Información del libro

Cristo crucificado, Elpor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-3691-8
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

    Por favor, utilice Firefox o Safari
Actualmente disponible en: Capítulo 11 de 14 Sección 3 de 3

LOS CRISTIANOS TIENEN A CRISTO
EN SU INTERIOR COMO SU VIDA

La mayoría de las personas tiene el concepto de que un cristiano es alguien que guarda reglas y normas, tiene un alto nivel moral, y es honesto y recto. Aunque esto es bueno, tal persona no es estrictamente un cristiano sino un moralista. Lo que determina si alguien es un cristiano no es si tiene un comportamiento apropiado y elevado, sino si tiene a Cristo viviendo en él. Un cristiano es una persona que tiene a Cristo en él como vida.

Por lo general, pensamos que si una persona es espiritual, será mansa, no se enojará, hablará con amabilidad, no actuará apresuradamente ni se irritará. Sin embargo, debemos entender que una persona así de calmada y de tan buen humor es simplemente una escultura. Por supuesto, hay algunas personas que por nacimiento son calmadas, sobrias y de buen genio. Por ejemplo, imaginémonos una madre que tiene varios hijos y que todos ellos son malcriados y rebeldes. Todo el mundo se enoja con ellos, menos la madre; por mal que se porten, ella conserva su compostura. ¿Es ella una persona espiritual? No, no lo es; pues ella es así por nacimiento. Por consiguiente, no podemos juzgar si una persona es espiritual o no basándonos en su apariencia. No todo lo que alumbra es una lámpara eléctrica. Por lo tanto, debemos preguntarnos cuál es la fuente.

Algunas personas son calmadas por nacimiento, otras aprenden a ser calmadas, y otras simplemente fingen serlo. La expresión y actitud que manifiesta una persona no necesariamente indica que ella sea espiritual. Si queremos saber si alguien es verdaderamente espiritual, tenemos que indagar respecto a cuál es la fuente de su expresión y actitud: ¿es Cristo o es él mismo?

Manifestar una actitud de calma por nosotros mismos es completamente distinto de manifestar una actitud de calma en virtud de Cristo. Únicamente somos verdaderos cristianos cuando tenemos a Cristo como nuestra vida y cuando expresamos nuestra calma por medio de Cristo. Una persona que simplemente manifiesta en su vivir virtudes tales como la calma, la mansedumbre y el decoro, no necesariamente es un cristiano. Sólo una persona que vive en virtud de Cristo es un cristiano. Muchos cristianos son verdaderamente calmados, mansos y apropiados; tienen un nivel de moralidad elevado y son las mejores personas de entre todos los hombres. Éstos son los cristianos que viven en Cristo. Su vivir, su andar diario y su comportamiento son muy contundentes. Por consiguiente, no podemos juzgar a un cristiano únicamente por su vivir exterior; debemos también juzgarlo por su vida interior. Una persona es un cristiano genuino únicamente si Cristo vive en él y si Cristo es su vida. Debemos tener siempre presente este principio, éste es el punto principal.

VIVIR POR MEDIO DE CRISTO
PARA EXPRESARLE EN NUESTRO VIVIR

Si examinamos nuestro propio vivir a la luz de este principio o punto importante, ¿podríamos decir que hoy en día nosotros vivimos y andamos en virtud de Cristo? Nuestro vivir hoy, nuestro modo de hablar y nuestro comportamiento, incluyendo nuestros pensamientos y nuestras opiniones sobre cada asunto, todo ello, no debiera estar regido por lo que nosotros somos, sino por el Cristo que vive en nosotros. La pregunta no es si somos cristianos que hacemos el bien o el mal, sino si somos cristianos que viven por medio de sí mismos o en virtud de Cristo. Todas nuestras palabras, pensamientos, e incluso las opiniones y criterios que tenemos sobre cada asunto, ¿son según lo que somos nosotros mismos o son según Cristo? Es decir, ¿proceden de nuestra vida o de la vida de Cristo? Esta pregunta es de crucial importancia.

El esposo y la esposa deben amarse el uno al otro. Un esposo cristiano debe amar a su esposa, y asimismo, una esposa cristiana debe estar sujeta a su esposo. Esto es semejante a un proverbio chino que dice: “El esposo canta y la esposa canta con él”. Sin embargo, la Biblia no les exige a las parejas que únicamente estén en armonía el uno con el otro, sino más bien, que el esposo ame a su esposa no por sí mismo, sino mediante el Cristo que vive en él, y que la esposa se someta a su esposo no por sí misma, sino por medio del Cristo que vive en ella. Por lo tanto, una esposa cristiana tiene pocas alternativas en lo que se refiere a ser una esposa: una de las alternativas es que ella no se sujete a su esposo. No obstante, eso no sería apropiado ni conveniente para un cristiano. La otra alternativa es que ella sea muy sumisa para con su esposo. No obstante, con respecto a que ella sea sumisa hay dos alternativas: una es que ella se sujete a su esposo por su propio esfuerzo, y la otra es que se sujete por medio de Cristo, al vivir en la vida de Cristo y al tomar la vida de Cristo como el poder, el origen y la fuente de su sumisión. Esta segunda alternativa nos muestra no una sujeción común, sino una sujeción que emana de Cristo.

Por consiguiente, existen por lo menos tres clases de esposas. La primera es la esposa que no se sujeta a su esposo. La segunda es la esposa que se sujeta a su esposo por su propio esfuerzo. Podríamos elogiar a esta esposa diciendo que es muy buena esposa, pero no podríamos decir que ella es una esposa espiritual. La tercera clase de esposa es la que no sólo se sujeta a su esposo, sino que además no hace esto por su propio esfuerzo sino tomando la vida de Cristo como el origen, poder, fuente y centro de su sujeción. Esta clase de sujeción no sólo es buena, sino que además es espiritual.

Si las virtudes que exhibimos en nuestra vida diaria no son Cristo mismo manifestado en nosotros, lo más que podremos decir es que hemos obrado bien y correctamente, pero no podremos decir: “Ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí”. Las personas apreciarán nuestras virtudes, pero nosotros no podremos decir: “Vive Cristo en mí; y la vida que ahora vivo en la carne, la vivo en la fe del Hijo de Dios” (Gá. 2:20). Más aún, tampoco podremos decir: “Ahora también será magnificado Cristo en mi cuerpo”; ni tampoco decir: “Para mí el vivir es Cristo” (Fil. 1:20-21). Es posible que sepamos cómo ser mansos, cómo comportarnos apropiadamente y cómo estar calmados, pero tal vez no conozcamos a Cristo. Vivimos en nuestra mansedumbre, en nuestro buen comportamiento y en nuestra calma, pero no en Cristo. Es posible que conozcamos el poder de la moralidad mas no el poder de Cristo, y que vivamos en una atmósfera de ética mas no en el Espíritu de Cristo. Por lo tanto, seremos moralistas que se ganan los elogios de los demás, sin vivir en el Espíritu Santo y sin vivir la vida de Cristo. Tal vez podamos decir que somos moralistas y personas de buen comportamiento, pero no podremos decir que somos cristianos.

Aunque hemos sido salvos y tenemos la vida de Cristo, cuando vivimos por nuestra cuenta y no por medio de Cristo, no somos cristianos que expresan a Cristo en nuestro vivir de una manera práctica. Es posible que en nuestro ser únicamente demos cabida a la mansedumbre, a la calma y al buen comportamiento, pero no le demos cabida alguna a Cristo. Así, puede ser que cada día sigamos viviendo por nosotros mismos con temor y temblor, exhibiendo mucha mansedumbre, calma y humildad, mas sin nada de Cristo. La gente entonces podrá elogiarnos por nuestra mansedumbre y quietud, pero no verán a Cristo en nosotros porque Él se ha desvanecido de nosotros.

Si en nuestra vida diaria disfrutamos a Cristo, dependemos de Cristo, tenemos comunión con Cristo y somos llenos de Cristo, podremos decir que para nosotros el vivir es Cristo. De este modo, lo que espontáneamente expresemos será mansedumbre, calma y un buen comportamiento. Aún más, la gente percibirá una fragancia especial con respecto a nosotros, la cual es la fragancia de Cristo. Esto no es ser moralistas u hombres virtuosos, sino que es el Cristo vivo que vive y se manifiesta por medio de nosotros. Ésta será la prueba de que somos cristianos, no simplemente por la vida que tenemos, sino por nuestro modo de vivir. Entonces, ¿qué es un cristiano? Un cristiano es alguien que tiene a Cristo en él y vive por medio del Cristo que vive en él.


Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.

Back to Top