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Servicio neotestamentario, Elpor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-7392-0
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CAPÍTULO CINCO

POR MEDIO DE LA DIRECCIÓN VIVA
DE LA ESTRELLA CELESTIAL

Lectura bíblica: Mt. 2:1-12; Jn. 1:45-47a; 7:40-42, 52; Mt. 13:55-56; 22:43; 2 Co. 5:16

EL PRINCIPIO DE LA COORDINACIÓN

Hemos visto muy claramente que el servicio neotestamentario consiste simplemente en producir a Cristo. Todo lo que hacemos hoy en el servicio neotestamentario debe producir a Cristo trayéndolo a otros. El primer caso de producir a Cristo trayéndolo a otros es el nacimiento de Jesús. En este caso podemos ver el principio fundamental de la coordinación entre María y José. Para coordinar de esa manera en el servicio neotestamentario, todos necesitamos ser una María o un José. Quizás producimos a Cristo en vida, pero nos falta la debida posición; por tanto, necesitamos que otros nos pongan en tal posición. Si no vemos este asunto, no podremos producir a Cristo trayéndolo a otros.

Actualmente, muchos hermanos y hermanas han emigrado a otras ciudades para propagar la vida de iglesia. Cuando vayamos a otra ciudad, tenemos que mantener presente que necesitamos tal coordinación: la coordinación que se realiza tanto conforme a la vida como en relación con la debida posición. Debemos adorar a Dios por la soberanía que ejerció al llevar a María hasta José y al preparar a José con respecto a María, a fin de que por medio de tal coordinación, Cristo pudiera producirse en el linaje humano. Por medio de esta coordinación, se cumplieron muchas promesas del Antiguo Testamento en cuanto a Cristo. Él nació de una virgen, era la simiente de mujer, la descendencia de Abraham, la descendencia de Isaac, la descendencia de Jacob y la descendencia de Judá; Él era el Vástago, el retoño de Isaí, el hijo de David; Él nació en Belén, escapó a Egipto, regresó a la tierra de Israel y se estableció en Nazaret para así ser llamado nazareno. Todas estas promesas y profecías se cumplieron por medio de esta sola coordinación.

¿Cómo podemos lograr el propósito de Dios en la tierra hoy? No existe ninguna otra manera fuera de la coordinación. Seamos Marías o Josés, debemos coordinar juntos a fin de producir a Cristo trayéndolo al hombre.

NADA EN NUESTRAS MANOS

Cuando tenía doce años, el Señor cambió la situación con Su familia. Anteriormente, Él estaba bajo la mano de María y José, quienes se habían acostumbrado a cuidar de Él. Sin embargo, cuando cumplió doce años, el Señor les indicó a María y a José que tenían que quitar las manos y mantenerse al margen. (El número doce significa compleción). Además, cuando Él comenzó Su ministerio, en la ocasión en que realizó el primer milagro en Caná, el Señor no se dirigió a María como a Su madre, sino que le llamó “mujer” (Jn. 2:4). Se le hizo difícil a María aprender esta lección.

En otra ocasión cuando el Señor estaba ministrando, María y sus otros hijos vinieron en secreto. Alguien le dijo al Señor que Su madre estaba allí, y el Señor inmediatamente indicó que María no era Su madre y que los hijos de ella no eran Sus hermanos. Solamente aquellos que hacían la voluntad de Su Padre eran Su madre y Sus hermanos (Mt. 12:46-50). En el capítulo siguiente, Mateo 13, las personas decían que todas conocían a Su padre, a Su madre y a todos Sus hermanos y hermanas (vs. 55-56). Esto puede indicar que la familia del Señor Jesús hasta cierto punto le estuvo siguiendo y que no se rendirían hasta que Él fuera crucificado.

Esta narración no es solamente una historia, sino una lección que debemos aprender. Cuando le somos fieles al Señor para producir a Cristo, es muy difícil quitar las manos de lo que hemos producido. El Señor nos puede usar para levantar una iglesia; sin embargo, quizás finalmente esa iglesia llegue a ser nuestro hijo preferido. No obstante, cuando esa iglesia haya madurado, necesitamos quitar las manos de ella. Ésta es la lección, y no es tan fácil de aprender. Es muy fácil referirse a algo como “mi iglesia” y “mi labor”. Es bastante difícil que cualquiera de nosotros quite las manos de la obra que hemos logrado para el Señor. Después de aprender la lección de la coordinación, ésta es la siguiente lección que tenemos que aprender. Es necesario quitar nuestras manos de la obra; de lo contrario, será dañada.

María tuvo que aprender esta lección desde el principio hasta el final. No debemos pensar que es fácil quitar las manos de la obra que el Señor ha logrado a través de nosotros. Cuando ayudamos a unos santos a crecer en vida y llegan finalmente a madurar, ¿podremos quitar las manos y mantenernos al margen? No es fácil, pero todos necesitamos aprender esta lección. Ésta es la manera neotestamentaria de servir al Señor. Con respecto a la coordinación, todos debemos ser fieles; con respecto a los logros, todos tenemos que quitar las manos. El apóstol Pablo realizó mucha labor para edificar tantas iglesias locales, pero al final fue encarcelado. De buena gana o no, él tuvo que quitar las manos de las iglesias locales que había levantado.


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