Información del libro

Vivir en el que permanecemos mutuamente con el Señor en el espíritu, Unpor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-9118-4
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

    Por favor, utilice Firefox o Safari
Actualmente disponible en: Capítulo 6 de 16 Sección 1 de 3

QUE EL SEÑOR ES EL ESPÍRITU
ES LA REVELACIÓN PURA HALLADA EN LA BIBLIA

La teología tradicional del cristianismo le presta mucha atención al Credo de los Apóstoles, el cual fue formulado en el año 325 d. C. bajo Constantino el Grande. En ese credo no hay mención alguna de los siete Espíritus. Esto muestra que el Credo de los Apóstoles no estaba completo. En la historia, al menos tres grandes grupos de cristianos declararon oficialmente que ellos sólo desean la Biblia, y no el Credo de los Apóstoles: la Asamblea de los Hermanos, los Bautistas del Sur y la Iglesia de Cristo. Me temo que algunos entre nosotros, quienes todavía están bajo la influencia de conceptos viejos, podrían pensar que es herético decir que el Señor Jesús tenía sangre genuina y carne genuina, puesto que entonces eso significaría que Él era un verdadero hombre, una criatura. Por esta razón, ellos no pueden aceptar plenamente la declaración que el Señor Jesús es el Primogénito de toda creación. Independientemente de si las personas aceptan esto plenamente, parcialmente, o incluso si no lo aceptan en lo absoluto, tengo que ser honesto y presentarles a ustedes la palabra pura del Señor.

Además, la traducción de la Biblia de J. N. Darby es muy clara en cuanto al hecho de que el Señor es el Espíritu. En 2 Corintios 3:6 se nos dice: “El Espíritu vivifica”, y el versículo 17 dice: “Y el Señor es el Espíritu”. Una nota en la traducción de J. N. Darby indica que los versículos del 7 al 16 son un paréntesis; por lo tanto, el versículo 17 sigue directamente al versículo 6: “El Espíritu vivifica” y “el Señor es el Espíritu”. Este vínculo que se establece entre el Espíritu y el Señor fortalece lo dicho en 1 Corintios 15:45, que el Señor en Su resurrección llegó a ser el Espíritu vivificante. Además, 2 Corintios 3:17 nos muestra que éstos dos —el Señor y el Espíritu— son uno solo, pero también son dos. El versículo 17a dice que “el Señor es el Espíritu”, mientras que 17b dice que “donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad”. La primera parte dice que el Señor es el Espíritu, lo que indica que el Señor y el Espíritu son uno solo, mientras que la segunda parte dice: “El Espíritu del Señor”, lo que indica que el Señor y el Espíritu son dos. Esto es exactamente igual a Juan 1:1, que dice: “En el principio era la Palabra, y la Palabra estaba con Dios”. Por ende, la Palabra y Dios son dos. Luego el versículo continúa diciendo: “La Palabra era Dios”, así que los dos son uno solo. Por lo tanto, decimos que Dios es triuno; Él es tres pero también uno. De otra forma, tendríamos tres Dioses. Hoy en día muchos cristianos y maestros cristianos subconscientemente tienen tres Dioses en su modo de pensar y en sus corazones.

EL SEÑOR LLEGÓ A SER EL ESPÍRITU
A FIN DE ENTRAR EN NUESTRO ESPÍRITU COMO VIDA

La Biblia nos muestra que el Señor Jesús, quien era Dios, dio dos grandes pasos con miras al cumplimiento del propósito de Dios. El primer gran paso consistió en que Él se encarnó para ser un hombre verdadero con carne y sangre a fin de que pudiese ser nuestro Redentor para la redención de nuestros pecados. Luego, Él dio el segundo gran paso en Su resurrección a fin de llegar a ser el Espíritu vivificante. Hoy en día el Señor Jesús en quien creemos no sólo es Aquel que llegó a ser carne, sino también Aquel que murió y resucitó. El Señor Jesús en quien creemos es Aquel que llegó a ser carne, quien derramó Su sangre para la redención de los pecados, quien murió y resucitó y quien imparte vida. Cuando creímos en Él, primero nuestros pecados fueron perdonados y fuimos redimidos, y segundo, Él entró en nosotros. Esto no es sólo una doctrina; ésta es nuestra experiencia. Cuando usted se arrepiente, confiesa sus pecados, ora y cree en el Señor Jesús, usted no sólo tiene paz en su interior, sino que tiene el perdón de los pecados, de modo que los problemas entre usted y Dios son resueltos. Después de eso usted sentirá que hay Alguien que ha entrado en usted.

El Señor ciertamente ha entrado en usted. Sin embargo, si el Señor no fuera el Espíritu, ¿cómo podría entrar en usted? Hoy en día hay algunos que dicen que el Señor está en el cielo y no en nosotros, y que Él es tan grande y el hombre es demasiado pequeño para contenerlo. Por consiguiente, ellos dicen que el Señor no está en nosotros, sino que más bien Él tiene un representante, el Espíritu Santo, que lo representa en nuestro interior. Esto verdaderamente equivale a torcer la Biblia. En ningún lugar de la Biblia dice que el Espíritu Santo es el representante del Señor Jesús. Más bien, la Biblia dice que el Señor es el Espíritu. Además, a lo largo de los siglos, muchos de los escritos espirituales que son de valor también establecen claramente que en las experiencias que tienen los cristianos, Cristo y el Espíritu Santo son solo uno.

Ahora hemos visto que el Señor Jesús era Dios. Él se hizo carne a fin de efectuar la redención; Él murió y fue resucitado con miras a impartir vida a fin de que Él pudiera forjarse en nuestro interior. Independientemente de cuán errónea sea alguna teología y cuán negligente sean algunas personas con respecto a la Biblia, el hecho es que todo aquel que se arrepienta, confiese sus pecados y crea en el Señor Jesús al invocar Su nombre, tiene al Señor Jesús en él. Nadie puede negar esto. El Señor Jesús está en nosotros; no hay un representante, sino que más bien Él mismo está en nosotros. El Señor Jesús es Aquel “que descendió del cielo; el Hijo del Hombre, que está en el cielo” (Jn. 3:13). Sin mencionar que después de Su muerte y resurrección, incluso cuando Él estaba en la carne, Él estaba en la tierra así como en el cielo.

No debemos considerar al Señor Jesús con nuestro pequeño cerebro; debemos considerarlo únicamente según lo que la Biblia dice. Por una parte, Romanos 8:34 dice claramente que hoy en día el Señor Jesús está en el cielo sentado a la diestra de Dios. Por otra parte, el versículo 10 del mismo capítulo dice que Cristo está en nosotros. Éstos son dos aspectos del Señor Jesús. Podemos usar la electricidad como una ilustración. Hay electricidad en este edificio, y también hay electricidad en la central eléctrica. No son dos electricidades, sino una sola electricidad. Nuestro Señor, quien es ilimitado, resucitó de los muertos y llegó a ser el Espíritu vivificante. Por ende, Juan 7:38-39 dice que del interior de quienes creen en Él correrán ríos de agua viva. Él dijo esto del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en Él, pero aún no había el Espíritu. En el momento que el Señor Jesús habló esta palabra, aún no había el Espíritu vivificante, puesto que el Señor aún no había sido resucitado de los muertos y aún no había sido glorificado. En otras palabras, para el tiempo en que Él fue resucitado de los muertos y de ese modo fue glorificado (Lc. 24:26), Él entonces era el Espíritu vivificante. Ésta es la verdad bíblica.

El Señor Jesús no solamente es nuestro Redentor, sino también nuestro Espíritu vivificante. Por consiguiente, hoy día al nosotros creer en Él nuestros pecados han sido perdonados y hemos sido reconciliados con Dios; al mismo tiempo, al nosotros creer en Él, Él está en nosotros. Si el Señor no fuese el Espíritu, ¿cómo podríamos entrar en Él? Debido a que Él es el Espíritu, el Espíritu vivificante, nosotros entramos en Él cuando creímos en Él. Por ende, 1 Corintios 1:30 dice que es Dios quien nos introdujo en Cristo. Al nosotros creer en Él, hemos entrado en Él, el Cristo pneumático, y Él también ha entrado en nosotros.

Ahora este Redentor ha llegado a ser el Espíritu vivificante. Cuando creímos en Él, Dios nos perdonó de nuestros pecados, y este Espíritu vivificante entró en nuestro espíritu para regenerar nuestro espíritu. Por consiguiente, Juan 3:6 dice: “Lo que es nacido del Espíritu, espíritu es”. Ser regenerados en nuestro espíritu significa que tenemos otra vida; la vida divina entró en nosotros en adición a la vida que tenemos en nuestra carne. De este modo, nacimos dos veces y tenemos dos vidas. La primera vez, nacimos de la carne de nuestros padres, así que tenemos la vida de la carne. La segunda vez, nacimos del Espíritu de Dios en nuestro espíritu, así que tenemos la vida del Espíritu. Nuestro Señor, quien es el Espíritu vivificante, mora en nuestro espíritu. Por lo tanto, 2 Timoteo 4:22 dice: “El Señor esté con tu espíritu”. Si nuestro Señor Jesús no fuese el Espíritu, entonces, ¿cómo podría Él estar con nuestro espíritu? Obviamente esto no es una alegoría, sino una declaración factual, lo que comprueba que hoy en día nuestro Señor mora en el espíritu de aquellos que han sido salvos. Además, 1 Corintios 6:17 dice: “Pero el que se une al Señor, es un solo espíritu con Él”. Si el Señor Jesús no fuese el Espíritu y si no tuviésemos un espíritu humano en nuestro interior, entonces ¿cómo podríamos ser un solo espíritu con el Señor? Ahora sabemos con certeza que tenemos un espíritu humano dentro de nosotros, y este espíritu que está en nuestro interior ha sido regenerado. No sólo eso, sino que, como Espíritu, el Señor Jesús ha entrado en nuestro espíritu para morar en nuestro espíritu. Por consiguiente, los dos espíritus han llegado a ser un solo espíritu. Todos estos asuntos han sido pasados por alto en la teología cristiana.


Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.

Back to Top