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Fe cristiana normal, Lapor Watchman Nee

ISBN: 978-0-87083-779-1
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CAPITULO TRES

DIOS SE HIZO HOMBRE

(1)

EL LENGUAJE HABLADO
ES EL MEJOR MEDIO DE COMUNICACION

Dios desea revelarse a nosotros. El lo hace con medios que son comprensibles al hombre, o sea, el lenguaje escrito y hablado. Hemos visto cómo Dios se revela por medio del lenguaje escrito. Ahora veremos cómo El se revela al hablar.

Suponga que usted ha tenido correspondencia con una persona por muchos años; sin embargo, nunca le ha visto. Naturalmente, desearía conocerle mejor por medio de una relación directa. No se puede lograr conocimiento cabal de una persona solamente por cartas. El contacto directo es mucho mejor. Parece que la comunicación hablada es de una naturaleza mas íntima y completa que la de las letras. Cuando el lenguaje hablado es añadido al lenguaje escrito, la comunicación es enriquecida. Si uno de ellos está ausente, habrá un vacío. Por supuesto, si ambos están ausentes, la comunicación queda totalmente anulada. La comunicación efectiva siempre se lleva a cabo por estos dos medios.

Si la intención de Dios es revelarse a nosotros, necesita hacerlo al hablar. ¿Pero cómo habla Dios? ¿Suena trompeta desde los cielos? Si fuera así, estaríamos todos aterrorizados. Todos huiríamos de El. Ninguno se atrevería a escucharle. Habría un abismo entre El y nosotros. El, siendo tan grandioso y elevado, nos alejaría hacia fuera de Su santidad. Entonces, ¿cómo habla El?

EL INVIERNO EN LA MONTAÑA

Déjenme narrarles una historia. Un invierno yo estaba recuperándome de una enfermedad en la montaña Lu-shan. Esto pasó después de la guerra, y muy pocas personas vivían en la montaña. Alrededor de mi hogar durante el día era raro ver alguna persona. Por naturaleza soy una persona calmada. Esta clase de ambiente era atractivo para mí. No solamente estaba todo tranquilo, sino que también hacía frío. Desde la mañana hasta el anochecer lo único que veía era a un niño que venía tres veces al día a traer mis alimentos. Al principio estaba cómodo. Pero después de un tiempo, aún una persona como yo comienza a sentirse sola.

Un día, después de almorzar, descansé un rato. Había un balcón en mi dormitorio. Cuando desperté observé un grupo de pajaritos en mi balcón. Habían caído al suelo unas migas de mi almuerzo, y los pajaritos saltaban, gorjeaban y se movían jubilosos alrededor de ellas. Me dije a mí mismo: “Muy bien, ya que no puedo encontrar seres humanos, trataré de hacer amistad con estos pajaritos”.

Me levanté y fui a saludarlos, mas en un instante todos volaron lejos de mí. Entonces tuve otra idea. Tomé una porción de arroz y coloqué los granos en hilera con solo unos pocos granos en la primera línea y los aumentaba gradualmente hacia la entrada de la puerta. Me escondí detrás de la puerta y los observé. Muy pronto se agruparon de nuevo y pensé: “Esta es mi oportunidad”. Salí de mi escondite y traté de hacer amistad con ellos. Pero en el instante que me vieron, volaron nuevamente lejos de mí. Algunos se posaron en las ramas cerca del balcón y me miraban fijamente, como si estuvieran tratando de determinar mis intenciones. Cada vez que me acercaba, volaban y cuando me retiraba regresaban. Esto sucedió varias veces.

REHUSAR A VENIR

Yo quería predicarle a los pajarillos. Quería decirles: “Pequeños pajarillos, no tengo ninguna intención especial en hacer esto. Es invierno en la montaña, y la comida está escasa. Tengo suficiente provisión conmigo y solamente quiero compartirla con ustedes. Por favor cálmense, y bajen. Sólo deseo sentarme entre ustedes mientras comen. Quiero escuchar sus canciones y verlos jugar. Vengan, seamos amigos...”. Pero los pajarillos no vinieron. Ellos no me entendieron. Tuve que desistir.

Más tarde me di cuenta de algo. Empecé a sermonearme y dije: “Este cuerpo que tengo es muy grande, cinco pies y once pulgadas. Si pudiera hacerlo pequeño del tamaño de un pajarillo y aún cambiarlo en la forma de un pajarillo, ellos no se alarmarían con mi presencia. Entonces podría decirles las intenciones de mí corazón y pasar juntos el invierno en la montaña Lu-shan”.


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