Núcleo de la Biblia, Elpor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-4442-5
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Al comienzo del libro de Génesis vemos a un hombre que tiene la imagen de Dios. Pero al final de libro de Éxodo vemos una casa corporativa llena de la gloria de Dios. La intención de Dios al crear al hombre no era simplemente obtener un hombre, sino que era obtener una casa corporativa como Su morada en la tierra, una casa que pudiera ser llena de Su gloria para Su expresión. Cuando Dios obtiene esta casa, Él puede morar en la tierra. El cielo es un lugar donde Él habita temporalmente. Sin embargo, Dios desea obtener una morada eterna. Al final del libro de Apocalipsis vemos que la Nueva Jerusalén, la habitación eterna de Dios, desciende del cielo a la tierra nueva (Ap. 21:2). La morada de Dios en la tierra es un hombre corporativo que ha sido redimido por Dios, habitado por Dios, saturado de Dios y es uno con Dios. En esta morada Dios puede expresarse. Éste es el plan eterno de Dios. Hoy en día Dios continúa laborando para llevar a cabo este plan.
En la época de Éxodo 1, el pueblo corporativo de Dios había caído al menos de tres maneras. En primer lugar, ellos se habían vuelto tan pecaminosos que habían caído bajo el juicio de Dios; segundo, habían caído bajo la esclavitud del faraón y se habían vuelto mundanos; y tercero, estaban impregnados del olor del ajo. Por consiguiente, necesitaban ser redimidos del juicio de Dios, librados de la esclavitud de Egipto y reconstituidos con un elemento de olor agradable. Cuando el pueblo de Dios estuvo en Egipto, a menudo comía ajos, puerros y cebollas. A nadie le gusta el olor del ajo. Todos los que contactaban a los hijos de Israel en Egipto se habrían molestado con el olor del ajo. Así que, delante de Dios, los hijos de Israel estaban condenados; en Egipto, ellos estaban esclavizados; y con respecto a sí mismos, olían a ajo. Ciertamente necesitaban ser redimidos, liberados, transformados y reconstituidos. Ellos tenían que llegar a ser un pueblo diferente, un pueblo que no estuviera más bajo el juicio de Dios, que no estuviera más cautivo en Egipto y que ya no despidiera el olor del ajo.
La intención de Dios era que Su pueblo escogido fuera Su morada en la tierra. Pero Su pueblo estaba bajo Su juicio, se hallaba esclavizado en Egipto y olía a ajo. ¿Cómo podía Dios morar en medio de un pueblo en tales condiciones? ¿Cómo podían ellos ser Su morada? Al parecer esto era imposible. Sin embargo, no era imposible para Dios. Cristo intervino en su situación como el Ángel libertador, como el Moisés que habla, como el Cordero redentor y como el nutritivo pan sin levadura. Este Cristo es maravilloso.
Según Éxodo 3, Cristo como el Ángel de Jehová es el Dios Triuno. En el versículo 6 el Ángel dijo: “Yo soy el Dios de tu padre, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob”. El Dios de Abraham se refiere al Padre; el Dios de Isaac se refiere al Hijo; y el Dios de Jacob se refiere al Espíritu Santo. Por lo tanto, el Ángel de Jehová es el Dios Triuno. Nosotros nos hallábamos en una condición caída en Egipto, pero Cristo como el Ángel de Jehová vino a liberarnos. Aunque nosotros no tenemos la fuerza para escapar de Egipto, Cristo sí tiene la fuerza. De hecho, Él es la fuerza misma.
Cristo también vino como el Cordero para derramar Su sangre a fin de limpiarnos y efectuar la redención por nosotros, es decir, a fin de redimirnos del juicio de Dios. Ya no estamos bajo el juicio de Dios. ¡Somos libres! Somos un pueblo redimido que está cubierto con la sangre de Cristo. Cristo, como el Cordero, también nos nutre, fortalece y suministra la energía necesaria para salir de Egipto. Su sangre nos redime del juicio de Dios, y Su vida es el alimento que nos imparte la energía que necesitamos para escapar de Egipto.
Éxodo 12 revela que Cristo también es el pan sin levadura. El hecho de que Cristo sea el pan sin levadura significa que Cristo es el elemento que no tiene pecado. En Él no hay ningún pecado; Él es completamente puro. Cuando le comemos como el pan sin levadura, recibimos Su elemento que está exento de pecado. Al comer la carne del Cordero, recibimos la fuerza para salir de Egipto, y al comer el pan sin levadura, participamos del elemento que nos purifica y nos guarda del pecado. ¡Alabado sea el Señor porque hemos salido de Egipto y hemos llegado a ser el pan sin levadura! Este pan nos está haciendo personas sin pecado.
Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.