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Encarnación, inclusión e intensificaciónpor Witness Lee

ISBN: 978-0-87083-940-5
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I. CONOCER AL DIOS TRIUNO
PROCESADO Y CONSUMADO

Primero, debemos conocer al Dios Triuno procesado y consumado (Mt. 28:19).

A. Encarnado, hecho carne

El Dios Triuno se encarnó, fue hecho carne (Jn. 1:14). Por medio de la encarnación El llegó a ser el primer Dios-hombre, el Señor Jesús, y como tal expresó a Dios en Su humanidad.

B. Ungido como el Cristo

Dios se encarnó como Dios-hombre, y este Dios-hombre fue ungido como el Cristo, el Ungido de Dios, para cumplir el plan de Dios en Su economía eterna (Lc. 4:18). En realidad, Dios mismo vino a efectuar lo que había planeado en la eternidad conforme a Su economía eterna.

C. Consumado como Espíritu vivificante

El Dios Triuno fue consumado como Espíritu vivificante para aplicar lo que Cristo logró (1 Co. 15:45). Dios el Padre planeó; Dios el Hijo cumplió lo que Dios el Padre planeó, y Dios el Espíritu aplica lo que Dios el Hijo logró conforme al plan de Dios.

II. CONOCER AL CRISTO TODO-INCLUSIVO

Ahora debemos conocer al Cristo todo-inclusivo en muchos aspectos diferentes.

A. El misterio de Dios

Necesitamos conocer al Cristo todo-inclusivo como el misterio de Dios que ha de ser la realidad del Dios Triuno (Col. 2:2). Cristo es tanto el misterio de Dios como la realidad del mismo. Todo lo que Dios es y tiene está corporificado en Cristo. Toda la intención que Dios tiene está relacionada con Cristo. Si no conocemos a este Cristo, no conocemos a Dios. Podemos decir que Cristo es la llave que abre el camino que lleva a Dios. Cuando tenemos a Cristo, Dios está abierto a nosotros. Por medio de El conocemos a Dios y somos introducidos en El.

En Colosenses 2:2 Pablo habla del “misterio de Dios, es decir, Cristo”. El hecho de que Cristo es el misterio de Dios indica que no es sencillo. Al contrario, El es inmensurable y misterioso. Sin duda alguna, Dios no es sencillo. El es ilimitado, infinito, eterno. Entonces, ¿cómo podría ser sencillo Cristo, el misterio de Dios? Cristo, como misterio de Dios, es el Dios inmensurable, infinito y eterno.

B. El Verbo de Dios

Dios es misterioso y necesita que el Verbo lo defina. El Cristo todo-inclusivo es el Verbo de Dios que lo define (Jn. 1:1). El, como Verbo de Dios, habla a Dios, y por tanto es la definición, la explicación y la expresión de Dios. Cristo, como Verbo, es Dios definido, explicado y expresado. Por consiguiente, el Verbo es en realidad Dios mismo, no Dios escondido, ocultado y misterioso sino Dios definido, explicado y expresado.

C. La corporificación de Dios

El Cristo todo-inclusivo es la corporificación de Dios que lo expresa. “En El habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad” (Col. 2:9). Antes de la encarnación de Cristo, la plenitud de la Deidad habitaba en El, quien era el Verbo eterno, pero no habitaba en El corporalmente. Desde el momento en que Cristo se encarnó, se vistió de un cuerpo humano, la plenitud de la Deidad empezó a habitar en El de modo corporal, y en Su cuerpo glorificado (Fil. 3:21) habita ahora y por la eternidad. El Cristo que es la corporificación de Dios no sólo habla a Dios y lo define; también lo expresa. Puesto que El es la corporificación sólida de Dios, nos presenta a Dios, expresándolo.

D. La centralidad y la universalidad

El Cristo que es el misterio de Dios, la realidad de Dios, la definición de Dios y la expresión de Dios también es la universalidad y la centralidad de la economía eterna de Dios (Col. 1:13-19). En la economía de Dios, Cristo es el centro y la circunferencia.

Se puede comparar la economía de Dios con una rueda grande, que tiene a Cristo como todas sus partes. Cristo es el cubo, el centro de esta rueda. “Todas las cosas en El se conservan unidas” (v. 17). Esto significa que así como los radios de una rueda se juntan en el cubo al centro, así todas las cosas existen juntas por tener a Cristo como el cubo, el centro que las mantiene. En la rueda de la economía de Dios, Cristo también es los radios, el apoyo y la llanta, la circunferencia.

E. La porción que Dios asignó

Necesitamos conocer al Cristo todo-inclusivo como la porción que Dios asignó a los creyentes para su disfrute. Colosenses 1:12 habla de Cristo como “la porción de los santos”. Esto se refiere a la porción de la herencia, según se ilustra por la distribución de la buena tierra de Canaán, dada a los hijos de Israel para que la heredaran (Jos. 14:1). La herencia de los creyentes neotestamentarios, la porción que Dios les asignó, es el Cristo todo-inclusivo.


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