Visión del edificio de Dios, Lapor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-6775-2
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Los Evangelios nos muestran cómo Cristo llegó a ser hombre a fin de que nosotros pudiéramos ser introducidos en Él, y cómo Él llegó a ser el Espíritu a fin de poder entrar en nosotros. En primer lugar, nosotros somos introducidos en Él. En segundo lugar, Él entra en nosotros y vive en nuestro interior. Éste es el aspecto principal que vemos en los Evangelios.
Después de esto, Hechos nos muestra a un grupo de personas que fue bautizado en el Dios Triuno, y ahora Él mora en todas ellas como su vida y, como resultado, ellas llegan a ser Su expresión. Por lo tanto, hablando con propiedad, Hechos no es un libro que trata sobre la predicación, ni sobre la obra ni el ministerio. Este libro es una crónica de un pueblo corporativo que fue introducido en el Dios Triuno y que tiene al Dios Triuno viviendo en su interior. Ellos eran esta clase extraordinaria de seres humanos. Ellos eran una especie que estaba mezclada con Dios, al estar en Dios y tener a Dios viviendo en su interior. Hechos no es un libro que relata las actividades de ciertas personas, sino una biografía de esta clase extraordinaria de seres humanos.
Después de Hechos, vienen las Epístolas. Verdaderamente debemos darle gracias al Señor por el orden en que fueron puestos los libros de las Escrituras. Primero tenemos los Evangelios, luego el libro de Hechos y después la Epístola a los Romanos. Para entender al Cristo que mora en nosotros, necesitamos dos cosas. Necesitamos recibir la visión y tener las debidas experiencias. Las experiencias son siempre el resultado de la visión. Los cuatro Evangelios y el libro de Hechos nos imparten la visión, y las Epístolas nos dicen cómo experimentar al Cristo que mora en nosotros.
La mayoría de los cristianos piensa que el tema del libro de Romanos es la justificación por la fe. Es cierto que una sección bastante grande de este libro abarca el asunto de la justificación por la fe; sin embargo, debemos entender que la justificación por la fe no es la meta suprema de este libro. La meta suprema es el Cuerpo de Cristo. Al comienzo, este libro nos habla acerca de la justificación por la fe, pero al final nos lleva a la meta final del Cuerpo de Cristo. Entre estos dos extremos, o sea entre el comienzo y el final, tenemos al Cristo que mora en nosotros. Romanos empieza hablándonos de la justificación por la fe y concluye con el Cuerpo de Cristo; no obstante, en la sección central nos habla del hecho de que Cristo mora en nosotros.
Si únicamente hemos visto la justificación por la fe, sólo hemos visto la primera parte del libro de Romanos. Apreciamos el hecho de que el Señor usó a Martín Lutero para recobrar el asunto de la justificación por la fe; no obstante, ello sólo es el comienzo del libro de Romanos. Así que, tenemos que proseguir hasta alcanzar la meta. La meta es el Cuerpo de Cristo, y el camino que nos lleva de la justificación por la fe al Cuerpo de Cristo consiste en el hecho de que Cristo mora en nosotros. Por lo tanto, podemos ver que el morar de Cristo en nosotros es muy crucial y estratégico. Si hemos de alcanzar la meta de Dios a partir del comienzo dispuesto por Dios, tenemos que seguir el camino de Dios. Este camino es el Cristo que mora en nosotros.
Es necesario que ahora veamos en el libro de Romanos algunos de los versículos más importantes relacionados con el hecho de que Cristo mora en nosotros. El primero de ellos es Romanos 5:10, que dice: “Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de Su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos en Su vida”. Este versículo abarca dos puntos principales. El primero es que aun siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de Cristo. A los ojos de Dios, no sólo éramos pecadores, sino también enemigos. Éramos enemigos de Dios, pero ¡aleluya, fuimos reconciliados! Si sólo fuéramos pecadores, únicamente necesitaríamos ser perdonados, pero puesto que somos enemigos, necesitamos reconciliación. Alabado sea el Señor, no sólo fuimos perdonados, sino también reconciliados. Fuimos reconciliados con Dios por la muerte de Cristo. Ésta es la consumación máxima de la justificación por la fe; ya no hay problemas entre nosotros y Dios. ¿No es esto maravilloso? Todos los problemas fueron resueltos. Fuimos reconciliados con Dios por medio de la muerte redentora de Cristo.
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