Testimonio de Jesús, Elpor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-8269-4
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Juan 17:22 dice: “La gloria que me diste, Yo les he dado, para que sean uno, así como Nosotros somos uno”. Tal como lo indicamos, la gloria es la expresión de Dios. Jesús pareciera decir: “Padre, Tú me has dado la vida, el derecho y la posición para ser Tu Hijo a fin de expresarte. Ahora Yo les he dado esta gloria a todos Mis creyentes. Ellos también tienen Tu vida, naturaleza, derecho y posición divinas para expresarte a Ti”. Esto significa que somos uno en la expresión divina. No estamos aquí para expresar cierta doctrina, sino para glorificar, para expresar a Dios el Padre. No estamos a favor del bautismo, el presbiterio ni siquiera por la justificación por fe. Sí, somos justificados por fe, practicamos el bautismo y el presbiterio, pero no estamos aquí a favor de ninguna de estas cosas. Nuestra posición es solamente por Dios. Nuestra gloria no es la justificación por fe, el bautismo por inmersión ni el presbiterio; nuestra gloria es Dios mismo. Nosotros tenemos la gloria del Hijo, y es en esta gloria, la gloriosa expresión de Dios el Padre, que somos uno. Dios es único, Su expresión es única y Su gloria es única. Por tanto, somos únicos en Su expresión. Por el contrario, si estamos a favor del presbiterio, los dones carismáticos, el bautismo o la justificación por fe, estaremos divididos. Todos debemos estar a favor de la única expresión, que es la gloria de Dios el Padre. De esta manera somos uno.
El versículo 23 dice: “Yo en ellos, y Tú en Mí, para que sean perfeccionados en unidad”. Ser perfeccionados en unidad es un asunto del crecimiento en vida. Podemos estar firmes en la unidad, pero a muchos de nosotros nos falta el crecimiento en vida. Esto quiere decir que somos uno, pero aún no hemos sido perfeccionados en unidad. Algunos dirán: “Me interesa la vida de iglesia, pero no estoy contento con cierto hermano”. Si tenemos tal sentir, eso indica que todavía no hemos sido perfeccionados. Estamos escasos de crecimiento y tenemos que crecer. Efesios 4:13 dice: “Hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del pleno conocimiento del Hijo de Dios, a un hombre de plena madurez, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo”. La manera que llegaremos a la unidad en la práctica es al crecer en vida hasta alcanzar madurez. Pese a que estamos en la vida de iglesia, es posible que aún continúen las murmuraciones entre nosotros (Fil. 2:14). Sin embargo, en la Nueva Jerusalén ya no habrá murmuración alguna porque en ese entonces se habrá contestado y cumplido plenamente Juan 17:23. Tenemos que ser uno; nuestra única meta debe ser expresar a Dios el Padre y debemos crecer para ser perfeccionados en unidad. Tenemos la naturaleza divina para nuestra unidad, que es la meta gloriosa de nuestra unidad, y para crecer hasta la madurez a fin de ser perfeccionados en nuestra unidad. Esto es lo que necesitamos, no ciertas doctrinas ni prácticas.
Hoy todos tenemos la naturaleza divina dentro de nosotros, tenemos la misma meta de glorificar a Dios y todos estamos creciendo en vida. Por tanto, no debe molestarnos cuando escuchamos quejas y murmuraciones de una joven, un recién salvo o un miembro débil. En una familia hay pequeñitos que aún están en pañales, y esto no debería molestarnos. Simplemente los limpiamos, les cambiamos pañales y los dejamos crecer. Todas las madres tienen la plena certeza que después de unos años sus pequeños dejarán de usar pañales. La familia de Dios es una guardería con muchos niños pequeños. Esto es maravilloso y esto es lo que nos gusta ver. No debemos menospreciar a los pequeños. La iglesia es una familia; no es un ejército ni una escuela. En una escuela se requiere que todos sus estudiantes tengan cierta edad, pero la iglesia es una familia todo-inclusiva. De la misma manera, tampoco debiéramos menospreciar a la antigua generación. Necesitamos a los “abuelos” y debemos amarles. Ellos son los que tienen más experiencias y son los que nos pueden dar buenos consejos. Tenemos que honrarlos, respetarlos y alabar al Señor por esta generación de personas mayores. Es bueno poder ver muchas generaciones en la iglesia.
Una familia no es un ejército en pie de guerra. Sin embargo, la iglesia debe mantenerse alerta. Con este propósito necesitamos que los jóvenes libren la batalla espiritual, tal como una nación necesita soldados jóvenes para defenderla. Tenemos que respetar a los mayores, pero también necesitamos cultivar a los jóvenes. De lo contrario, no tendremos paz. Es por esta razón que en 1 Juan 2:12-14 se nos habla de padres, jóvenes y niños. Así es la vida de iglesia apropiada y todo-inclusiva. Si aplicamos la vida de iglesia de esta manera no habrá divisiones entre nosotros.
Todo lo mencionado hasta ahora es de acuerdo al ministerio remendador de Juan, a fin de practicar la vida de iglesia. Los escritos de Pablo contienen numerosas enseñanzas, pero hablando con propiedad, tales enseñanzas en sí no eran la meta de Pablo. Sin embargo, Juan no nos habla de la misma manera. Él nos hace regresar a Dios mismo, como nos dice Juan 17:21: “Para que todos sean uno; como Tú, Padre, estás en Mí, y Yo en Ti, que también ellos estén en Nosotros”. Juan nos regresa a Dios Triuno como nuestra vida y naturaleza, como nuestra meta y como nuestro crecimiento en vida. Hoy en día tenemos la vida de iglesia apropiada. Ahora todos tenemos que ser uno para practicar la iglesia.
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