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Cómo reunirnospor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-6637-3
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Actualmente disponible en: Capítulo 15 de 23 Sección 1 de 4

CAPÍTULO QUINCE

OFRECER ALABANZAS POR MEDIO DEL CRISTO
QUE HEMOS EXPERIMENTADO

En el libro de Hebreos se nos dice principalmente que hoy en día el Señor Jesús, nuestro gran Sumo Sacerdote, está en los cielos continuamente intercediendo por nosotros. Pero en el mismo libro encontramos otro aspecto de Su ministerio. Mientras Él está allá, en los cielos, intercediendo por nosotros, Él también está aquí, en medio de la iglesia, cantando himnos de alabanza al Padre. Él está allá y también está aquí; Él está allá intercediendo por nosotros, y Él está aquí con nosotros alabando al Padre. Debiéramos poder decir, junto con el apóstol Pablo: “Ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí” (Gá. 2:20). También debiéramos poder decir: “Ya no canto yo, mas Cristo canta en mí”. Él y nosotros somos uno. Él es el Espíritu vivificante (1 Co. 15:45) que mora en nuestro espíritu (2 Ti. 4:22), y nosotros somos un espíritu con Él (1 Co. 6:17); por tanto, cuando nuestro cántico procede de nuestro espíritu, es Él quien canta.

TRES PASAJES EN HEBREOS QUE TRATAN
DE NUESTRAS REUNIONES

1. El Señor canta: Hebreos 2:12

De todas las Epístolas en el Nuevo Testamento, hay únicamente dos que tratan de las reuniones cristianas: la primera, que ya examinamos, es 1 Corintios; la segunda es Hebreos. Hay tres pasajes en el libro de Hebreos que debemos examinar con respecto a las reuniones. Al reunir estos tres pasajes y considerarlos en su conjunto, podemos captar el concepto del escritor con respecto a las reuniones cristianas. El primero es un pasaje al que ya hicimos referencia, Hebreos 2:12, donde se nos dice que el Señor Jesús canta himnos de alabanza en medio de la iglesia. Debemos saber que aquí el término iglesia hace referencia a las reuniones de la iglesia; esto resulta bastante obvio. Si no se celebraran reuniones de la iglesia, ¿cómo podría el Señor Jesús cantar himnos de alabanza en medio de la iglesia? La expresión en medio de indica que la iglesia se ha reunido, por lo cual se trata de una reunión de la iglesia. Ésta es una manera más profunda de reunirnos: con el Señor Jesús, quien entona cánticos en nosotros.

Muchos de nosotros hemos nacido en el cristianismo y allí fuimos criados. Mientras estábamos allí, el coro entonaba los cánticos. ¿Piensan ustedes que el Señor Jesús podía cantar himnos de alabanza allí? Pero ésa es todavía una especie de reunión cristiana. El problema es que ellos se reúnen de una manera superficial, formal e incorrecta; ellos son un obstáculo para el Señor Jesús y un impedimento para que Él cante en la reunión de la iglesia. Cuando yo era joven, supe de una clase de reunión cristiana en la que muchos de los asistentes rodaban por el piso, a éstos se les llamaba los santos rodadores; otros permanecían en un rincón y se reían, por ende ellos eran conocidos como los santos reidores, y había otros que saltaban todo el tiempo, pues ellos eran los santos saltarines. Me parece que sería bastante difícil para el Señor Jesús cantar himnos de alabanza allí. Las reuniones que necesitamos, las reuniones apropiadas, son aquellas en las que el Señor Jesús puede cantar himnos de alabanza. Este único punto hará que seamos regulados en gran manera. ¿Tenemos la certeza de que siempre que nos reunimos no existe impedimento alguno para que el Señor cante en nosotros? Debemos tener la certeza de que mientras cantamos, Él canta en nuestro cantar. Esto es tremendamente significativo. Tal vez ustedes insistan en que reunirse de tal y tal manera es la manera apropiada en que los cristianos deben reunirse. Superficialmente hablando, es posible que usted esté en lo correcto; pero permítanme preguntarles: mientras ustedes cantan, ¿canta el Señor Jesús en su cantar? Si no tienen la certeza de esto, sin duda alguna la manera en que ustedes se reúnen es inapropiada. Por lo menos, no es la adecuada. Este pasaje de la Palabra representa la prueba más estricta a la que debemos someter nuestra manera de reunirnos. Si verdaderamente practicamos la manera apropiada y adecuada de reunirnos, debiéramos tener en lo profundo de nuestro ser la certeza de que cuando cantamos, cuando alabamos, el Señor Jesús canta y alaba en nuestro ser. Esto tiene que servir para regularnos y corregirnos.

2. Las reuniones de los santos: Hebreos 10:25

El segundo pasaje concerniente a las reuniones que hallamos en este libro es Hebreos 10:25: “No dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre”. Es necesario que tengamos el hábito de reunirnos; debemos cultivar este hábito. Pero quisiera preguntarles algo; si tenemos el hábito de reunirnos, ¿qué acostumbramos hacer en nuestras reuniones? ¿Dedicamos todo el tiempo de nuestra reunión a ministrar, profetizar, exhortar, enseñar, etc.? Si es así, ¿cómo podría el Señor Jesús cantar himnos de alabanza en la iglesia? ¿Perciben lo que les quiero decir? Hebreos 10:25 nos da a entender que cuando nos reunamos, debemos exhortarnos y animarnos los unos a los otros, más aún cuando vemos que el día de la venida del Señor se acerca. Pero tenemos que considerar los pasajes de este libro en su conjunto. Si aislamos este versículo del resto del capítulo 10 de Hebreos, podríamos aducir que debemos reunirnos exclusivamente para animarnos mutuamente. Pero si consideramos este pasaje juntamente con 2:12 veremos que debemos reunirnos principalmente para alabar.

3. Alabar por medio de Él: Hebreos 13:15

Ahora procedamos a considerar el último pasaje de este libro concerniente a las reuniones cristianas: Hebreos 13:15. Ésta es la última instrucción hallada en este libro: “Ofrezcamos siempre a Dios, por medio de Él, sacrificio de alabanza, es decir, fruto de labios que confiesan Su nombre”. Después de trece capítulos llenos de instrucciones, he aquí la instrucción final: “Por medio de Él”. No perdamos de vista estas palabras: por medio de Él. ¿Por medio de quién? Ustedes dirán que es por medio de Jesucristo. Sí, pero ¿quién es este Jesucristo? Tienen que leer el libro de Hebreos varias veces antes de poder responder a esta pregunta. La respuesta no es tan sencilla. Todos los trece capítulos de este libro simplemente nos dicen quién es Jesús. Consideremos brevemente quién es Jesús a la luz de este libro.


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