Cómo administrar la iglesiapor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-6251-1
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
ISBN: 978-0-7363-6251-1
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
Font Size
Alguien podría preguntar: “¿Por qué algunos colaboradores enseñan a las personas que no se vistan a la moda ni se pinten los labios ni vayan al cine?”. Si simplemente nos centramos en si está bien pintarse los labios o vestirse a la moda, no seremos más que predicadores que pueden mejorar la sociedad. Al enseñar a las personas que no hagan ciertas cosas, como ir al cine, vestirse a la moda o hacerse una permanente, debemos tener a Cristo como el firme fundamento. Es únicamente cuando enseñamos basándonos en Cristo como fundamento que nuestra enseñanza tiene un verdadero valor e impacto. No podemos vestirnos a la moda porque Cristo está en nosotros; no podemos ir al cine porque Cristo está en nosotros. El hecho de no vestirnos a la moda ni ir al cine debe provenir de Cristo. Si no proviene de Cristo, no importa si nos ponemos ropa llamativa o ropa sencilla. Nuestra predicación únicamente debe trasmitir a Cristo mismo. Nosotros predicamos a Cristo para edificar a los santos, fortalecerlos en su fe y perfeccionarlos. El material con el cual edificamos a los demás, los fortalecemos en su fe y los perfeccionamos es Cristo mismo. Cada mensaje debe estar centrado en Cristo; cada exhortación debe estar unida a Cristo y tener a Cristo como el fundamento. Nuestras exhortaciones deben conducir a las personas a Cristo.
No estamos aquí para estudiar asuntos doctrinales. Tampoco estamos aquí para aprender a predicar desde el podio, para aprender a conversar con las personas ni para aprender a servir en la iglesia; todas estas cosas no son más que asuntos técnicos. Fundamentalmente, tenemos que conocer a Cristo, experimentar a Cristo y ganar a Cristo en nuestro interior. De este modo, podremos ministrar e impartir a Cristo en cuanto surja la necesidad. Entonces podremos suministrar a otros el Cristo a quien conocemos y experimentamos aplicando las técnicas para hablar y los métodos correctos para laborar que hemos aprendido.
Efesios 4:14 dice: “Para que ya no seamos niños [...] zarandeados por todo viento de enseñanza en las artimañas de los hombres en astucia, con miras a un sistema de error”. Esto tiene que ver con el aspecto negativo. Por un lado, necesitamos llegar a ser el hombre de plena madurez mencionado en el versículo 13 y, por otro, como dice el versículo 14, debemos dejar de ser niños. Ser niños es un asunto espiritual y no físico. Ciertamente debemos ser como niños (cfr. Mt. 18:3; Mr. 10:15; Lc. 18:17), pero no debemos ser niños. Después de muchos años algunas personas todavía son niños que no han crecido. Ser niños nos habla de la falta de crecimiento en vida. Ser niños nos pone en la posición riesgosa de caer fácilmente en las artimañas de los hombres y ser engañados. A un niño se le puede engañar con un chocolate. Algunos hermanos y hermanas son atraídos por una buena reunión o una buena enseñanza. Los niños fácilmente caen en las estratagemas de los hombres.
Si pudiéramos pedirle al apóstol Pablo que viniera a hablarnos de las cosas que podrían inspirar a los niños, él diría que tales cosas son de la carne. Algunas veces, después de escuchar un buen mensaje que da alguien en cierto lugar, algunos hermanos me han preguntado si debiéramos invitarlo a que venga a darnos un mensaje. Por lo general no digo nada porque me doy cuenta de que son como niños que dicen tonterías. Hay algunos hermanos y hermanas que dijeron tonterías hace cuatro o cinco años y todavía siguen diciendo las mismas cosas. Ciertamente necesitamos la misericordia del Señor para ya no ser niños. Puesto que los niños no saben ni entienden lo que deben hacer, fácilmente son engañados.
En nuestro servicio en la iglesia, el camino es Cristo, y el material también es Cristo. Efesios 4:14 dice que hay toda clase de vientos de enseñanza, tales como tormentas, huracanes y fuertes vendavales. Desde los púlpitos del cristianismo soplan toda clase de vientos. Un hermano de edad, que prestaba mucha atención a la moralidad, una vez citó veintiocho pasajes que abarcaban desde Éxodo hasta Efesios y dio un mensaje muy atractivo acerca de honrar a los padres. Después de escucharlo, muchos estudiantes universitarios fueron conmovidos, pues sintieron que Dios les había mostrado una gran luz. Desde la perspectiva humana, este mensaje ayudó a las personas a honrar a sus padres; sin embargo, desde la perspectiva de Cristo, fue un viento de enseñanza que llevó a las personas a otro lugar. Esto no quiere decir que no debamos hablar acerca de honrar a los padres; antes bien, la honra que mostramos a nuestros padres debe ser Cristo. Si simplemente les enseñamos a las personas que honren a sus padres sin llevarles a Cristo ni impartirles a Cristo, nuestra enseñanza solamente será como la enseñanza de Confucio o Mencio. La esencia y el contenido de todas las enseñanzas de la Biblia, incluyendo la enseñanza de honrar a nuestros padres, amar a nuestras esposas o sujetarnos a nuestros maridos, son simplemente Cristo.
Si las hermanas son llenas de Cristo y son sumisas a sus esposos como fruto de nuestra predicación de sumisión, entonces dicha predicación será la predicación de Cristo, y no un viento de enseñanza que aleja a las personas de Cristo. Hoy en día, desde los púlpitos del cristianismo soplan una infinidad de vientos de enseñanza que alejan a las personas de Cristo. Nuestra predicación del evangelio tiene como fin conducir a las personas a Cristo, pero lo triste es que una persona sea alejada de Cristo por vientos de enseñanza después que es salva. Algunas enseñanzas se basan en las Escrituras, pero su esencia no es Cristo; otras, aunque son buenas desde la perspectiva humana, su contenido no es Cristo. No importa lo que prediquemos, debemos tomar a Cristo como el centro y permanecer con Cristo, tomándole como la esencia y el contenido.
Incluso si nuestra predicación trata sobre asuntos relacionados con nuestra vida diaria, como por ejemplo, la manera de vestirnos apropiadamente, con todo, aún tiene que ser conforme a Cristo. De este modo, después que alguien escuche un mensaje así, se arrodillará delante del Señor y dirá: “Oh Señor, te doy gracias por enseñarme a vestirme apropiadamente”. Solamente esta clase de predicación es verdadera y bíblica. En lugar de alejar a las personas de Cristo, esta clase de predicación conduce a las personas a Cristo. De lo contrario, por buena que sea una enseñanza, ésta puede ser un viento que nos aleja de Cristo. Aunque es una buena enseñanza, es un viento que aleja a las personas de Cristo.
Todo mensaje, independientemente del tema, debe hacer que las personas deseen a Cristo y que deseen someterse a Cristo, de modo que sean conducidas a Cristo. No importa si se trata de un mensaje sobre amar a nuestras esposas, sujetarnos a nuestros esposos o vestirnos apropiadamente, el efecto debe ser que cuanto más las personas escuchen, más amen a Cristo, lo deseen y sean llenas de Él. Si no es así, entonces por llamativo e inspirador que sea un mensaje, éste será un viento de enseñanza que aleja a las personas de Cristo. Sería mejor si las personas no escucharan ese mensaje, puesto que se encontraban más cerca de Cristo antes de escucharlo. Después de escuchar dicho mensaje, ellas irán en pos de algo bueno, pero estarán cada vez más lejos de la meta, que es Cristo. Eso es lo que significa ser zarandeados por los vientos.
Es posible que un hermano dé un mensaje acerca de la música, y todos sintamos la carga de aprender a cantar los himnos y a practicar nuestro talento para cantar, pero a la postre no conozcamos más de Cristo ni ganemos más de Él. Esta clase de mensaje es un viento de enseñanza que nos aleja de Cristo. Asimismo, es posible que otro hermano venga y nos dé una serie de mensajes sobre el significado de los números en la Biblia y nos hable acerca del número seiscientos sesenta y seis, y después, por un periodo de dos años, nosotros escasamente hayamos tenido comunión con Cristo porque hemos gastado todo nuestro tiempo estudiando estos números. Es posible que tengamos muy claro el significado de las setenta semanas del libro de Daniel —incluso puede ser que recitemos todo esto de memoria, dibujemos un diagrama y les digamos a las personas cuándo fue destronado el rey Nabucodonosor, cuándo su reinado fue restaurado, cuándo Daniel fue herido, cuándo Jerusalén fue reedificada y cuándo las setenta semanas empezarán—, pero nosotros mismos no nos hayamos acercado más a Cristo. Esto es ser alejados de Cristo por un viento de enseñanza. Aunque no hemos cometido ningún pecado; más bien, hemos estudiado solamente las setenta semanas y el significado del número seiscientos sesenta y seis, buscando todos los versículos relacionados con este tema en la Biblia, no hemos centrado nuestra atención en Cristo y nos hemos desviado de Él.
Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.