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Vida cristiana normal de la iglesia, Lapor Watchman Nee

ISBN: 978-0-87083-495-0
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Actualmente disponible en: Capítulo 6 de 9 Sección 4 de 6

LOS RESULTADOS DE LA OBRA

Cuando un siervo de Dios llega a un lugar nuevo, su primera tarea debe ser fundar una iglesia local, a menos que ya haya una en existencia, en cuyo caso su única preocupación debe ser ayudar a la iglesia. La única meta de la obra en un lugar dado es la edificación de la iglesia allí. Todo el fruto del trabajo de un obrero debe destinarse al crecimiento de la iglesia. La obra en un lugar dado existe para la iglesia solamente, no para sí misma. La meta del apóstol es edificar la iglesia, no edificar su obra ni edificar el grupo que lo haya enviado.

¿En qué estriba el fracaso de las misiones hoy en día? Ellos retienen los resultados de su obra en sus propias manos. En otras palabras, han tomado a sus convertidos como miembros de su misión o de su iglesia-misión en lugar de edificarlos en las iglesias locales, o entregarlos a ellas. El resultado es que la misión sigue extendiéndose y se convierte en una organización imponente, pero casi no se encuentran iglesias locales. Y puesto que no hay iglesias locales, la misión tiene que enviar obreros a diferentes lugares como “pastores” de los varios grupos de cristianos. Así que la iglesia no es iglesia y la obra no es obra, sino que ambos son una mezcolanza de las dos. No parece haber autorización bíblica para formar grupos de obreros en misiones; sin embargo, considerar una misión como un grupo apostólico no es totalmente antibíblico, pero aumentar las misiones sus propias organizaciones en vez de establecer las iglesias locales, sí es categóricamente antibíblico.

DOS LINEAS DE TRABAJO

Un apóstol debería ir y laborar en un lugar dado si la iglesia local lo invita, o si él mismo ha recibido una revelación del Señor para trabajar allí. En este caso, si hay una iglesia en la localidad, puede escribirle, avisándole de su llegada, así como Pablo notificó a las iglesias en Corinto y en Roma. Estas son las dos lineas que controlan la obra de un apóstol: necesita tener, o bien, una revelación directa de la voluntad de Dios o una revelación indirecta por medio de la invitación de una iglesia.

A dondequiera que vaya un apóstol, debe aprender a llevar su propia responsabilidad, teniendo su propia casa alquilada. Puede ser correcto que trabaje en un lugar, viviendo como huésped de la iglesia local, pero no sería correcto importunarles aprovechándose su hospitalidad por un período largo. Si un obrero espera quedarse algún tiempo en un lugar, entonces debe tener su propio centro de trabajo, y no sólo debe llevar sus propias responsabilidades personales, sino también todas las responsabilidades inherentes a la obra. Una iglesia local debe asumir toda la responsabilidad de su propia obra, y así debe hacerlo el obrero por la suya. La iglesia como tal no debe tomar parte en ningún expendio financiero con respecto a la obra; sólo el obrero es responsable por todos los gastos incurridos, y debe aprender desde el principio mismo de su ministerio a depender del Señor para la suministración a sus necesidades. Desde luego, si la iglesia es espiritual, sus miembros reconocerán su responsabilidad espiritual y estarán dispuestos a ayudar en forma material para que la obra de Dios pueda proseguir, pero el obrero no debe dar nada por sentado, y debe asumir toda la carga financiera para que sea manifiesto que la iglesia y la obra son totalmente distintas.

Cuando un apóstol llega a un lugar donde ya existe una iglesia local, nunca debe olvidar que él no tiene ninguna autoridad eclesiástica. Si él deseara trabajar en un lugar en donde la iglesia local no desea que esté, todo lo que él puede hacer es irse a otra parte. La iglesia tiene plena autoridad para recibir o rechazar a un obrero. Aunque el obrero de que se trata haya sido usado por Dios para fundar la misma iglesia que lo desecha, no por eso puede reclamar autoridad alguna en la iglesia.

Si él sabe, sin lugar a dudas, que Dios lo ha llevado a laborar en ese sitio, mas la iglesia local se rehusa a recibirlo, aunque ellos persistan en su actitud, él debe obedecer el mandato de Dios e ir y trabajar allí a pesar de ellos. Pero no debe reunir creyentes a su derredor, ni formar una iglesia aparte por ningún motivo. Sólo puede haber una iglesia en un lugar. Si él forma un grupo de creyentes aparte, donde ya existe una iglesia local, estará formando una secta y no iglesia. Las iglesias son fundadas con base en la localidad, no con base en si recibe o no a un cierto apóstol. Aun si la iglesia local rehusara recibirlo, y su obra tuviera que efectuarse sin el apoyo y cooperación de ella, o quizá incluso a pesar de su oposición, aún así todos los resultados de sus labores deben ser para el beneficio de esa iglesia. A pesar de su actitud hacia el apóstol como persona, todos los frutos de sus labores deben ser contribuidos a esa iglesia. La meta exclusiva de toda obra para Dios es el crecimiento y la edificación de las iglesias locales. Si le dan la bienvenida al obrero, el resultado de su trabajo será para ellas; si lo rechazan, será para ellas de todas maneras.

Necesitamos experiencias espirituales más profundas y luz espiritual más clara si hemos de ser obreros aceptables a Dios y a Su iglesia. Si deseamos vencer las dificultades, tenemos que aprender a vencer por la espiritualidad, no por la autoridad oficial. Si somos espirituales, nos sometemos a la autoridad de las iglesias locales. Es la falta de sumisión de parte de los siervos de Dios la responsable por la formación de numerosas sectas. Muchas de las llamadas iglesias han sido establecidas porque los obreros han sido rechazados por las iglesias y han congregado grupos de personas alrededor de ellos, los cuales los han apoyado a ellos y a las doctrinas que enseñaron. Tal procedimiento es sectario.

Si en verdad somos dirigidos por Dios, ciertamente podemos confiar en que Dios nos abrirá las puertas. Si una iglesia nos recibe, alabemos al Señor; si no, esperemos confiadamente en que El quite el cerrojo de las puertas cerradas. Muchos siervos de Dios confían en que El les abrirá las verdades espirituales, pero no pueden confiar en que El abra las puertas para la recepción de esas verdades. Tienen fe para creer que Dios les dará la luz, pero no tienen fe para creer que El también les dará las llaves para abrir los corazones humanos para que reciban la luz que El ha dado. Así que recurren a métodos carnales y la consecuencia es que se produce mucha división entre los hijos de Dios. Si Dios mismo no quita los obstáculos en nuestras circunstancias, entonces debemos permanecer quietos en donde estamos, y no recurrir a medios naturales, los que con toda seguridad causarán estragos en la iglesia de Dios.


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