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Para transformar a los creyentes
en un tesoro para Dios como herencia Suya

Finalmente, este sellar tiene como fin la herencia de Dios. Este sellar transforma a los creyentes en un tesoro para Dios como herencia Suya. En el dispensar del Padre, fuimos hechos hijos de Dios, pero en el dispensar de Cristo, el Hijo, nosotros, los muchos hijos de Dios, fuimos hechos tesoro como herencia de Dios. El verbo griego traducido “fuimos designados” en Efesios 1:11 significa “escoger o asignar por porción”. Por consiguiente, la frase “fuimos designados como herencia” significa literalmente que en Cristo fuimos designados como herencia escogida para Dios. Esta herencia fue escogida por medio de la transformación del Espíritu que sella. Por consiguiente, en el dispensar del Hijo todos los hijos de Dios se convierten en un tesoro para Dios.

Para hacer de los creyentes
una marca de la imagen de Dios

En el dispensar del Espíritu El nos sella, poniendo una marca sobre nosotros. Esta marca lleva una imagen con una forma. Cuanto más sellados somos, más llevamos la imagen de Dios (2 Co. 3:18b; Col. 3:10). Cuanto más sellados somos, más nos parecemos a Dios. Finalmente, la imagen que llevamos no se hace solamente una imagen o marca, sino una expresión. Mediante el sellar del Espíritu, expresamos a Dios.

EL DISPENSAR DEL ESPIRITU
AL DAR LAS ARRAS A LOS CREYENTES

Finalmente, este sellar se convierte en las arras (Ef. 1:14). Cuanto más sellado esté una hoja de papel, más tinta estará sobre el papel. De la misma manera, cuanto más nos sella el Espíritu, más compartirá con nosotros el elemento de Dios. El elemento que sella llega a ser las arras que garantizan que Dios es nuestra herencia. El sellar declara que somos la herencia de Dios. Finalmente, este sellar se convierte en las arras que garantizan que Dios es nuestra herencia. Las arras del Espíritu garantizan que Dios es nuestra herencia. ¡Cuán bueno es el hecho de que nosotros somos la herencia de Dios y El es la nuestra! Aunque un hermano pierda su trabajo, él sigue siendo la herencia de Dios, y Dios sigue siendo la suya. Bajo el sellar y las arras del Espíritu, no debemos preocuparnos por nada. No importa lo que nos pueda suceder, seguimos siendo la herencia de Dios, y El sigue siendo nuestra herencia. Esto se debe a nuestra participación en el sellar del Espíritu y en las arras como dispensar Suyo.

El sellar y las arras del Espíritu acaban por hacernos Dios en Su vida y naturaleza, pero no en Su deidad. Hacen que tengamos la plena certeza de que pertenecemos a Dios y que Dios es nuestro.

NOTAS DE CONCLUSION DEL CAPITULO TRES

1. El dispensar del Espíritu al sellar y dar las arras resulta en la redención de nuestro cuerpo, la transfiguración de nuestro cuerpo vil en un cuerpo glorioso como el de Cristo.

2. Al sellar los creyentes como herencia de Dios, el Espíritu unge, satura y empapa a los creyentes con el elemento divino de las riquezas de vida de Cristo en los creyentes. Así el Espíritu transforma metabólicamente a los creyentes.

3. El dispensar triuno del Dios Triuno es la primera sección de la revelación divina que nos presenta la epístola a los Efesios. Los tres aspectos del dispensar triuno del Dios Triuno son las tres secciones de la santificación del Espíritu Santo efectuada en los creyentes. La primera sección es la santificación que regenera en nuestro espíritu a fin de producir muchos hijos para Dios y formar un organismo para la expresión corporativa de Dios, la cual es el Cuerpo orgánico de Cristo, la iglesia. La segunda sección es la santificación que transforma en nuestra alma para transformar a los creyentes regenerados al renovarlos y conformarlos a la imagen gloriosa de Cristo para que sean una herencia de valor, un tesoro para Dios, la posesión personal de Dios. Esto pondrá en orden el universo confuso al reunir bajo una cabeza en Cristo todas las cosas caóticas. La tercera sección es la santificación que consuma en nuestro cuerpo para transfigurar el cuerpo de los creyentes al redimir su cuerpo vil e introducirlo en la gloria de Dios para que sean plena y completamente santificados en su espíritu, alma y cuerpo y así sean una corporación consumada de los muchos hijos de Dios, los cuales son maduros en el Dios Triuno procesado como la vida de ellos a fin de que expresen a Dios como la Nueva Jerusalén por la eternidad.

4. Por consiguiente, el cumplimiento de la economía eterna de Dios es la santificación del Espíritu, y depende de ella. Así que, la santificación del Espíritu está íntimamente relacionada con el Cuerpo de Cristo, el cual es el resultado de la obra santificadora del Espíritu. Es por esta razón que Efesios 4:4 dice: “un solo Cuerpo y un solo Espíritu”, y la vida santificada de los santos consiste en el llenar del Espíritu que santifica en nuestro espíritu (Ef. 5:18). Nuestro nuevo hombre es creado conforme a Dios en Su santidad por la renovación en el espíritu de nuestra mente.

5. Por ser la revelación de la iglesia como el resultado del dispensar triuno del Espíritu, la epístola a los Efesios pone énfasis en el llenar del Espíritu para el vivir santo de los creyentes y el elemento santo y divino para la constitución santa de los santos. Nosotros los que buscamos a Cristo debemos prestar plena atención a nuestra constitución interior con el elemento divino y a nuestro vivir exterior por el llenar interior del Espíritu.