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Mensajes de vida, tomo 2 (#42-75)por Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-6927-5
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Actualmente disponible en: Capítulo 58 de 34 Sección 2 de 3

El vaso y el contenido

En Romanos 9 Pablo nos compara con vasos que Dios formó (vs. 21, 23). Estos vasos deben tener a Dios mismo como contenido, lo cual los hace vasos de honra, llenos de riquezas y gloria. Dios es nuestro contenido interior; y nosotros somos Su expresión externa. El contenido y el recipiente son uno; aquí una vez más vemos una unión.

La cabeza y el cuerpo

Otro ejemplo se nos da en Romanos 12, donde se nos describe a nosotros como el Cuerpo de Cristo (v. 5). Nosotros estamos unidos a Él, al igual que el cuerpo y la cabeza forman una sola entidad.

LA RAMA INJERTADA RETIENE SU PROPIA VIDA

Observen que esta vida injertada, que se nos muestra en estos diferentes cuadros, no es una vida intercambiada. La rama deficiente no desecha la vida inferior que posee a fin de recibir la vida más rica del árbol al cual es injertada. ¡No! La rama aún conserva sus características esenciales, pero su vida es elevada y transformada al ser injertada en la vida superior.

¿Cuáles son los resultados del injerto? Cuando la grosura del árbol de mejor calidad le brinda el suministro a la rama injertada, todas las cosas negativas son desechadas. Entonces la función original de esa rama es restaurada y fortalecida. El fruto sigue siendo lo que era antes del injerto, pero los factores problemáticos han sido superados. Nosotros somos las ramas problemáticas que Dios injertó en Cristo. La grosura de Su vida entra en nosotros para llevarse todos los elementos deficientes que tenemos. Él entonces eleva la función original que Dios dispuso para nosotros, fortaleciéndola y enriqueciéndola. Luego de una manera natural y espontánea todo nuestro ser es saturado y transformado, y un fruto maravilloso es producido.

He tenido el interés de compartir con los santos este asunto de la vida injertada, porque fue de mucha ayuda para mí. Por muchos años yo busqué a tientas cómo experimentar lo que la Biblia nos dice. Seguimos a otros al enseñar que debíamos intercambiar nuestra vida deficiente por la buena vida del Señor Jesús. Asimismo nos esforzamos por cumplir la práctica de considerarnos muertos a fin de ser liberados del pecado. Enseñábamos que puesto que somos propensos a pecar, tenemos que ver que ya estamos muertos y luego aceptar este hecho. El resultado de considerarnos muertos fue el desánimo; pues antes que pusiéramos esto en práctica, estábamos en un estado letárgico; pero una vez que empezamos a hacerlo, no sólo descubrimos que no estábamos muertos, sino que estábamos más vivos que antes.

Fue poco a poco que llegamos a ver que Romanos no habla de una vida intercambiada ni de un método para considerarnos muertos. Esta vida producida a partir de un injerto significa que no importa qué carencias tengamos, siempre y cuando seamos injertados en el precioso árbol del Señor Jesús, Su vida excelente entrará en nosotros.

CUÁNDO OCURRIÓ EL INJERTO

¿Cuándo ocurrió este injerto? En el momento en que creímos y fuimos bautizados. Romanos 6:3 dice: “¿O ignoráis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en Su muerte?”. Cuando fuimos bautizados, nosotros fuimos bautizados en el Señor Jesús en espíritu y fuimos identificados con Él. La vida que está en Él entró en nosotros.

CRECER JUNTAMENTE CON ÉL

Romanos 6:5 luego dice: “Porque si siendo injertados en Él hemos crecido juntamente con Él en la semejanza de Su muerte, ciertamente también lo seremos en la semejanza de Su resurrección”.

Las palabras “hemos crecido juntamente con Él” en griego implican una unión orgánica. El significado de esto es muy rico. Podemos compararlo a un injerto de piel. El cirujano puede cortar un trozo de piel de la pierna de un paciente y luego adherirlo a su brazo. Después de unos cuántos días, la piel que fue tomada de la pierna crecerá junto con la piel del brazo; ambas se unirán orgánicamente, y ocurrirá un crecimiento de vida.

Esta misma clase de unión es a la que se alude en Romanos 6:5. Nosotros fuimos injertados en el Señor Jesús y ahora somos abastecidos por Su vida y Sus riquezas. Un crecimiento ocurre a medida que nosotros le disfrutamos. Esta unión no es como la que resulta al juntar dos trozos de madera; no importa cuán cerca estén, no crecerán juntos. Por lo tanto, una rama viva debe ser injertada en un árbol vivo para que no sólo se produzca una unión, sino también para que ambos crezcan juntos de manera orgánica, de modo que la rama disfrute de las riquezas de la vida del árbol de mejor calidad.

La versión de la Biblia en chino traduce “hemos crecido juntamente con Él” como “hemos sido identificados con Él”. Esto es bastante bueno, pero ciertamente necesitamos incluir el pensamiento de ser unidos y de crecer juntamente con Él. Tanto la unión como el crecimiento son esenciales para que se efectúe un injerto exitoso. Si los dos trozos de piel no crecen juntos después del injerto, en pocos días la piel injertada se secará. La unión debe producir el crecimiento; de este modo, las dos vidas llegarán a ser una sola.


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