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VIVIR A CRISTO EN NUESTRAS VIRTUDES HUMANAS

Además, en Filipenses 1:21 Pablo dijo que para él, el vivir era Cristo. Si una persona está confundida en su mente, enredado en sus emociones e indecisa en su voluntad, ella no tiene la expresión de amor, luz, santidad y justicia, ni tampoco puede vivir a Cristo. Además, en 4:8 Pablo dijo: “Hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honorable, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si alguna alabanza, a esto estad atentos”. Ser verdadero significa no ser hipócrita y no mentir. Ser honorable significa ser digno de respeto e invitar reverencia. Ser justo significa ser recto delante de Dios y el hombre. Ser puro es ser sencillo en intención y acción, sin contaminación alguna. Ser amable significa ser amado y asentido. Ser de buen nombre significa tener una buena reputación y ser atractivo. Además, hay virtudes de excelencia y cosas dignas de alabanza. Estos ocho ítems son muy superiores a los principios de decoro, justicia, sinceridad y el sentir de vergüenza que enseñan los filósofos chinos. Cuando yo era joven. Sentía que era bastante extraño que Pablo hablara acerca de vivir a Cristo en los capítulos 1, 2 y 3, y que luego en el capítulo 4, en vez de hablar acerca de vivir a Cristo, él hablase acerca de manifestar estas virtudes en nuestro vivir.

En 4:9 Pablo continuó diciendo: “Lo que aprendisteis y recibisteis y oísteis y visteis en mí, esto poned en práctica”. Esto se refiere a los ocho ítems mencionados anteriormente. Pablo parecía decir: “Yo he expresado estas virtudes en mi vivir, y ustedes también tienen que poner en práctica estas virtudes que han visto en mí. De este modo el Dios de paz estará con ustedes. Si expresan estas virtudes en su vivir, disfrutarán al Dios de paz”.

EXPRESAR LAS VIRTUDES HUMANAS
AL ESTAR EN CRISTO

Luego, en 4:13 Pablo dijo: “Todo lo puedo en Aquel que me reviste de poder”. Todo se refiere a las virtudes antes mencionadas. Cuando los jóvenes lean estos ocho ítems, cuanto más lean, más se darán cuenta de que no pueden hacer estas cosas. Quizás digan: “Solamente hemos sido salvos por un periodo corto de tiempo y somos simplemente personas comunes. ¿Cómo podremos hacer estas cosas? Quizás sólo las personas de mayor edad que se han ejercitado en estos asuntos por décadas las pueden hacer”. Sin embargo, lo que Pablo dice aquí es una promesa. “Aquel que me reviste de poder” es Cristo, quien también es el Espíritu de Jesucristo con una abundante suministración, según se menciona en Filipenses 1:19. El Espíritu de Jesucristo es Jesucristo mismo con una abundante suministración. Él nos suministra y nos capacita para expresar en nuestro vivir lo que es verdadero, honorable, justo, puro, amable y de buen nombre, así como cualquier virtud y alabanza. Lo único que necesitamos hacer es sencillamente estar en Él, y Él nos revestirá de poder a fin de que expresemos estas virtudes en nuestro vivir.

La frase en Aquel que me reviste de poder no suena como el chino correcto. Por consiguiente, los traductores a la versión china de la Biblia tradujeron este versículo como: “Soy capaz de hacerlo todo por Él, quien me reviste de poder”. Ellos tradujeron “en” como “por”, es decir, “al depender de”. Supongamos que no puedo caminar; luego tengo que caminar al depender de alguien que me proporciona apoyo. Éste es el significado de la palabra por. Pero la Biblia no dice “por Aquel”, sino más bien “en Aquel”. Esto es difícil de entender. Permítanme utilizar la electricidad como ilustración. Por ejemplo, hay lámparas eléctricas, teléfonos y otros electrodomésticos en una casa. Pero si no hay corriente eléctrica, entonces las lámparas no se encenderán, los teléfonos nos funcionarán y los otros electrodomésticos tampoco funcionarán. Cuando la electricidad sea trasmitida, entonces las lámparas eléctricas, los teléfonos y los electrodomésticos estarán “en la electricidad”; por consiguiente, las lámparas se encenderán, los teléfonos funcionarán y los motores de todos los demás electrodomésticos comenzarán a funcionar. Hablando con propiedad, la lámpara eléctrica no se enciende por la electricidad, sino en la electricidad. Cristo es como la electricidad; Él es Aquel que nos reviste de poder así como la electricidad da poder a los electrodomésticos. Podemos hacerlo todo en la “electricidad”, en Cristo, que nos reviste de poder.