Cristo maravilloso en el canon del Nuevo Testamento, Elpor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-7796-6
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Es por ello que las enseñanzas acerca de la vida matrimonial no funcionan tan bien. Independientemente de la clase de enseñanza que tengamos, todavía nos aferramos a nuestra propia persona. El verdadero amor significa tomar a otra persona como su persona. Si usted ama a su esposa, pero no la toma a ella como su persona, su amor no es genuino; al contrario, es un amor egoísta. Si en verdad usted ama a su esposo, lo tomará como su persona. Entonces no habrá problemas. Lo mismo sucede con respecto a la economía de Dios. No se trata de una enseñanza. La intención del Señor es forjarse en nuestro ser no sólo como nuestra vida, sino también como nuestra persona. Si simplemente fuéramos una caja, y el Señor viviente entrara en nosotros para ser nuestra persona, eso sería muy fácil, pues una caja no tiene personalidad. Pero nosotros somos cajas vivas, y muchos de nosotros tenemos una personalidad muy fuerte. Algunos somos fuertes en la mente, otros lo son en la parte emotiva y otros son fuertes en la voluntad. Por esta razón, el Señor experimenta dificultades. Pero debemos entender que el Señor nunca renunciará a Su propia persona. Debemos ser nosotros los que renunciemos a nosotros mismos. El Señor no tiene la intención de permitirnos vivir como una persona. Nosotros simplemente debemos ser el vaso que lo contiene a Él. Pero el problema es que Dios creó vasos vivos. Es por ello que al comienzo del Nuevo Testamento, el Señor Jesús nos dice que si queremos seguirle, tenemos que negarnos a nosotros mismos. Esto significa que tenemos que negarnos a nuestra persona. Seguir a Jesús significa tomarlo a Él como nuestra persona. A fin de hacer esto, sin duda alguna tenemos que negarnos a nuestra propia persona. Si todos los seguidores de Cristo se negaran a sí mismos, no sería necesario que hubiera tantas páginas en el Nuevo Testamento. Todo sería tan sencillo. Entonces realmente podríamos decir que ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí. Él vive; y nosotros no vivimos, pues al “yo” se le ha dado fin. Ahora lo que vive en nosotros no es solamente otra vida, sino otra persona.
Otro versículo que mencionamos en el último capítulo fue Efesios 3:17. Aquí vemos que Cristo desea hacer Su hogar en nuestro corazón. Muchas veces cuando me hospedo en casa de alguien, me dicen que me sienta como en casa. Pero no importa cuánto me lo digan, en lo profundo yo sé que ésa no es mi casa. Mi casa es el lugar donde yo tengo el pleno derecho y libertad para hacer lo que quiera. Si me dicen dónde debo poner mi maleta y dónde debo poner mis toallas, ese lugar no es mi casa. Un hogar es un lugar donde una persona se siente absolutamente libre. En mi casa yo tengo la libertad de satisfacer todos mis deseos. Esto significa que yo soy la verdadera persona de esa casa. Si no tengo la libertad de hacer todo lo que me agrada en esa casa, esto significa que no soy el que reside en esa casa. Cristo debe tener absoluta libertad y el pleno derecho de hacer lo que le place. Entonces nuestro corazón será Su hogar. Esto significa que ya no seremos nosotros los moradores, sino la morada. Él será el Morador que hace Su hogar en nosotros. Si Él ha de ser Aquel que mora en nosotros, entonces tenemos que perder todo lo que somos. Nosotros simplemente somos la casa. Una casa no tiene ninguna idea, ni conceptos, ni sentimientos, ni voluntad ni ningún deseo; todo depende de lo que quiera hacer el que reside en la casa. Es por ello que siempre que hay una boda, la esposa tiene que cubrirse. En la vida matrimonial sólo debe haber una persona. Gálatas 2:20 y Efesios 3:17 presentan enfáticamente que Cristo tiene que ser nuestra persona. En un sentido simplemente tomar a Cristo como nuestra vida no es muy adecuado. El verdadero significado es tomar a Cristo como nuestra persona. Cuando Él sea nuestra persona, entonces sin duda le resultará fácil ser nuestra vida.
Ahora podemos entender lo que Pablo quiere decir cuando dice: “Haya, pues, en vosotros esta manera de pensar que hubo también en Cristo Jesús” (Fil. 2:5). Esto es tomar a Cristo como nuestra persona al negarnos a nuestra mente natural y al tomar Su mente. Cuando hacemos nuestra la manera de pensar de otra persona, ciertamente la tomamos a ella como nuestra persona. Si realmente queremos tomar a Cristo como nuestra persona, debemos saber cómo negarnos a nuestra mente y permitir que nuestra mente sea completamente reemplazada con la mente de Cristo. Esto no significa que no necesitemos más nuestra mente ni dejemos de usarla, sino que la mente de Cristo llega a reemplazar nuestra mente.
En 2 Corintios 10:1 Pablo dice: “Mas yo Pablo os ruego por la mansedumbre y ternura de Cristo”. Esto significa que Pablo rogaba a estos primeros cristianos no en su propia persona, sino que les rogaba en la persona de Cristo. La mansedumbre y ternura de Cristo tenían que llegar a ser suyas. Ésta es la economía de Dios, no una religión. Esto no es una enseñanza o filosofía ni ninguna clase de instrucción o regulación, sino una persona viviente, completa, práctica, disponible y presente. Cuando nosotros le tomamos como nuestra persona, Su mansedumbre y Su ternura llegan a ser nuestras. Éste era el verdadero vivir del apóstol Pablo.
Vemos también esto en 2 Corintios 11:10: “Por la veracidad de Cristo que está en mí”. No era la falsedad, sino la veracidad de Cristo que estaba en Pablo. Esto significa que la persona de Cristo estaba en él. No significa que Pablo imitaba la honestidad, fidelidad y veracidad de Cristo; más bien, él tomaba la fidelidad, honestidad, sinceridad y veracidad de Cristo como su persona. Por lo tanto, la veracidad de esta persona llegó a ser la de Pablo, de tal manera que él pudo afirmar que la veracidad de Cristo estaba en él.
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