Revelación básica contenida en las santas Escrituras, Lapor Witness Lee
ISBN: 978-1-57593-323-8
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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A nosotros nos han sido concedidas todas las cosas que pertenecen a la vida eterna para que obtengamos una entrada en el reino (2 P. 1:3, 11). En 2 Pedro 1:3 dice que “Su divino poder nos ha concedido todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad”. Los versículos 5-11 nos muestran el desarrollo de la vida eterna, el cual conduce a una rica entrada al reino eterno. Podemos entrar en el reino por la vida eterna junto con el desarrollo de la misma
El reino está relacionado con la vida interior y con la vida de iglesia. Juan 3:3 y 5 nos dicen que debemos nacer de nuevo para ver el reino y para entrar en el reino. Entrar en el reino de Dios es un asunto de la vida interior. Necesitamos nacer de nuevo para recibir la vida divina. Cuando tenemos esta vida, estamos en el reino. Recibir la vida divina equivale a entrar en el reino de Dios.
En Mateo 16:18-19 el Señor dice que edificará Su iglesia y luego dice que dará a Pedro las llaves del reino de los cielos. Estos versículos muestran que el reino es para la iglesia. Romanos 14:17 dice: “Porque el reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo”. Romanos 14 es un capítulo acerca de cómo recibir a los más débiles de la iglesia. Cuando Pablo menciona el reino de Dios en este capítulo, se refiere a la vida de iglesia. La vida de iglesia es el reino de Dios hoy. La vida de iglesia, el reino de Dios, no es un asunto de comer y beber, sino de justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo.
El Cristo todo-inclusivo ha sido sembrado en Sus creyentes como la semilla del reino (Mt. 13:3; Mr. 4:26). El Señor mismo está en los creyentes como el Rey, la semilla. Jesús es el Rey del reino, el cual nosotros constituimos. El reino es la expresión, o extensión, del Rey. El Rey es la semilla, y la iglesia es la extensión. El Rey se extiende como semilla en los creyentes y esto constituye el reino (Mr. 4:26-29). El reino fue sembrado en los evangelios por el Señor Jesús en medio de los judíos y dentro de los discípulos del Señor (Lc. 17:20-21). El reino es algo interior. No lo podemos observar exteriormente. El Señor Jesús dijo que uno no puede observar el reino.
Este reino fue manifestado a Pedro, a Jacobo y a Juan (Mt. 16:28—17:2). Cuando en medio de los judíos el Señor sembró la semilla del reino dentro de Sus creyentes, los judíos no lo podían discernir. Sin embargo, un día, tres discípulos fueron al monte con el Señor Jesús. En el monte Jesús fue transfigurado. Su transfiguración fue la manifestación del reino. El reino es Jesucristo mismo sembrado en nosotros y creciendo en nosotros hasta que un día se tendrá la manifestación del reino.
En Hechos el Señor enseñó acerca del reino después de Su resurrección. Hechos 1:3 nos dice que El estuvo con los discípulos cuarenta días “hablándoles de lo tocante al reino de Dios”.
También los apóstoles predicaron el reino. En Hechos 8:12 Felipe predicaba “el evangelio del reino de Dios”. Pablo también predicaba el reino de Dios (Hch. 19:8; 20:25; 28:23, 31). Los últimos dos versículos de Hechos nos dicen que Pablo “permaneció dos años enteros en su propia habitación ... y recibía a todos los que a él venían, proclamando el reino de Dios...”.
Algunos maestros de la Biblia creen que el reino ha sido suspendido debido al rechazo por parte de los judíos. Creen que ésta no es la era del reino, sino la era de la iglesia y que el reino vendrá después. Esta enseñanza es errónea. Como hemos visto, la iglesia en realidad es el reino. Aun en esta edad, la de la iglesia, la edad de la gracia, el reino está aquí. Esto queda muy claro por las numerosas referencias al reino vistas en el libro de los Hechos.
Además podemos ver el reino en las epístolas. Las epístolas nos dicen que los creyentes han sido trasladados al reino (Col. 1:13; He. 12:28). También en las epístolas el reino es la vida de iglesia (Ro. 14:17).
En 1 Corintios 4:17 y 20 también vemos que el reino es la vida de iglesia. El versículo 17 dice: “Os he enviado a Timoteo ... el cual os recordará mi proceder en Cristo, de la manera que enseño en todas partes, en todas las iglesias”. Los versículos 18-20 dicen: “Mas algunos están hinchados de orgullo, como si yo no hubiese de ir a vosotros. Pero iré pronto a vosotros, si el Señor quiere, y conoceré, no las palabras de los que andan hinchados, sino el poder. Porque el reino de Dios no consiste en palabras, sino en poder”. Estos versículos muestran que el reino de Dios es la iglesia en todas partes, y que en todas partes la iglesia es el reino. El reino está aquí porque la iglesia está aquí.
También en las epístolas algunos de los creyentes eran los colaboradores del apóstol para el reino de Dios (Col. 4:11). Pablo y sus colaboradores trabajaban para el reino. Esto significa que trabajaban para la iglesia. Trabajar para la iglesia equivale a trabajar para el reino, así que la iglesia es el reino. Los que están en la iglesia también heredarán el reino (1 Co. 6:9-10; 15:50, Gá. 5:21; Ef. 5:5; Jac. 2:5; 1 Ts. 2:12; 2 P. 1:11).
El reino también se ve en el libro de Apocalipsis. Juan dijo que él era copartícipe con los creyentes “en el reino y en la perseverancia en Jesús” (1:9). Si el reino es algo reservado para el futuro, entonces la perseverancia también debe ser algo para el futuro. Si la perseverancia está presente hoy, entonces el reino también debe estar presente hoy. La mención de la perseverancia en Apocalipsis 1:9 indica que el reino en el cual estaba Juan no era algo que había de venir. Está aquí ahora; somos partícipes junto con Juan en el reino actual.
Este reino actual vendrá en su plena manifestación después de la gran tribulación (Ap. 12:10). Luego, finalmente, el reinado sobre el mundo pasará al reino de nuestro Señor y de Su Cristo en el milenio (Ap. 11:15). Esto es un esbozo breve de la enseñanza que se halla en el Nuevo Testamento con respecto al reino, desde los evangelios hasta el final de Apocalipsis.
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