Cristo que mora en nosotros seqún se ve en el canon el Nuevo Testamento, Elpor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-4916-1
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Hoy en día Cristo mora como Espíritu en nuestro espíritu. En 1 Corintios 6:17 dice: “El que se une al Señor, es un solo espíritu con Él”. El propio Cristo que ha sido hecho el todo para nosotros está ahora en nuestro espíritu. Nosotros somos un solo espíritu con Él, y continuamente disfrutamos de que Él more en nosotros. Esto lo dejan claro los versículos mencionados anteriormente y la última parte de 1 Corintios 15:45, que dice: “Fue hecho [...] el postrer Adán, Espíritu vivificante”. Nunca debemos olvidar este versículo.
Ya vimos que el Espíritu de Dios mora en nosotros. Ahora vemos que este Espíritu es Cristo mismo como Espíritu vivificante. Luego 1 Corintios 12:13 nos muestra algo más. “En un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un solo Cuerpo [...] y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu”. Así pues, tenemos al Espíritu que mora en nosotros, al Espíritu vivificante y al Espíritu que podemos beber. ¿Creen ustedes que son tres Espíritus? ¡Por supuesto que no! Todos sabemos que estos tres simplemente se refieren a un mismo Espíritu. El Espíritu de Dios es el Espíritu vivificante, y el Espíritu vivificante es el Espíritu al cual podemos beber. Finalmente, vemos que Jesús es simplemente una especie de bebida para nosotros. Diariamente bebemos de Él.
Todos sabemos que el bautismo significa introducir a las personas en agua, y que beber significa que el agua entra en las personas. Esto es exactamente lo que dice 1 Corintios 12:13. Nosotros fuimos bautizados en un mismo Espíritu, y ahora todos estamos bebiendo de ese único Espíritu. También vimos que estos dos aspectos se mencionan en Mateo y en Juan. Según Mateo, nosotros fuimos bautizados en el Dios Triuno (Mt. 28:19). Luego según Juan, este Dios Triuno ha entrado en nosotros (Jn. 14:17, 20). Ahora, 1 Corintios nos dice lo mismo. Nosotros hemos sido bautizados en el Espíritu y estamos bebiendo de Él.
Beber de Cristo como el Espíritu es la manera en que nosotros lo aplicamos como nuestro todo. Cuando decimos: “Oh, Señor Jesús”, bebemos de Él. Al hacer esto, participamos de Jesús como nuestra fuerza. Cuando estamos tristes, bebemos de Él como nuestro gozo. Cuanto más bebemos de Él de esta manera, más lo tomamos a Él como nuestra persona de manera práctica. Ya no vivimos por nosotros mismos, sino que vivimos por Él.
No hay muchos cristianos que practiquen esta clase de beber. Alabamos al Señor porque en los pasados años muchos santos de entre nosotros han empezado a poner esto en práctica. Sin embargo, aun me parece que nuestra práctica no es la adecuada. Ésta necesita ser intensificada. Nunca debemos pensar que ya somos profesionales en este asunto. Todo el día debemos beber de Jesús. Todos fuimos puestos en Él (Gá. 3:27), y Él ha sido hecho el todo para nosotros. Sin embargo, Él únicamente puede ser nuestro todo al morar en nosotros, y nosotros únicamente podemos disfrutar del hecho de que mora en nosotros al beber de Él. Durante todo el día debemos beber de este Espíritu vivificante. “Oh, Señor Jesús. Oh, Señor Jesús. Oh, Señor Jesús”. Ésta es la verdadera manera en que bebemos del Espíritu.
Si nuestro cónyuge empieza a discutir con nosotros, no debemos usar nuestra boca para discutir. En lugar de ello, debemos usar nuestra boca para decir: “¡Oh, Señor Jesús! ¡Oh, Señor Jesús!”. Mientras discutimos, debemos beber del Señor Jesús de esta manera. Es al beber que disfrutamos del hecho de que Jesús mora en nosotros. Además, es al morar Él en nosotros que Él llega a ser nuestro todo de manera práctica. Ésta es la manera en que lo tomamos como nuestra persona. Antes de hacer cualquier cosa, debemos decir: “¡Oh, Señor Jesús!”. Siempre que vayamos a la tienda a hacer algunas compras debemos decir: “Oh, Señor Jesús”. Cuando estemos a punto de empezar a discutir con alguien, lo primero que debemos decir es: “¡Oh, Señor Jesús! ¡Oh, Señor Jesús!”. Esto aparentemente es muy sencillo, y hasta nos puede parecer una práctica infantil. Sin embargo, no existe otra manera que sea más viviente, práctica, real y prevaleciente. Jesús mora como Espíritu vivificante en nuestro espíritu, y todos nosotros debemos aprender a beber de Él una y otra vez.
Hace poco escuché que una pareja de Nueva Zelanda bebe once tazas de té al día. Eso realmente parece demasiado, pero beber de Jesús sólo once veces al día es muy poco. Debemos beber de Él cientos de veces. ¿Creen que beber de Jesús cien veces al día es demasiado? ¡No! Nunca podría ser demasiado. Debemos aprender a beber de Él incontables veces al día.
Ahora podemos ver que 1 Corintios tiene un versículo que incluye estos dos aspectos. Todos fuimos bautizados en un mismo Espíritu, y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu. Ser bautizados en un mismo Espíritu se revela en Mateo, y beber de un mismo Espíritu básicamente se revela en Juan (Jn. 7:37-39; 4:14). Ahora en 1 Corintios tenemos un solo versículo que relaciona estos dos libros. Pablo es muy sabio, pues en un versículo tan corto abarca Mateo y Juan. Todos fuimos bautizados en el Dios Triuno, y ahora esta persona maravillosa es nuestra bebida. Todos fuimos puestos en esta agua maravillosa, y también fuimos puestos en el lugar correcto para recibir esta agua en nuestro ser. Es al beber diariamente de esta agua que Él llega a ser el todo para nosotros, y que nosotros aprendemos a tomarlo como nuestra persona y a vivir por Él. De este modo, finalmente seremos Su expresión en la tierra como el Cristo corporativo. Todo esto se lleva a cabo al morar Cristo en nosotros.
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