Lecciones básicas acerca de la vidapor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-1467-1
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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La vida divina que está en nosotros nos hace extremadamente conscientes de lo espiritual. Cuanto más seamos llenos de la vida divina, más conscientes estamos de los asuntos espirituales, lo cual nos hace aptos para percibir el espíritu y también permite percibir las cosas del espíritu. Ésta es la conciencia de la vida.
La ley de la vida no es una ley de algo que carece de conciencia, sino que es la ley de una vida que está consciente de sí misma. Por eso, pertenece a la esfera de la conciencia.
La ley del Espíritu de vida se encuentra en la esfera de la conciencia y está plenamente consciente de sí misma.
La paz que tenemos no proviene de las circunstancias, sino que se halla en nuestro interior y está determinada por nuestra conciencia. Sabemos que tenemos paz interiormente por la conciencia que tenemos interiormente.
Estar conscientes de la paz nos indica si estamos en el espíritu. Si no tenemos paz, eso indica que no estamos en el espíritu. Si tenemos paz y tenemos el sentir de paz por dentro, esto nos indica que estamos en el espíritu.
Primero la muerte hace que perdamos la percepción, la conciencia, ya que un muerto no tiene conciencia alguna.
Por un lado, la muerte hace que perdamos toda conciencia, que seamos totalmente insensibles; pero, por otro, hace que estemos conscientes de la muerte misma. El sentir de muerte es la sensación de inquietud, incomodidad, depresión, opresión, oscuridad y vaciedad. Cuando sentimos estas cosas por dentro, ello es una indicación de que la muerte está en nuestro interior.
Después de percibir la conciencia de la vida, de la ley de vida, de paz y de muerte, podemos conocer el espíritu por el sentir del espíritu
La vida divina se halla contenida en el Espíritu Santo. Según Romanos 8:2, el Espíritu Santo es el Espíritu de vida.
Cuando fuimos regenerados, el Espíritu Santo se mezcló con nuestro espíritu (v. 16; 1 Co. 6:17).
La vida divina se menciona en Romanos 8:2, donde se habla de la ley del Espíritu de vida. Con el tiempo, la vida divina llega a ser no sólo la vida del Espíritu Santo, sino también la vida de nuestro espíritu, puesto que el Espíritu Santo, quien contiene la vida divina, se mezcla con nuestro espíritu. Estos dos espíritus han llegado a ser uno solo; de tal manera que la vida divina llega a ser la vida de los dos espíritus: el Espíritu Santo y nuestro espíritu.
Podemos conocer el espíritu por el sentir interior del espíritu. La vida divina que se halla en el Espíritu Santo nos da, por medio de nuestro espíritu, un sentir de frescura, vigor, fortaleza, resplandor, santidad, realidad y satisfacción.
Podemos conocer el espíritu por el sentir de vida. La percepción de todo lo anterior en lo más recóndito de nuestro ser es el sentir de vida, y este sentir de vida demuestra que andamos conforme al espíritu (Ro. 8:4).
También podemos conocer el espíritu por el sentir de la ley de vida. Dicha ley es la función espontánea y natural de la vida divina, pues concuerda con su naturaleza divina. Esto significa que la ley de vida desempeña su función según la naturaleza divina de esta vida.
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