Entrenamiento y la práctica de los grupos vitales, Elpor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-0320-0
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Nuestra labor debe ser una labor de amor. Este amor indica que no sólo amamos al Señor sino también a los santos. Amamos a los fuertes y a los débiles. Amamos a los pecadores; amamos a nuestros amigos, a nuestros parientes, a nuestros compañeros de clases y a nuestros colegas. Sencillamente amamos a la gente. El amor es el poder motivador de nuestra labor. Por causa de este amor preferimos echar a un lado muchas otras cosas y laborar. No sabemos quién será el fruto ni de dónde ni cuándo vendrá. Solamente sabemos laborar.
He estado hablando por el Señor desde julio de l932. En aquel entonces empecé a hablar a la iglesia, no sólo a individuos. Doy gracias al Señor que hoy en diversos lugares sobre la tierra puedo ver tres generaciones del fruto de mi labor sentados frente a mí. Queridos santos, no debemos ser cortos de vista. Necesitamos tener una visión a largo plazo. Quizás nos preocupemos porque, después de practicar la nueva manera por algún tiempo, parece que hasta ahora hemos visto poco fruto. Sin embargo, el fruto que llega rápido también se irá rápido. El fruto más duradero es el fruto que nace lentamente. Si en el lapso de una semana ganamos algún fruto, debemos saber que tal fruto quizás no dure mucho. Sin embargo, si empleamos dos años para ganar a uno, ése nunca olvidará todo el tiempo que gastamos laborando en él.
Yo fui salvo por la visitación de un pastor. Mi hermana mayor me recomendó con ese pastor. Después ese pastor fue a visitarme. Muchas veces me habló muy poco. Simplemente me invitaba para que fuera a su iglesia el siguiente domingo. Después de visitarme por varios meses, al final del año, en diciembre, me dijo: “Sr. Lee, ya no vendré otra vez hasta después del año nuevo, porque usted tiene muchas cosas que hacer”. El dejó de venir, pero el día de año nuevo, no sé por qué tuve el pensamiento de ir a la iglesia, pero fui. Desde ese día nunca dejé la iglesia. Necesitamos laborar. Nuestra labor no es algo pequeño. Si cada uno fuese fiel a su labor con perseverancia, en dos años veríamos el aumento.
Por un lado, el tiempo pasa rápido; por otro, pasa muy lentamente. Pero aquellos que laboran no prestan atención al tiempo que pasa. Solamente les interesa su labor. Les interesa sólo ponerse en contacto con las personas. Cuando las visitan, las personas consideran su visita como algo excelente. No visitan a las personas en una forma ordinaria sino en una forma muy especial. Esto no quiere decir que hablen mucho. Quizás no hablen nada en cuanto al Señor. Simplemente van y visitan a otros. Esta clase de visitación tendrá éxito. Si hablamos demasiado, eso estorbará nuestra labor. Necesitamos más entrenamiento en cómo tener contacto con las personas, en cómo hablar y aun no hablar a las personas.
Somos personas bienaventuradas. A dondequiera que vayamos, la bendición va con nosotros. A quien quiera que visitemos será visitado por la bendición de Dios. Debemos creer esto. Aquellos a quienes visitemos nunca considerarán nuestra visita como algo usual. Quizás no digan nada, pero dentro de ellos una profunda impresión será sembrada en su ser. Aun si no decimos nada, ellos saben cuál es nuestra intención al visitarlos. Ellos saben que nuestra intención es ganarlos para Cristo.
Nuestras visitas a las personas las prepara para que el Espíritu Santo las santifique. El Espíritu Santo es el Espíritu santificador (1 P. 1:2), y el primer paso de Su santificación es buscar a los pecadores perdidos (Lc. 15:8-10). Sin embargo, para que el Espíritu busque a las personas, nosotros necesitamos visitarlas. Si no visitamos a una persona, el Espíritu Santo no la puede buscar. Nuestras visitas a las personas semana tras semana es un recordatorio para ellas. Tarde o temprano el Espíritu buscador iluminará sus corazones. El Espíritu busca de muchas maneras diferentes. No obstante, un principio es seguro: si nadie va a hablar a una persona, el Espíritu buscador no tiene el “anzuelo” con la cual “pescar” a esa persona. Necesitamos lanzar nuestro anzuelo; tarde o temprano un pez será atrapado.
Cuando joven, era muy ferviente en la predicación del evangelio. Escribía volantes del evangelio y los distribuía. En cierto punto llegué a desanimarme por el hecho de que no había fruto. Con el tiempo, sin embargo, en mi pueblo natal una iglesia fue levantada por el Señor a través de mí. Un día bauticé a una persona. Otros cristianos en mi pueblo me criticaron, diciendo que yo no era ni predicador ni pastor y que nunca estudié en una escuela de teología. Sin embargo, bauticé a más personas que ellos. Con el tiempo, en menos de diez años la asistencia de la iglesia levantada por el Señor a través de mí quizás llegó a ser mayor que todos los demás grupos cristianos en aquella ciudad.
Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.