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Visión celestial, Lapor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-0927-1
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CAPITULO CUATRO

LA VISION DEL YO

Lectura bíblica: Mt. 16:21-26; Lc. 9:23-25; Gn. 3:1-6

Si deseamos obtener la visión del yo, necesitamos prestar especial atención a los siguientes pasajes: Mateo 16:21-26, Lucas 9:23-25 y Génesis 3:1-6.

SATANAS, LA MENTE, EL YO Y LA VIDA NATURAL

Mateo 16:21 nos dice: “Comenzó Jesús a manifestarles a Sus discípulos que le era necesario ir a Jerusalén y padecer muchas cosas de los ancianos, de los principales sacerdotes y de los escribas; y ser muerto, y resucitar al tercer día”. Cuando Pedro oyó esto, “tomándolo aparte, comenzó a reprenderle, diciendo: ¡Dios tenga compasión de Ti, Señor! ¡De ningún modo te suceda eso!” (v. 22). Jesús se volvió y le dijo a Pedro: “¡Quítate de delante de Mí, Satanás!; me eres tropiezo, porque no pones la mente en las cosas de Dios, sino en las de los hombres” (v. 23). Entonces Jesús les dijo a Sus discípulos: “Si alguno quiere venir en pos de Mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame. Porque el que quiera salvar la vida de su alma, la perderá; y el que la pierda por causa de Mí, la hallará. Porque ¿qué aprovechará al hombre, si gana todo el mundo, y pierde la vida de su alma? ¿O qué dará el hombre a cambio de la vida de su alma?” (vs. 24-26). La palabra griega que aquí se traduce “vida del alma” es psujé, la misma palabra que se traduce “alma”. Siempre que el Nuevo Testamento habla de la vida divina, la vida eterna o la vida de Dios, usa el término griego zoé; pero cuando habla de la vida anímica o la vida del alma, usa la palabra psujé.

En estos versículos hay cuatro cosas íntimamente relacionadas: Satanás, la mente, el yo y la vida natural. En la primera parte del versículo 23 Jesús le dijo a Pedro: “¡Quítate de delante de Mí, Satanás!” y luego siguió hablando acerca de la mente: “...no pones la mente en las cosas de Dios, sino en las de los hombres” (v. 23b). Después de esto se hace referencia al yo con la frase “niegúese a sí mismo” en el versículo 24, y finalmente la vida natural en los versículos 25 y 26, la cual es llamada “vida del alma”. La vida anímica o natural es nuestro yo, el cual se localiza en la mente; y ésta se halla ocupada por Satanás.

EL YO: LA CORPORIFICACION DE SATANAS

Al considerar estos elementos, vemos lo que es el yo. El yo es la corporificación de Satanás. Del mismo modo que Cristo es la corporificación de Dios, el yo es la corporificación misma de Satanás. Esto se ve en el hecho de que el Señor Jesús le dijo a Pedro: “¡Quítate de delante de Mí, Satanás!”. El Señor llamó a Pedro Satanás, porque en él estaba corporificado Satanás mismo. ¿Dónde se encontraba Satanás? Se había corporificado en el alma de Pedro y había ocupado su mente. La mente es la parte principal del alma, la facultad representativa del alma. Controlar la mente de una persona es dominar enteramente a esa persona.

Debemos tener muy presentes estas cuatro entidades: Satanás, la mente, el yo y la vida natural. El alma es la vida natural; la vida natural es el yo; y el yo se halla en la mente, la cual está ocupada por Satanás. Así que, el yo es la corporificación de Satanás.

Con relación a esto, sería oportuno comparar Lucas 9:25 y Mateo 16:26. En Lucas 9:25 el Señor Jesús dijo: “Qué aprovecha al hombre, si gana todo el mundo, y se pierde o se malogra él mismo? Ya vimos que en Mateo 16:26 el Señor Jesús habló de la “vida del alma”. Entonces se ve que en Lucas 9:25 la expresión “vida del alma” es reemplazada por la frase “él mismo”. Esto indica que nuestra vida del alma es nuestro yo. Estos dos son sinónimos. El yo es la vida del alma, y la vida del alma es el yo.

EL ORIGEN DEL YO

¿Cuál es el origen del yo? Si Dios no creó el yo, entonces ¿de dónde provino? Para contestar esta pregunta, sería útil examinar la diferencia que existe entre el cuerpo y la carne.

Dios creó para el hombre un cuerpo que era bueno, puro y sin pecado. La carne es este cuerpo, pero en condiciones de corrupción y ruina. Satanás inyectó el pecado en el cuerpo humano creado por Dios, y de esta forma el cuerpo fue corrompido y arruinado, convirtiéndose así en carne. Por consiguiente, la carne es el cuerpo corrompido por el pecado. También podemos decir que la carne es el cuerpo junto con el pecado.

El pecado, el cual está en el cuerpo del hombre, es la naturaleza misma de Satanás. En Romanos 6 y 7 el pecado aparece personificado, puesto que se dice que mora en nosotros (7:17, 20), trabaja en nosotros (v. 8), nos engaña (v. 11), nos mata (v. 11) y reina en nosotros (6:12, 14). El pecado, el cual como una persona viva, puede forzarnos a hacer cosas en contra de nuestra voluntad, es la naturaleza de Satanás. Aun podríamos decir que el pecado es el propio Satanás. Debido a que el pecado fue inyectado en nuestro cuerpo y se encuentra ahora en nuestros miembros, nuestro cuerpo se corrompió y se convirtió en la carne.

Sucede algo muy similar con el yo. El cuerpo vino a ser la carne debido a que algo de Satanás, el pecado, fue inyectado en él. ¿Pero cómo se convirtió el alma en el yo? Esto sucedió cuando el elemento satánico le fue añadido. Lo que fue agregado al alma fue la mente de Satanás. Por consiguiente, el yo es el alma junto con la mente de Satanás, su mentalidad satánica. Cuando la mente de Satanás fue inyectada en el alma humana, ésta se corrompió y vino a ser el yo.

El cuerpo se convirtió en la carne, y el alma en el yo. ¿Cuál de éstos cambios tuvo lugar primero? La respuesta a ésta pregunta se encuentra en Génesis 3:1-6. Aquí vemos que antes de que Eva ingiriera —en su cuerpo— el fruto del árbol del conocimiento del bien y del mal, el pensamiento de Satanás fue inyectado en su alma. Satanás vino a Eva con la intención de sembrar su pensamiento en la mente de ella, y lo hizo cuando le dijo: “¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto?” (v. 1). Esto estimuló la mente de Eva, quien respondió a Satanás (vs. 2-3), y al hacerlo, su mente fue “atrapada” por el “anzuelo” del pensamiento de Satanás.

Día tras día Satanás trata de hacer lo mismo con nosotros, lanzando alguna carnada que a nuestra mente le parezca dulce y atractiva. Por ejemplo, en la mañana, cuando nos levantamos, puede ser que un pensamiento negativo contra la iglesia en Los Angeles cruce repentinamente por nuestra mente. Tal pensamiento es el anzuelo de Satanás, y cuanto más le prestemos atención, más seremos atrapados por Satanás. A la postre, abandonaremos la vida de iglesia.

Satanás no fue a Eva para pelear con ella ni para hablar en su contra. Al contrario, se le acercó amablemente para “ayudarla”. En respuesta a la pregunta de Satanás, ella dijo: “Del fruto de los árboles del huerto podemos comer; pero del fruto del árbol que está en medio del huerto dijo Dios: No comeréis de él, ni le tocaréis, para que no muráis” (vs. 2-3). A estas alturas, Eva ya había sido capturada por Satanás, quien, tomando las propias palabras de Eva, le dijo: “No moriréis; sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal” (vs. 4-5). Satanás parecía estar diciendo a la mujer: “Yo estoy aquí como vuestro amigo para deciros un secreto. Dios os está engañando, pues si coméis del fruto de este árbol, seréis como dioses”.

Por medio de esta intromisión satánica, la mente de Eva fue atacada; luego, su mente fue envenenada por el pensamiento de Satanás inyectado en ella. Después de esto, sus emociones fueron incitadas cuando “vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría” (v. 6a). Luego, ella ejercitó su voluntad para tomar una decisión y comer del fruto del árbol de la ciencia del bien y del mal. “...y tomó de su fruto, y comió...” (v. 6b). Para entonces, todas las partes del alma —la mente, la parte emotiva y la voluntad— habían sido envenenadas.


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