Información del libro

Ejercicio del reino a fin de edificar la iglesia, Elpor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-3898-1
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

    Por favor, utilice Firefox o Safari
Actualmente disponible en: Capítulo 6 de 8 Sección 2 de 4

EXPRESAR AL DIOS SUBJETIVO

Cristo es nuestra vida y nuestro suministro de vida a fin de que podamos expresar a Dios. Dios no puede expresarse por medio del hombre de una manera objetiva. Si Él permaneciera en los cielos y no entrara en nosotros ni se forjara en nuestro ser, no podría expresarse por medio de nosotros. Dios tenía que encontrar la manera de entrar en nosotros y forjarse en nuestro ser. Sólo así nuestro ser podría expresar a Dios y no a nosotros mismos. Por esta razón, el Dios objetivo, el Dios que estaba muy lejos de nosotros, llegó a ser el Dios que mora en nuestro mismo ser de modo subjetivo. Él no sólo está en nosotros, sino que además está forjándose en nuestro ser. Por este motivo, el apóstol Pablo pudo decir: “Porque para mí el vivir es Cristo” (Fil. 1:21). Pablo no dijo: “Porque para mí el vivir es Saulo de Tarso, un judío instruido”, sino que dijo: “Porque para mí el vivir es Cristo”, porque el propio Dios que está en Cristo había entrado en Pablo y se había forjado en su ser. Pablo no se expresaba a sí mismo, sino que expresaba a Cristo, quien se había forjado en él. Éste es el propósito de Dios, y es la razón por la cual Él nos creó con un espíritu y un alma.

Conforme a la Biblia, nuestra alma es nuestro ser, nuestro carácter, nuestra persona. Como personas que somos, Dios no tiene la intención de que nos expresemos a nosotros mismos; más bien, Su intención es que nosotros lo expresemos a Él. En nuestra vida cotidiana y en nuestro comportamiento no debemos expresarnos a nosotros mismos, sino a Dios. Pero a fin de expresar a Dios, primero tenemos que ejercitar nuestro espíritu y recibirlo en nuestro ser. Luego, en nuestro ser, en nuestra persona y en nuestro carácter, debemos llevar la clase de vida que lo expresa a Él. Entonces las personas dirán: “Esta persona no expresa el estilo de vida americano; expresa a Dios”. Para recibir a Dios, necesitamos un espíritu; y para vivirlo a Él y expresarlo, necesitamos una personalidad, que es nuestra alma.

Algunos tal vez piensen que sólo aquellos que son fuertes pueden expresar a Dios, pero que los que no lo son, no pueden expresarlo. Otros podrían pensar que los inteligentes pueden expresar a Dios, pero los que no son muy brillantes no. Sin embargo, los que no son muy brillantes pueden expresar a Dios aún más que los sabios. He conocido a muchos creyentes muy inteligentes que en lugar de expresar a Dios, expresaban su inteligencia. Pero también he conocido a algunas personas del campo con muy poca educación que verdaderamente expresaban a Dios porque vivían a Dios y lo expresaban por medio de su personalidad.

Hemos visto que tenemos un espíritu para recibir a Dios y un alma para vivir a Dios. Quizás usted se pregunte cuál es la función que cumple nuestro cuerpo. Sin nuestro cuerpo seríamos un fantasma. Como seres humanos que somos, necesitamos un cuerpo físico, un cuerpo tangible. Al tener un cuerpo somos normales. Por lo tanto, Dios nos creó con un espíritu para que le recibiéramos, con un alma para que le expresáramos y con un cuerpo que pudiera contener nuestra persona de una manera normal. Con este propósito, Dios tenía que crearnos con estas tres partes.

EL PRIMER PECADO DEL HOMBRE

En Génesis 1 vemos la creación de Dios, en Génesis 2 vemos claramente que la intención que Dios tenía al crear al hombre era que éste le recibiera como el árbol de la vida. Sin embargo, en Génesis 3 el tentador vino para estimular el disfrute del alma, y tentó a Eva con el fruto que la haría como Dios. El propósito de esta tentación era despertar el alma. Cuando el alma actúa de manera egoísta, se convierte en el yo. Es absolutamente correcto tener un alma. Pero cuando el alma desea algo para sí misma, se vuelve egoísta. El alma fue creada por Dios para que ésta lo expresara a Él, no para que tuviera su propio disfrute o preferencias. El hermano Nee publicó un libro titulado: El primer pecado del hombre. El primer pecado que el hombre cometió no fue cometer adulterio, robar ni matar, sino que tomó algo para satisfacer sus propias preferencias. Haber tomado el fruto no tenía nada de malo; pero tomar el fruto para satisfacer las preferencias del alma fue una acción del yo. Por consiguiente, el primer pecado que el hombre cometió fue hacer algo para su beneficio personal, a fin de satisfacer el yo.

Les repito una vez más que el alma fue creada para expresar a Dios. Pero cuando el alma hace algo para satisfacerse a sí misma, se vuelve egoísta. Ésta es la razón por la cual debemos negarnos a nosotros mismos. Negarnos a nosotros mismos significa renunciar a los deseos, preferencias y gustos del alma. Siempre que el alma desee hacer algo para complacerse sí misma, debemos negarnos a nuestra alma. La causa de la caída del hombre fue el deseo del alma de tener algo para su propia satisfacción. Al tomar del fruto del árbol del conocimiento del bien y del mal, el hombre cayó y su alma fue arruinada. El alma que Dios creó con el propósito de que ésta lo expresara a Él, fue arruinada por el deseo del yo. Debido a esto, el espíritu fue contaminado, amortecido y perdió su función. Además, el cuerpo entró en la muerte. Éste es un cuadro completo del hombre caído: el alma fue arruinada, el espíritu amortecido y el cuerpo quedó sujeto a la muerte.


Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.

Back to Top