Estudio-vida de Hebreospor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-3845-5
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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De toda la revelación que nos provee la divina Palabra de Dios, podemos ver que en la eternidad pasada Dios planeó expresarse a Sí mismo. Éste es el propósito eterno de Dios: expresarse a Sí mismo de una manera concreta y real mediante una entidad corporativa compuesta de muchos seres humanos. Éste es el propósito eterno de Dios. Fue para cumplir este propósito que Dios creó los cielos y la tierra.
Satanás, el enemigo de Dios, intervino y dañó la creación de Dios, especialmente la tierra. Es por eso que Dios tuvo que juzgar la tierra con agua (Gn. 1:2). La tierra entera quedó bajo las aguas de juicio. Estas aguas eran una especie de muerte que cubría toda la tierra. Entonces Dios vino y levantó la tierra que había sido cubierta por las aguas de la muerte, haciendo que ésta emergiera de las aguas de la muerte en el tercer día. Muchos maestros de la Biblia concuerdan en que éste es un cuadro del Cristo resucitado. La tierra que se elevó sobre las aguas en el tercer día es un tipo del Cristo resucitado, quien es el origen de todas las clases de vida. Luego, del polvo de esa tierra, Dios hizo al hombre a Su propia imagen para que éste lo expresara y representara. En aquel tiempo la tierra se podía ver en Adán, puesto que él había sido hecho del polvo de la tierra. También se podía ver a Cristo, por cuanto Adán fue hecho a imagen de Cristo. Génesis 1:26 dice que el hombre fue hecho a imagen de Dios, y Colosenses 1:15 dice que Cristo es la imagen del Dios invisible. Por tanto, el hombre fue hecho a imagen de Cristo y llevaba Su imagen. Si usted hubiese visto a Adán, habría visto la imagen de Cristo. Así pues, en Adán, un hombre, podemos ver tanto el polvo de la tierra como la imagen de Cristo. Por consiguiente, en Adán vemos tres elementos: la tierra, Cristo y el hombre. Estos tres elementos se combinan para ser la expresión de Dios y el reino de Dios. Aquello era una miniatura de lo que Dios se había propuesto obtener.
Satanás, conociendo el pensamiento central de Dios, se introdujo con el propósito de dañar al hombre. Cuando el Señor Jesús se hizo carne (Jn. 1:14), Él vino para llegar a ser polvo. El hecho de que viniera a unirse al hombre, implicaba que venía a unirse a la tierra. Después que Adán fue arruinado, el hombre finalmente llegó a ser carne (Gn. 6:3), y Dios tuvo que venir a juzgar esa carne. Al juzgar la carne, Dios también juzgó la tierra, ya que no podemos separar la carne, es decir la humanidad, de la tierra (Gn. 6:12-13). A los ojos de Dios y conforme al concepto divino, el hombre siempre ha estado vinculado a la tierra. Cuando el hombre es juzgado, la tierra es juzgada, y cuando la tierra es juzgada, el hombre es juzgado. Dios siempre juzga a estas dos entidades juntas. Así, pues, por medio del diluvio Dios juzgó la carne y la tierra.
Después del diluvio el arca encalló en el monte Ararat, exactamente el mismo día del mes en que el Señor Jesús fue resucitado de los muertos: el decimoséptimo día. El Señor fue crucificado en el decimocuarto día del mes, el día de la Pascua, y tres días después fue resucitado. Del mismo modo, el arca fue “resucitada” de las aguas de la muerte en el decimoséptimo día del mes. Conforme al relato de Génesis, esto ocurrió en el séptimo mes del año, el cual se cambió en el tiempo de la Pascua y se convirtió en el primer mes del año, según el calendario sagrado judío. En otras palabras, el Señor Jesús fue resucitado en el mismo día y mes en que el arca resucitó de las aguas de la muerte.
Después que Noé y sus siete acompañantes salieron del arca, ellos vivieron en la nueva tierra. El pueblo resucitado habitó en la nueva tierra y, una vez más, aquella tierra vino a ser un tipo del Cristo resucitado. El hecho de que Noé y las otras siete personas que fueron resucitadas vivieran en la nueva tierra, significaba que ellos vivían en Cristo. Hoy día todos estamos viviendo en Cristo.
Sin embargo, esta situación tan placentera no duró mucho tiempo, ya que Satanás nuevamente se introdujo para corromper y contaminar a la humanidad. Tal como se revela en Génesis 10, Satanás usó al padre de Nimrod, Cus, para edificar la ciudad de Babel. El hecho de que Satanás lograra corromper y contaminar a Cus y a Nimrod quiere decir que Satanás nuevamente corrompió al linaje humano. A los ojos de Dios, aquella humanidad contaminada se hizo uno con la tierra de Caldea. A los ojos de Dios, la humanidad siempre está vinculada a la tierra. Si usted lee la historia de Israel conforme al relato bíblico, verá que Dios siempre consideró a Israel y la tierra como una sola entidad. Algunos versículos se refieren tanto a la tierra como al pueblo debido a que Dios siempre consideró a ambos como uno solo (Is. 1:7-9, 27). Si la gente que vive en los Estados Unidos es corrupta, eso significa que los Estados Unidos es corrupto. Si las personas que moran en cierto territorio están contaminadas, a los ojos de Dios, eso significa que dicho territorio, dicha tierra también está contaminada. No podemos desvincular a las personas de la tierra que ellas habitan.
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