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Perfeccionamiento de los santos y la edificación de la casa de Dios, Elpor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-7391-3
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Actualmente disponible en: Capítulo 11 de 13 Sección 3 de 3

APRENDER CIERTAS HABILIDADES
ADEMÁS DE APRENDER LAS LECCIONES

A fin de coordinar con otros, no sólo necesitamos aprender las lecciones; debemos aprender ciertas habilidades. Aprender una habilidad no significa comportarnos diplomáticamente; antes bien, significa aprender a manejar la situación. Cuando no seamos capaces de coordinar con los santos, debemos considerar si debemos cambiar la manera en que coordinamos. Debemos de buen grado y con toda sinceridad pedir el consejo de los santos con quienes estamos coordinando.

Yo soy el obrero más problemático. He corregido a otros con frecuencia y les he señalado sus errores. No obstante, adondequiera que voy, puedo coordinar con los santos y no hago que nadie se sienta irritado y deje de servir. A fin de coordinar con otros, debemos aprender a acomodarnos a sus necesidades y estar dispuestos a aprender de otros. Esto requiere mucho aprendizaje. Ésta es una lección espiritual en la vida divina que requiere mucho tiempo y práctica para aprender.

Conforme al mismo principio, nunca debemos decir que nos vemos obstaculizados porque los santos no aceptan nuestra obra. Nunca debemos condenar a los santos y decir que ellos están demasiado ocupados, que sus corazones están endurecidos o que no tienen un corazón que busca al Señor. No habría necesidad de predicar el evangelio si la gente en el mundo tuviera un corazón para el Señor. Tampoco habría necesidad de impartirles a los santos un suministro si todos los hermanos y hermanas fueran como el apóstol Pablo. Los santos necesitan que nosotros laboremos con ellos y les sirvamos porque ellos están ocupados y tienen un corazón que no es muy ferviente por el Señor. Por consiguiente, nunca debemos abandonar un lugar porque nos encontremos con alguna dificultad. Si no podemos avanzar de una manera, debemos encontrar otra, y si la segunda manera no funciona, debemos ensayar una tercera manera. Debemos seguir intentando hasta que logremos salir adelante.

No hay ningún lugar ni ninguna persona que no pueda ser edificada con otros. Algunas herramientas pueden cortar la madera, y otras pueden cortar diamantes. Cuando estuvimos en Inglaterra, fuimos llevados a un lugar donde se cortan los diamantes. El diamante es la roca más dura de todas. Es fácil encontrar a una persona que corte vidrio o metal, pero es difícil hallar a una persona que pueda cortar un diamante. Para cortar un diamante se requiere destreza; esto no depende del diamante. Por lo tanto, nunca debemos decir que no podemos laborar en un lugar porque los santos allí no son buenos y porque rechazan nuestra obra. Debemos aprender las lecciones espirituales y también aprender las destrezas necesarias.

APRENDER A SER FLEXIBLES EN LA OBRA

Además de aprender a coordinar con otros y aprender ciertas destrezas, los obreros deben aprender a ser flexibles en su obra. A veces los obreros son rígidos e incapaces de acomodarse a las necesidades de los demás. La medicina que un doctor le formula a un paciente puede ser recibida de diferentes maneras. Puede ser inyectada al paciente, o puede ser recibida en forma de píldora, en polvo o en forma líquida. Así pues, la misma medicina puede ser suministrada de diferentes maneras. De la misma manera, nuestra labor no debe ser rígida. Debemos examinar la situación y ser capaces de adaptarnos a ella.

No debemos decir, por ejemplo, que no podemos hacer nada porque los santos no desean nuestra ayuda en un asunto particular. Por ejemplo, no debemos sentirnos indefensos si los santos no quieren estudiar la Biblia. Algunas personas pueden recibir una inyección, pero otros se asustan en cuanto ven una aguja. Así que ellos pueden recibir la medicina en forma oral. Debemos ser flexibles. Si es difícil guiar a los santos a que estudien la Biblia por su cuenta, debemos compartir algo de la Biblia que estimule su interés. Podemos también hacer preguntas relacionadas con la Biblia. Debemos estar dispuestos a ensayar diferentes maneras.

El carácter de un obrero debe ser fuerte y a la vez maleable. Es lamentable que algunos obreros sean obstinados y tengan una manera de ser dominante. Ellos siempre quieren hacer lo que quieren. Una vez que deciden hacer algo, no pueden cambiar. Ellos desean impartir al Señor en otros, pero son estrictos e inflexibles en su manera de proceder. Toda madre debe aprender a alimentar a sus hijos y no obligarlos a comer.

Disfruto mucho ayudar a los santos jóvenes y a los santos de más edad. Yo nunca diría que estoy aquí únicamente para ayudar a los jóvenes y que no trabajaré con los santos de más edad. Debemos servir al Señor aun si no hay jóvenes. Debemos ayudar e impartir el suministro a todos los santos, sean viejos o jóvenes.

No debemos exigirles a los demás que se acomoden a nuestras necesidades, ni exigir que el entorno coopere con nosotros. En lugar de ello, debemos ser flexibles y laborar en cualquier entorno y adaptarnos a la situación donde estemos. Incluso si los santos locales no parecen ser material apropiado y escasamente parecen estar vivos, debemos impartirles un suministro y capacitarlos para que se levanten. Los que sirven al Señor deben tener esta clase de espíritu. Los obreros que tienen este espíritu son eficaces. Ellos aprovechan cualquier oportunidad para laborar. Cuando haya muchas oportunidades, debemos considerar cuál de ellas es la mejor o requiere mayor atención. Si hay un grupo de jóvenes que anhela recibir un suministro, debemos aprovechar esa oportunidad y darles un suministro. Esto es ser flexibles. Algunos obreros son tan rígidos que únicamente están dispuestos a impartir el suministro a los santos de más edad. Aunque los jóvenes expresen deseo de recibir el suministro, estos obreros únicamente impartirán el suministro a los santos de más edad.

Un obrero del Señor debe ser flexible y alegre. Por ejemplo, un próspero hombre de negocios, quien está dedicado a hacer ganancias, no puede ofenderse fácilmente. Él no tiene tiempo para quejarse. Si él tiene oportunidad de hacer alguna ganancia, negociará, puesto que esto es lo único que le importa. Es de esta manera que debemos laborar. Debemos esforzarnos siempre por impartir algo en los santos y ayudarlos.

Un obrero que desea coordinar con los hermanos locales debe aprender a ser estricto consigo mismo y no culpar a los hermanos. Por ejemplo, no debe decir que no puede laborar en un lugar porque los santos locales no aceptan su comunión en cuanto a la cruz. Tampoco debe decir que no puede laborar en un lugar porque quiere predicar el evangelio, pero los santos locales no tienen el espíritu del evangelio. En vez de ello, debe decir que no puede laborar en un lugar porque no sabe coordinar con otros.

Yo no puedo defender a un hermano que dice que no puede laborar en un lugar porque los santos son difíciles. Su queja muestra que él todavía tiene lecciones que aprender. Hemos escuchado mensajes acerca de la disciplina del Espíritu Santo. Debemos aceptar las situaciones que enfrentemos como la disciplina del Espíritu Santo y aprender de ellas. Debemos considerar la razón por la cual se nos hace difícil coordinar con los santos y la razón por la que los santos no responden a nuestra obra. Ésta es la disciplina que el Espíritu Santo nos proporciona a fin de que podamos aprender la lección de la cruz y podamos coordinar con otros.

APRENDER A NO TENER OPINIONES

Todo el mundo tiene opiniones. Nadie puede decir que no tenga opiniones. Sin embargo, mientras tengamos opiniones respecto a cualquier lugar o persona, ello significa que no hemos aprendido las lecciones necesarias. Cuando aprendamos las lecciones, no tendremos opiniones acerca de los hermanos y hermanas que viven en la casa de los obreros ni acerca del servicio de la iglesia. En vez de ello, estaremos en armonía con los santos.

Discutir con los hermanos muestra que necesitamos aprender la lección de no tener opiniones. Yo he aprendido esta lección. Me he encontrado con hermanos que están llenos de opiniones, con hermanos malhumorados y con hermanos difíciles. El Señor me puso con estos hermanos, pero por Su misericordia no tengo opiniones, ni tampoco me quejo. Lo único que sé es que debo aprender la lección.

Si estamos dispuestos a recibir esta palabra y a aprender las lecciones necesarias a fin de coordinar con otros, ser flexibles y no tener opiniones, seremos útiles en las manos del Señor y ganaremos peso espiritual. Nuestra incapacidad para coordinar con otros demuestra que todavía necesitamos aprender ciertas lecciones. Si nuestra obra no es efectiva, ello significa que no somos flexibles. En la obra no debemos tener opiniones acerca de nadie ni de nada.

Éstos pueden parecer asuntos de poca importancia, pero revisten gran seriedad. Si no podemos coordinar con los hermanos locales ni con los santos locales, no podremos coordinar tampoco con otros obreros. Si nuestra obra es ineficaz en un lugar, será ineficaz en cualquier lugar, y si tenemos discordias con los hermanos en una localidad, tendremos discordia con los hermanos en todo lugar. Ésta es una prueba muy seria.

Si no queremos servir al Señor, podemos hacer caso omiso de estos asuntos. No obstante, si queremos servir al Señor, debemos aprender estas lecciones prácticas. Entonces podremos coordinar con cualquier hermano. Asimismo podremos ser uno con cualquier hermano, independientemente cuán conflictivo y problemático sea, y no murmuraremos. Entonces recibiremos la bendición del Señor, no importa dónde estemos ni qué hagamos. Más aún, nuestra obra tendrá un verdadero peso espiritual.

Algunos quizás consideren esto como un asunto de ser quebrantados. Pero en lugar de hacer énfasis en ser quebrantados, yo preferiría hablar de aprender las lecciones. Necesitamos aprender estas lecciones. A través de los años muchos hermanos y hermanas han aprendido estas lecciones y, como resultado, han experimentado un verdadero crecimiento espiritual. Sin embargo, todavía tenemos más cosas que aprender.

Aún quedan dos asuntos que requieren nuestra atención. Uno es la eficacia de nuestra obra, y el otro es los mensajes que damos desde el podio. Algunos hermanos son competentes, pero su obra no produce resultados. Debemos orar y acudir al Señor para hallar la razón y hacer los cambios necesarios. De igual manera, otros hermanos pueden dar buenos mensajes, pero no se ven los resultados. Debemos también buscar al Señor respecto a esto a fin de encontrar la razón. Todo buen árbol produce buenos frutos. Un árbol que no produce fruto no es un mal árbol, pero sí tiene algún problema. Espero que todos aprendamos a resolver los problemas a fin de que la obra del Señor pueda avanzar entre nosotros libremente y sin estorbos.


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