Impartición divina de la Trinidad Divina, Lapor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-6710-3
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Cristo, el postrer Adán, se hizo Espíritu vivificante (1 Co. 15:45; 2 Co. 3:17). En lugar de la palabra vivificante también podríamos usar la frase que imparte la vida, y decir que Él fue hecho el Espíritu que imparte la vida. Nuestro Cristo es el Espíritu que nos imparte la vida. Si Cristo no hubiera llegado a ser el Espíritu, no podría entrar en nosotros. La palabra Espíritu en griego es pnéuma, que también significa aire o viento. Cristo es el Espíritu, el aire y el viento para entrar en nosotros. Ninguna otra cosa puede entrar en nosotros de una manera tan fácil, completa y continua como el aire. Mientras les hablo y ustedes escuchan, estamos recibiendo el aire aun sin darnos cuenta de ello. Esto es un cuadro de Cristo. Nosotros vivimos en Él así como vivimos en el aire como nuestro medio. Si estuviéramos en un cuarto sin aire, moriríamos. Morir es dejar de respirar. Cuando yo dejo de respirar, eso significa que he muerto. Tenemos que inhalar a Cristo. A. B. Simpson, el fundador de la Alianza Cristiana y Misionera escribió un buen número de himnos que son muy profundos. Uno de estos himnos es acerca de inhalar a Cristo (Himnos, #119).
¿Por qué invocamos el nombre del Señor? Porque es así como respiramos. Incluso respiramos hondo. En la esfera física, es muy saludable respirar hondo. Clamar ¡oh, Señor Jesús! es respirar hondo. Si usted practica esto, verá cuán saludable será. Al parecer a veces usted no puede soportar las murmuraciones de su esposa ni verle la cara larga. En ese caso usted necesita invocar el Nombre. No se olvide de que usted es Enós, un hombre frágil, que invoca el nombre del Eterno (Gn. 4:26). Si usted invoca el nombre del Señor Jesús, será vigorizado. Por ejemplo, usted no debe manejar su auto cuando tiene una llanta desinflada. Ése es un indicio de que le falta aire. Son muchos los cristianos que hoy en día andan con poco aire espiritual. Son como una “llanta desinflada”. Algunos no vienen a las reuniones porque se sienten como una “llanta desinflada”. Tal vez digan que tienen problemas con su esposa o problemas con cierto hermano o problemas con los ancianos. Esto es señal de una llanta desinflada. No culpe a su esposa o a cierto hermano, ni tampoco a los ancianos. Échele la culpa a su llanta desinflada. Lo que necesita hacer es ir a la “estación de gasolina” y echarle un poco de aire a su llanta desinflada. ¿Dónde se encuentra la estación de gasolina? ¡La estación de gasolina es la iglesia! Venga a la iglesia, y recibirá el aire que necesita. Será lleno del aire viviente. Invoque el nombre del Señor para ser lleno de aire. Éste es el Espíritu que imparte la vida.
Cristo es la corporificación del Dios Triuno (Col. 2:9). Todo lo que Dios el Padre es, todo lo que Dios el Hijo es, y todo lo que Dios el Espíritu es, está corporificado en esta única persona. En Él están todas las riquezas divinas para la impartición de Dios a nuestro ser.
El Señor Jesús es el resplandor, la expresión, de la gloria de Dios, y Él es la imagen misma, la expresión de la sustancia de Dios (He. 1:3; Col. 1:15). Él es la expresión misma de lo que Dios es. Una vez más, esto tiene como propósito que Dios se imparta e infunda en nuestro ser.
Cristo es el Apóstol enviado por Dios para ministrar a Dios mismo a nosotros (He. 3:1). Una persona enviada, un apóstol, es alguien que lleva algo a otros. Cristo fue el primer Apóstol que, según la economía neotestamentaria de Dios, fue enviado por Dios y desde Dios para traer a Dios a nosotros.
Él no es solamente el Apóstol, sino también el Capitán de la salvación (He. 2:10). La salvación de Dios es una pelea, una batalla. Para pelear una batalla se necesita un ejército, y un ejército tiene necesidad de un capitán. Cristo es el Capitán de la salvación de Dios a fin de impartirnos la vida de Dios.
Cristo es también el Salvador (Tit. 2:13). Si leen detenidamente Tito 2:13, podrán ver que nuestro Salvador es simplemente el gran Dios. Jesucristo es para nosotros tanto el Salvador como el gran Dios. Él es el gran Dios que llegó a ser nuestro Salvador a fin de impartir a Dios en nosotros, las personas que Él salva.
Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.