Manera ordenada por Dios de practicar la economía neotestamentaria, Lapor Witness Lee
ISBN: 978-0-87083-329-8
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Dios es triuno y en Su Deidad, en Su persona divina, se encuentra la Trinidad divina. Esta Trinidad divina necesita una entidad orgánica, un organismo, a fin de llevar fruto para Su expresión. El organismo de la Trinidad divina es la vid verdadera universal junto con los pámpanos (Jn. 15:1-5). La vid es la incorporación de la Trinidad divina completa: el Padre, el Hijo y el Espíritu. Los pámpanos son la ampliación de la vid. Se debe considerar la vid verdadera universal con sus pámpanos, tal como se revela en Juan 15, como una realidad más que como una metáfora. El organismo de la Trinidad divina en Juan 15 es la Trinidad divina mezclada con Su pueblo escogido, redimido y regenerado. El hecho más grande en todo el universo es que Dios en Su Trinidad divina se mezcló con nosotros para constituirnos en un organismo a fin de llevar a cabo Su intención, que es llevar Su expresión para Su propia gloria.
En 1958, en Inglaterra, un amigo me llevó a ver la vid de la Reina, una vid muy grande encerrada en un invernáculo. Mi amigo exclamó: “¡Cuán grande es esta vid!” Pero yo le contesté que la vid de la Reina era muy pequeña comparada con Cristo, la vid verdadera, quien es tan grande que llena todo el universo. Cristo como la vid es sumamente largo. Esta vid llega a cada parte del globo terrestre con sus pámpanos.
Nuestro destino como pámpanos de la vid verdadera universal es llevar fruto (Jn. 15:2-5) para la glorificación, la expresión, del Padre (v. 8). El peligro de no llevar fruto está en ser cortado, en secarse y en ser quemado (vs. 2, 6). Ser cortado de la vid es perder toda la suministración de vida y la nutrición de la vid. Muchos cristianos piensan que llevar fruto depende del ambiente y que por tanto, el hecho de no llevar fruto es perdonable. No obstante, llevar fruto no se trata de nuestro ambiente; antes bien es nuestro destino. Hemos sido destinados por Dios para llevar fruto. Debido a que muchos cristianos no han llevado fruto por muchos años, el destino ordenado por Dios en ellos ha sido anulado. La mejor manera de cumplir el destino ordenado por Dios de llevar fruto es visitar a la gente al tocar puertas. El visitar a la gente al tocar sus puertas ha sido completamente comprobado por experiencia como la mejor manera de llevar fruto.
Ustedes no necesitan el consentimiento de su iglesia antes de poder tocar puertas para llevar fruto. Llevar fruto es su destino. Los hermanos responsables no deben decir: “Antes de que salgan a tocar puertas tienen que esperar hasta que todo esté preparado para toda la iglesia”. Eso es irrazonable. El llevar fruto es como el respirar. Pedirle a alguien que espere hasta que algo esté preparado antes de llevar fruto es igual que pedirle a uno que no respire. No debemos esperar en el asunto de llevar fruto. Debemos salir a tocar puertas y llevar fruto que permanece estableciendo reuniones en casa. Ese fruto convencerá a otros que el visitar a la gente es la manera de llevar fruto.
Anteriormente cuando los santos llevaban a una persona al Señor, nuestra práctica era de conseguir el permiso de la iglesia antes de que él pudiera ser bautizado. Pero los nuevos que creen deben ser bautizados de inmediato. No se necesita el permiso de la iglesia para bautizarlos. Alrededor de 1930, en Shanghái, había un joven que recibió al Señor y que pensaba irse a estudiar a los Estados Unidos. El hermano Nee tenía mucha carga que este joven fuera bautizado de inmediato antes de que saliera de la China, pero uno de los hermanos responsables no estaba de acuerdo. El pensaba que como este hermano nuevo había oído el evangelio y creído hacía poco, sería peligroso bautizarlo; y que sin ser probado, nadie sabría si su fe fuera genuina o no. El hermano Nee respondió que él mismo asumiría la responsabilidad por el bautismo del hermano nuevo, mas el anciano todavía insistió en que se necesita el permiso de la iglesia para el bautismo. Finalmente, el hermano Nee cedió; sin embargo, él nunca estuvo de acuerdo con esta forma de tratar el bautismo.
Dios nos ha escogido y nos ha enviado a llevar fruto. El destino ordenado por Dios para nosotros es que llevemos fruto; así que debemos salir a tocar puertas, visitar a la gente, ayudarles a creer y bautizarles. Nuestras estadísticas muestran que de veinte puertas que tocamos, una persona es bautizada. Debemos aprovechar bien el tiempo para tocar más puertas a fin de encontrar los hijos de paz (Lc. 10:6).
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