Información del libro

Experiencia que tenemos de Cristo, Lapor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-4619-1
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

    Por favor, utilice Firefox o Safari
Actualmente disponible en: Capítulo 1 de 23 Sección 3 de 3

PADECER PARA MAGNIFICAR A CRISTO

Debido a que las virtudes cristianas deben ser inagotables, Dios a menudo no reducirá nuestros sufrimientos, sino que más bien los aumentará, a fin de que Cristo sea magnificado. Es necesario que suframos a fin de que Cristo sea magnificado. Supongamos que usted orara: “Oh Dios, Padre mío, Tú eres bondadoso y misericordioso. Tú sabes que no puedo soportar muchas cosas. Por favor, reduce mis sufrimientos”. Si Dios respondiera a su oración, reduciendo su sufrimiento, Cristo no sería magnificado. Necesitamos los sufrimientos a fin de que Cristo sea magnificado. A medida que nuestros sufrimientos aumentan, Cristo es magnificado cada vez más. No se preocupe por averiguar qué clase de sufrimientos nos permiten magnificar a Cristo. En lugar de ponernos a analizar esto, sencillamente debemos amar al Señor y experimentarlo.

A medida que nuestros padecimientos aumentan, es posible que pensemos que nuestro Padre celestial es cruel y despiadado con nosotros. Sin embargo, recordemos que estas palabras acerca de magnificar a Cristo las dijo alguien que estaba en la cárcel. Cuanto más tiempo pasaba en la cárcel, más magnificaba a Cristo. Magnificar significa engrandecer. Como ya dijimos, magnificar a Cristo significa expresarlo como Aquel que es ilimitado. Él es magnificado a medida que aumentan nuestros sufrimientos. No debemos tener temor de sufrir, puesto que es un gozo magnificar a Cristo por medio de los sufrimientos. Muchos maestros del cristianismo se han dado cuenta que el libro de Filipenses es un libro de gozo. En este libro Pablo nos dice una y otra vez que nos regocijemos en el Señor. Cuando estamos en un ambiente agradable, tal vez no sea tan significativo decir que estamos gozosos. Sin embargo, es muy significativo que nos regocijemos mientras estamos en una cárcel.

LA SUMA TOTAL DE NUESTRO VIVIR CRISTIANO

La experiencia que tenemos de Cristo es un misterio, y todo lo que experimentamos de Cristo es ilimitado. Si recibimos esta visión, ésta no sólo regulará nuestra vida, sino que también fortalecerá nuestro andar cristiano. La intención de Dios es magnificar a Cristo por medio nuestro. La vida de iglesia es la suma total de nuestro vivir cristiano. Todos nosotros vivimos a Cristo; por lo tanto, cuando sumamos el vivir cristiano de todos, el resultado es la vida de iglesia. Nuestra vida cristiana es un misterio, y todo lo que expresamos de Cristo en nuestro vivir también es un misterio. Todos somos personas misteriosas debido a que Cristo vive en nosotros. Por ejemplo, si hablamos por Cristo, nuestro hablar por Cristo es un misterio. Sin embargo, aunque es un misterio, no deja de ser un hecho. Todo lo que experimentamos de Cristo hoy, es un misterio. Día tras día, nuestro vivir es misterioso. Por esta razón, cuando nos reunimos todos como iglesia, somos un completo misterio. La suma de todos estos misterios es la vida de iglesia. Este misterio da a conocer a Aquel que es ilimitado.

EL MISTERIO DE EXPERIMENTAR A CRISTO

A fin de que Cristo pueda manifestarse por medio de nosotros, Él primero debe estar en nosotros. Pablo dijo: “Porque para mí el vivir es Cristo”. Esto significa que nosotros podemos vivir de tal manera que sea Cristo. Además, mientras vivimos para ser Cristo, esperamos estar con Él. Por lo tanto, Cristo está presente y al mismo tiempo ausente. Esto es un misterio que muestra que Cristo es ilimitado. Debido a que nosotros somos personas limitadas, no podemos estar presentes y a la vez ausentes. Pero puesto que el Cristo que experimentamos es ilimitado, Él puede estar presente y al mismo tiempo ausente.

El Cristo a quien experimentamos y por quien vivimos es diferente de lo que pensamos que Él es. Experimentar a Cristo y vivir por Él es un misterio. Si usted piensa que está experimentando a Cristo, es posible que no lo esté experimentando. Pero si cree que no lo está experimentando, probablemente sí lo está experimentando. Mientras lo experimenta, usted tal vez no sienta que lo está experimentando. Él no sólo es misterioso, sino también abstracto, invisible e intangible. Cuando usted siente que quiere rechazar a Cristo y abandonarlo, tiene cierto sentir en su interior. Este sentir es diferente del sentir que normalmente tiene. Por otra parte, es posible que en ese momento usted no sienta que está experimentando a Cristo, sino que más bien, está teniendo una experiencia que es suya. No se deje robar, pues de hecho, podría estar experimentando a Cristo. Sin embargo, cuando usted abandona a Cristo y desiste de Él, tiene un sentir muy diferente. Cuando usted tiene ese sentir, entonces se da cuenta que en realidad había estado experimentando a Cristo. Esto muestra que la experiencia que tenemos de Cristo es misteriosa.

Los que están en el movimiento pentecostal a menudo tratan de presentar a Cristo como una persona que no es misteriosa. Pero todo lo que no sea misterioso, tampoco es real. Si su experiencia no es misteriosa, entonces no es una verdadera experiencia de Cristo. Cristo está aquí, y a la vez no está. Lo mismo sucede con Dios. La Biblia nos dice que ningún hombre ha visto a Dios jamás; sin embargo, Él se apareció a los hombres. Es difícil saber si Cristo es una persona abstracta o concreta. Las personas siempre tratan de presentar al Cristo misterioso como una persona tan concreta que deja de ser misteriosa. Pero eso es una actuación falsa.

En el pasado muchos de nosotros afirmamos haber tenido experiencias maravillosas. Pero después de cierto tiempo, dejamos de considerar maravillosas dichas experiencias. Al contrario, nos dimos cuenta de que eran meramente una actuación. Por otra parte, aunque en la vida de iglesia quizás no tengamos experiencias que calificaríamos de maravillosas, no podemos negar que hemos experimentado a Cristo. Hemos experimentado algo que no puede ser borrado de nuestro ser. Esto es Cristo como nuestro misterio.

Este tipo de experiencia misteriosa produce el verdadero crecimiento en la vida divina. De hecho, las experiencias que la gente considera maravillosas, no nos ayudan a crecer en vida; pero, las experiencias misteriosas que tenemos de Cristo son las que nos ayudan a crecer.

La experiencia que tenemos de Cristo es totalmente un misterio, y esta experiencia es ilimitada, puesto que es Cristo magnificado. Debemos cuestionar cualquier experiencia que, en vez de ser misteriosa, se pueda entender fácilmente. Las verdaderas experiencias no se pueden entender, pues son misteriosas. Supongamos que alguien dijera: “Sencillamente no sé que me pasó ayer. No sabría decir si amaba o no al Señor. Sencillamente no lo sé. Si digo que amaba al Señor, dentro de mí sentiré una voz que me acusa y me dice que no lo amaba; pero si digo que no amaba al Señor, estaría diciendo una mentira. Así que, amo al Señor, pero no me atrevo a decir que lo amo”. Ésta es una verdadera experiencia. Sin embargo, supongamos que alguien dijera: “¡Alabado sea el Señor! Ayer, por la gracia del Señor, me porté de una forma muy humilde”. Esta clase de humildad es una mera actuación. En cambio, supongamos que alguien dijera: “No sabría decir si fui humilde o no. Quizás lo fui, pero me parece que también fui orgulloso”. Ésta es la verdadera experiencia que tenemos de Cristo como humildad. Esta clase de experiencia de Cristo es visible y a la vez invisible, tangible y a la vez intangible. Esta clase de experiencia es ilimitada; es duradera por cuanto es la magnificación de Cristo.

Si usted está seguro de que lo que está experimentando es una experiencia de Cristo, eso no es normal, y debe cuestionarlo. Lo único de lo cual podemos estar seguros es de nuestra salvación. Cuanto más seguro esté usted de su salvación, mejor. Debe poder decir: “¡Alabado sea el Señor, he sido salvo! Los cielos pasarán y la tierra puede desaparecer, pero mi salvación no puede ser puesta en tela de juicio. Tengo la plena certeza de que he sido salvo”. Sin embargo, el enemigo astuto no permitirá tan fácilmente que la gente tenga la certeza de su salvación. En cada oportunidad que tenga, él interroga esto y hará que dudemos. Sin embargo, esta duda es la garantía más firme de que somos salvos. Si usted nunca dudara de su salvación, ello indicaría que usted probablemente no es salvo. Así que sus dudas son la confirmación más clara y la garantía de que usted es salvo. Sin embargo, aunque Satanás no quiere que tengamos la certeza de que somos salvos, él, por otra parte, hará que tengamos una falsa seguridad con respecto a otras cosas. Por ejemplo, algunos podrían decir: “Tengo la certeza de que soy un vencedor. Ayer recibí la certeza de que soy parte de las primicias. Por la gracia del Señor, ahora soy uno de los ciento cuarenta y cuatro mil” (Ap. 14:1). Debemos poner en duda esta clase de certeza. No tenga ninguna certeza acerca de su experiencia, puesto que todas las experiencias que tenemos de Cristo son misteriosas. Yo creo que ahora todos estamos experimentando a Cristo, aunque de una manera misteriosa. La iglesia es misteriosa porque el misterio universal está aquí. Por lo tanto, la iglesia es un misterio escondido dentro de otro misterio.

Podemos magnificar a Cristo mediante la abundante suministración del Espíritu de Jesucristo. Aunque esta suministración es abundante, no es visible. Quizás no sintamos que la suministración es abundante; sin embargo, lo es. Cristo jamás puede ser agotado. Es posible que sintamos que somos débiles; pero esta debilidad es una debilidad misteriosa, porque en realidad no somos débiles. Sin embargo, otros afirman ser fuertes, pero su fuerza no es real. Todas las experiencias que tenemos de Cristo son un misterio. Esto es la magnificación de Cristo.

Así que, cuando usted sienta que está experimentando a Cristo, probablemente dicha experiencia no sea real. Pero cuando tenga dudas respecto a si está experimentando a Cristo, ésa experiencia podría ser real. Las experiencias que tenemos de Cristo en nuestra vida cristiana son misteriosas. Un misterio es algo que no podemos entender ni explicar, sino que simplemente debemos aceptar.

En Filipenses 2 Pablo dijo que él estaba listo para ser derramado en libación. Esto era algo que estaba por suceder al final de su carrera cuando sufriría el martirio. En Filipenses 3 Pablo dijo que todavía no lo había alcanzado, pero que olvidaba lo que quedaba atrás y se extendía a lo que estaba delante de él, a fin de alcanzar el premio del llamamiento a lo alto que Dios hace en Cristo Jesús. Por consiguiente, en el momento en que escribió el libro de Filipenses, Pablo aún estaba corriendo la carrera, y por eso aún no tenía la certeza de haber alcanzado el premio. Él sólo obtuvo esta certeza cuando sufrió el martirio. En 1 Corintios 9 Pablo dijo que corría la carrera y luchaba para poner su cuerpo en servidumbre, para que no sucediera que, después de haber predicado a otros, él mismo viniera a ser reprobado. La primera Epístola a los Corintios fue escrita a comienzos de su ministerio, mientras que Filipenses fue escrito cuando faltaba poco para su martirio. Si ustedes leen los escritos del apóstol Pablo, notarán que, por un lado, él tenía la certeza, y que, por otro, no estaba seguro. En 1 Corintios 7 se nos revela que la experiencia que tenemos de Cristo es misteriosa. En este capítulo el apóstol Pablo dijo algo por su propia cuenta (v. 25), pero al final del capítulo dijo: “Pienso que también yo tengo el Espíritu de Dios”.

La experiencia que tenemos de Cristo es tangible y a la vez intangible, es abstracta y a la vez concreta. Dios, Cristo, la vida de iglesia y nuestra experiencia cristiana, todos ellos, son un misterio. No podemos hacer que este misterio sea completamente sólido, tangible y visible. Sería una necedad pretender hacer esto. Cuanto más misteriosos seamos, mejor. Si no tenemos ninguna experiencia, no tendremos interrogantes misteriosos respecto a lo que nos sucede interiormente. Pero cuanto más amemos a Cristo, cuanto más vayamos en pos de Él y vivamos por Él, más dudas tendremos respecto a si realmente estamos experimentando a Cristo. Esto muestra que nuestra vida cristiana no puede ser explicada, por cuanto es un misterio. Así que cuanto más misteriosos seamos, más experiencias de Cristo tendremos. Todo este asunto de experimentar a Cristo es un misterio.


Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.

Back to Top