Información del libro

Visión la práctica y la edificación de la iglesia como cuerpo de Cristo, Lapor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-7643-3
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Actualmente disponible en: Capítulo 2 de 14 Sección 4 de 4

Ser tratados respecto a nuestro motivo

Existe una técnica apropiada para aprender, pero primero debemos ser purificados respecto a nuestro motivo. Si el motivo interior por el cual obramos en cierto lugar es edificar algo para nuestro propio deseo o propósito, ello no es puro. Este motivo tiene que morir. Está mal. Incluso es un ídolo; estamos edificando un ídolo para nosotros mismos. Debemos ser tratados respecto a nuestro motivo. Debemos poder decir: “Obramos aquí no para nosotros mismos, sino por causa del testimonio del Señor, Su Cuerpo”. De esta manera muchos santos serán perfeccionados. Todos debemos aprender esto y también necesitamos aprender a ser perfeccionados por otros. Es por esto que tenemos nuestros entrenamientos. Los entrenamientos sencillamente tienen como objetivo perfeccionar a los santos. Tengo la certeza de que luego de cierta cantidad de años habré desempeñado mi responsabilidad. Seré inocente delante del Señor y todos ustedes serán responsables porque todos estos asuntos habrán sido entregados a ustedes.

Todos estos asuntos no son insignificantes, y todos debemos aprenderlos. Por una parte, obramos, mientras que por otra, perfeccionamos a otros al obrar, y no sencillamente hacemos las cosas por nuestra propia cuenta. Hacemos las cosas de manera coordinada para que otros puedan ser perfeccionados por nosotros. Ésta es la manera correcta. Si obramos así, finalmente todos los santos serán ayudados a ejercer su función.

ASIRNOS A LA VERDAD EN AMOR
Y CRECER EN TODAS LAS COSAS EN CRISTO

Los puntos cuarto y quinto hallados en Efesios 4 tratan acerca del crecimiento y del asirnos a la verdad, es decir, asirnos a Cristo como realidad (vs. 13-15). Por medio del crecimiento adecuado, abandonamos muchas cosas. No deberíamos pensar que crecer principalmente significa obtener algo. Más bien, cuanto más crecemos, más cosas abandonamos. Mientras más jóvenes son los niños, más cosas intentan agarrar. Les gusta coleccionar y retener todo. No obstante, mientras más crecen los niños, más cosas abandonan, incluyendo muchos de sus juguetes. Llegar a un hombre de plena madurez equivale a abandonar las doctrinas y las enseñanzas.

MINISTRAR AL CUERPO
LO QUE HEMOS RECIBIDO DE LA CABEZA

El sexto asunto hallado en el capítulo 4 es nuestra función. El versículo 16 dice: “De quien todo el Cuerpo, bien unido y entrelazado por todas las coyunturas del rico suministro y por la función de cada miembro en su medida, causa el crecimiento del Cuerpo para la edificación de sí mismo en amor”. Cuando nos asimos a Cristo, a la realidad, crecemos en Él. Luego recibimos algo de Él para ministrar a otros. Todos hemos recibido algo de la Cabeza para ministrar al Cuerpo. Ésta es nuestra función, la cual depende de que crezcamos y de lo que recibamos.

Cuando crecemos en Cristo, recibimos algo de Él. Luego ejercemos nuestra función de manera eficaz con lo que recibimos. La experiencia que tenemos de Cristo llega a ser algo real que podemos ministrar a otros. No deseo criticar a otros, pero tenemos que comprender que muchos cristianos hoy día no están claros acerca del verdadero significado de la función. La verdadera función es el ministerio de la experiencia que tenemos de Cristo. Crecemos en Cristo y somos introducidos en Él al crecer. Cuando participamos de Cristo, tenemos cierta experiencia, y recibimos algo de Cristo. Luego cuando venimos a la reunión de la iglesia, compartimos con otros aquello de lo que hemos participado. Ésta es la verdadera manera de ejercer nuestra función.

Edificar la iglesia, no por dones
sino por el crecimiento en vida

Cuando era joven, tenía el concepto natural de que la función tiene que ver con el don. Sin embargo, en Efesios 4 esta clase de don no se menciona. Cuando este capítulo habla acerca de los dones, denota a las personas dotadas. Aquí el don es una persona, tal como el apóstol mismo. Los dos libros hermanos de Efesios y Colosenses tratan acerca del hombre universal: Colosenses habla de la Cabeza y Efesios habla del Cuerpo. En Efesios, el libro que trata particularmente acerca del Cuerpo, no se mencionan los dones; más bien, este libro habla acerca del crecimiento. El versículo 15 del capítulo 4 dice: “Asidos a la verdad en amor, crezcamos en todo en Aquel que es la Cabeza, Cristo”. Luego el versículo 16 comienza así: “De quien”, lo cual indica que recibimos algo de vida de Él. Nunca podremos edificar una iglesia local por medio de los supuestos dones. Aparte de la vida y del crecimiento de vida, mientras más dones tengamos, más divisiones habrá. Los dones crean divisiones a menos que sean balanceados por el crecimiento de la vida. No podemos hallar tales dones en Efesios. Más bien, este libro está lleno de vida y crecimiento.

En todo el cristianismo hoy día no escuchamos casi ningún mensaje que nos diga que nuestra función depende del crecimiento de vida. Las personas mayormente dicen que la función depende de los dones, que si una persona es dotada, sabe cómo ejercer su función. Realmente, edificamos el Cuerpo no por los dones, sino por el crecimiento. Debemos crecer. Si una persona sólo tiene dones sin el crecimiento de vida, ésta ocasionará un problema en el Cuerpo.

Tengo gran aprecio por los versículos 15 y 16. En el versículo 15 está el crecimiento en Cristo y en el versículo 16 vemos la función. Cuánto podamos ejercer nuestra función y ministrar a otros depende de nuestro crecimiento. Cuanto más crezcamos en Cristo, más tendremos algo de Cristo para ministrar al Cuerpo. Si no tenemos crecimiento, será imposible que tengamos edificación alguna.

El Cuerpo se edifica a sí mismo
por todos los miembros perfeccionados

El versículo 16 habla del “crecimiento del Cuerpo para la edificación de sí mismo en amor”. El Cuerpo se edifica a sí mismo. La edificación del Cuerpo no se lleva a cabo por otros, sino por los miembros del Cuerpo de manera directa. Cristo la Cabeza no edifica la iglesia de forma directa. Él edifica la iglesia por medio de las personas dotadas, pero tampoco las personas dotadas edifican la iglesia directamente. Ellos edifican la iglesia de manera indirecta al perfeccionar a los santos. Luego, por medio de los santos perfeccionados la iglesia es edificada. No obstante, todos estos santos deben crecer. Es por esto que 1 Corintios 3:9 habla de dos aspectos: la labranza de Dios y el edificio de Dios. El apóstol Pablo aprendió a sembrar, a regar y a ayudar a las personas a crecer, y también aprendió a edificar. La edificación depende del crecimiento. Por esto no podemos meramente hablar acerca de la coordinación y la edificación. Es imprescindible que ayudemos a las personas a crecer. Cuanto más crecimiento tengamos, más real será hecha la edificación en nuestra experiencia.

Si no sabemos cómo llevar a cabo todos los asuntos antes vistos, no podemos tener la confianza de que estamos en la vida de iglesia real y apropiada. Seremos sólo un grupo que se reúne. Para tener la vida de iglesia apropiada necesitamos tener todos estos elementos.


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