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Lecciones de vida, tomo 4por Witness Lee

ISBN: 978-0-87083-296-3
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LECCION CUARENTA

LA SANTIFICACION, SEGUNDA ETAPA

La santificación es otro aspecto importante de la plena salvación de Dios y llega a ser una faceta de nuestra experiencia en el disfrute de la plena salvación de Dios.

I. EL SIGNIFICADO DE LA SANTIFICACION

1) “...para poder discernir entre lo santo y lo profano” (Lv. 10:10).

El significado de la santificación, ya sea en el hebreo del Antiguo Testamento o en el griego del Nuevo Testamento, es principalmente separación. Por lo tanto, el ser santificado (ser hecho santo) en la Biblia significa ser separado de las cosas ordinarias y comunes. La santidad es el estado de la naturaleza de Dios, la cual no sólo es sin pecado y sin maldad, sino que también es diferente de todo y es distinta de lo común. Por consiguiente, siempre que la Biblia menciona a Dios y las cosas concernientes a El o que le pertenecen a El, las describe como santas. Toda persona, cosa o asunto que no se entrega a Dios, o no le pertenece a El, es común. Una vez que se entrega a Dios y le pertenece a El, llega a ser santificada, es decir, separada.

II. LA SEGUNDA ETAPA DE LA SANTIFICACION

1) “Mas ya habéis sido lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis sido justificados” (1 Co. 6:11).

Como ya se mencionó en la lección treinta y siete, según la revelación en la Biblia, la santificación en la salvación de Dios en nosotros se divide en tres etapas: la primera es para nuestro arrepentimiento, la segunda es para nuestra justificación, y la tercera es para nuestra transformación. El versículo aquí citado se refiere a la segunda etapa después del lavamiento y antes de la justificación. Por lo tanto, esta etapa de la santificación sigue la limpieza de los pecados que se trató en la lección treinta y ocho, e introduce a la justificación de la cual se hablará en la siguiente lección. Antes de poder ser santificados, primero tenemos que ser limpiados de nuestros pecados; del mismo modo, antes de poder ser justificados, primero tenemos que ser santificados.

III. LA SANTIFICACION POSICIONAL

1) “Reciban perdón de pecados ... entre los que han sido santificados” (Hch. 26:18).

En la segunda etapa, la santificación que recibimos en la plena salvación de Dios es tanto posicional como disposicional. La santificación posicional es un hecho, una posición santificada que recibimos en Cristo cuando creemos. La santificación mencionada en este versículo es tal santificación posicional.

A. Mediante la ofrenda de Cristo

1) “Somos santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez para siempre” (He. 10:10).

Esta santificación posicional se realiza mediante la ofrenda del cuerpo de Cristo hecha de una vez y para siempre, como una ofrenda por el pecado, para separarnos.

B. Mediante la sangre de Jesús

1) “...Jesús, para santificar al pueblo mediante Su propia sangre” (He. 13:12).

Obtenemos santificación posicional mediante la sangre redentora de Cristo derramada en la cruz. Una vez que somos redimidos por la sangre del Señor, somos separados del mundo, recibiendo una posición santificada y siendo hechos santos para El.

C. Somos llamados

1) “Los santificados en Cristo Jesús, los santos llamados” (1 Co. 1:2).

Obtenemos esta santificación posicional como resultado de ser llamados por Dios. Cuando somos salvos y llamados por Dios, somos separados por El para ser santos. Esto es un asunto de posición. Por supuesto, recibimos también la vida santa de Dios cuando fuimos salvos y regenerados, pero esta vida santa todavía no había sido expresada en nuestro vivir para que llegara a ser nuestra experiencia de santificación.

IV. LA SANTIFICACION DISPOSICIONAL

La santificación disposicional es la santificación que expresamos en nuestro vivir como resultado del crecimiento de la vida que recibimos al creer en Cristo.

A. Mediante el Santificador

1) “Porque todos, así el que santifica como los que son santificados, de uno son” (He. 2:11).

Cristo es santo, y es también Aquel que nos santifica. Tanto El como nosotros somos de Dios el Padre. La palabra “de” indica que esta santificación viene de la vida divina de Dios el Padre, la cual está tanto en Su Hijo como en nosotros. Cristo y nosotros tenemos la misma vida (Col. 3:4) y la misma naturaleza. Dios en Cristo imparte Su vida y naturaleza divinas en nosotros, para que seamos participantes de Su naturaleza divina (2 P. 1:4), y expresemos así en nuestro vivir una vida santificada por medio de Su vida divina con Su naturaleza santa en nosotros. Por lo tanto, esta santificación es la santificación de la vida de Dios y es la santificación que experimentamos; es principalmente disposicional, y no posicional.


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