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Dos oraciones más grandes del apóstol Pablo, Laspor Witness Lee

ISBN: 978-0-87083-795-1
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CAPITULO DOS

UN ESPIRITU DE SABIDURIA
Y DE REVELACION

(2)

Lectura bíblica: Ef. 1:17-23

EL ESPIRITU HUMANO

El único órgano que recibe a Dios
y tiene contacto con El

En Efesios 1, el apóstol Pablo oró pidiendo una sola cosa, es decir, que nos fuese dado un espíritu de sabiduría y de revelación. Este espíritu no es el Espíritu Santo sino nuestro espíritu humano. Por siglos, el cristianismo ha errado el blanco de la economía de Dios (1 Ti. 1:4-6) simplemente debido a que han descuidado este asunto básico, el espíritu humano. Algunos quizá hablen a menudo del Espíritu Santo, pero lo hacen en forma objetiva como si el Espíritu fuera algo muy lejos de nosotros. El apóstol Pablo sabía que el problema no está relacionado con el Espíritu Santo sino con el descuido del espíritu humano. Hoy en día muchos descuidan su espíritu, y algunos incluso no se dan cuenta de que tienen un espíritu humano.

Déjenme ilustrarlo de esta manera. Supongamos que usted sabe todo acerca del helado, pero no se da cuenta de que tiene boca. No hay problema con el helado. El problema es que usted no sabe que tiene boca con la cual puede recibir el helado y disfrutarlo. Esta quizá parezca una ilustración infantil, pero esa es la situación de hoy en el cristianismo. Quizá ellos hablen mucho del Espíritu Santo, del bautismo del Espíritu Santo y de los dones del Espíritu Santo, pero no se dan cuenta del órgano con el cual debemos tener contacto con el Espíritu Santo y recibirlo. Si queremos recibir aire, necesitamos usar nuestros pulmones. Si queremos escuchar algo, tenemos que usar nuestros oídos. Debemos usar el órgano correcto. Dios creó a propósito un solo órgano con el cual podemos recibirle y tener contacto con El, a saber, nuestro espíritu (Jn. 4:24; Ro. 1:9).

Ejercitar nuestro espíritu para ver la iglesia

Tal vez sepamos acerca de nuestro espíritu, pero es posible que aún no sepamos que necesitamos ejercitar nuestro espíritu. Quizá ejercitemos nuestra mentalidad demasiado y descuidemos nuestro espíritu. Cuando alguien escucha a los jóvenes que gritan e invocan el nombre del Señor, quizá se molesten. Tal vez piensen: “No me gusta esta clase de iglesia”. Con el tiempo, se alejarán de las reuniones por su mente razonadora. Sin embargo, debemos darnos cuenta de que la iglesia está relacionada con nuestro espíritu, no con nuestra mente. Solamente al ejercitar nuestro espíritu discernimos los asuntos claramente en la iglesia.

Aunque la iglesia es un gran tema en la Biblia, la epístola del apóstol Pablo en cuanto a la iglesia es muy corta, pues sólo tiene seis capítulos. Si queremos conocer la iglesia, lo principal no es ejercitar nuestra mente para saber las enseñanzas, sino ejercitar nuestro espíritu. Así que, Pablo oró por todos nosotros, para que Dios, el Padre de gloria, nos diera un espíritu de sabiduría y de revelación (Ef. 1:17). Para la iglesia, necesitamos tal espíritu, y todos nosotros tenemos un espíritu, pero tenemos que ejercitarlo. Necesitamos usar nuestro espíritu. Si usted está en su mente, nunca podrá conocer claramente la iglesia. La mente no es el órgano que uno debe usar si quiere conocer la iglesia. Sin embargo, si usted se ejercita para meterse en su espíritu y permanecer allí, verá la iglesia. La iglesia es algo exclusivamente relacionado con el espíritu.

Una hermana una vez me dijo que yo hablaba demasiado acerca de la vida de la iglesia y me preguntó si alguna vez he hablado acerca de la vida familiar. Cuando dijo eso, me di cuenta en lo profundo de mi ser de que estaba en su mente. Puesto que estaba en la mente, la vida familiar lo era todo para ella. Si ella hubiera cambiado su posición volviéndose de su mente a su espíritu, habría tenido contacto con el Señor Jesús. Habría visto la vida de la iglesia. La vida de la iglesia no está en nuestra mente. No debemos ejercitar nuestra mente si queremos entender la iglesia. La vida de la iglesia está en nuestro espíritu. Necesitamos un espíritu de sabiduría y de revelación, no meramente para entender la iglesia, sino para ver la iglesia.

Algunos cristianos me han preguntado: “¿Por qué usted no está de acuerdo con las denominaciones? ¿Significa esto que solamente usted está correcto y todos los demás están equivocados?” Nosotros en el recobro del Señor nunca debemos ser tan tontos como para argumentar con la gente. Podemos animarles para que se vuelvan a su espíritu y esperar en la presencia del Señor y ver lo que el Señor les habla en su espíritu. Simplemente ayúdeles para que se vuelvan a su espíritu. Tenemos que estar en el espíritu si queremos conocer algo de la iglesia y ver algo de ella. Solamente con nuestro espíritu podemos conocer la iglesia.


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