnos de Su redención; de no ser así la redención no tendrá ningún efecto en nosotros. El principio es el mismo con el nuevo hombre. El nuevo hombre ya fue creado, pero necesitamos vestirnos del nuevo hombre y aplicar a nosotros mismos lo que Cristo ha creado en la cruz. La manera de vestirnos del nuevo hombre es simplemente disfrutar la humanidad de Jesús. Al participar de la humanidad de Jesús día tras día, nos revestimos del nuevo hombre.


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