Manera ordenada por Dios de practicar la economía neotestamentaria, Lapor Witness Lee
ISBN: 978-0-87083-329-8
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
ISBN: 978-0-87083-329-8
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
Font Size
El contenido de nuestra comunión en este libro será el estudio de la nueva manera de llevar a cabo el nuevo mover del Señor. Nuestro deseo es ver y comenzar con la manera ordenada por Dios de practicar la economía neotestamentaria. Con relación a esta práctica, hay dos cosas cruciales. La primera es que salgamos a visitar a la gente en sus casas. No salimos meramente a tocar sus puertas, sino que salimos a visitar a la gente de la misma manera que lo hizo el Señor Jesús. El Señor vino de muy lejos en los cielos a esta tierra para visitar a la gente, por eso El también nos da la orden o el mandamiento de ir a visitar a la gente (Mt. 28:19; Lc. 10:3). Puesto que salimos a visitar a la gente en sus casas, necesitamos tocar sus puertas. La segunda cosa que necesitamos hacer en cuanto a la nueva manera es establecer reuniones en las casas con los que acabamos de bautizar. Dos palabras son muy cruciales en la nueva manera de llevar a cabo el nuevo mover del Señor: “id” y “casa”. Salimos a visitar a la gente en sus casas, y establecemos reuniones en casa con ellos. Necesitamos ir a las casas de la gente y llevar las reuniones a ellos.
Todos nosotros necesitamos soñar con la nueva manera de llevar a cabo el nuevo mover del Señor, a fin de que la economía neotestamentaria de Dios pueda ser llevada a cabo y practicada. Necesitamos aprender a soñar para el Señor Jesús. La nueva manera del Señor es un sueño en el cual todos necesitamos entrar. Yo he estado soñando este sueño, y mi carga es introducir a ustedes en este sueño. Todos nosotros debemos tener la responsabilidad y la carga de llevar este sueño a toda la tierra. Si por la misericordia del Señor somos fieles con practicar la economía neotestamentaria de acuerdo con la manera ordenada por Dios, veremos la realización de este sueño.
Para poder practicar la economía neotestamentaria, necesitamos ver la economía divina. Esta economía es claramente revelada en la santa Palabra (1 Ti. 1:4; Ef. 1:10; 3:9; Col. 1:25; 1 Co. 9:17). El centro de todo el Nuevo Testamento es la economía divina de Dios. La economía de Dios es el plan de Dios, o sea, Su arreglo divino para impartirse a Sí mismo en Su pueblo escogido. El salir nosotros a visitar a la gente al tocar sus puertas es para esta economía y debe ser eslabonado a la economía divina. Desde que el Señor me trajo a los Estados Unidos a principios de los sesenta, cada mensaje que he dado ha tocado este punto de la economía de Dios. Fui enviado a los Estados Unidos por ser eslabonado a esta economía, y no he hecho nada que fuera independiente de esta economía.
Cuando salimos, tenemos que mantener el concepto y el profundo sentir de que estamos saliendo a visitar a la gente para la economía de Dios. Sin tocar las puertas de la gente, nos sería difícil buscar a los hijos de paz para la economía eterna de Dios (Lc. 10:3-6). La economía eterna de Dios afecta e incluye a millones de hijos de paz. Estos hijos de paz necesitan que nosotros vayamos a visitarlos en sus casas. Nosotros salimos a tocar las puertas de la gente al ser eslabonados a la economía divina, a la eternidad y a los lugares celestiales. Necesitamos una visión clara y una impresión profunda en cuanto a la economía de Dios, la cual comprende el completar a Cristo y la propagación del Cristo pneumático para la producción de la iglesia (Ef. 3:6-11).
Necesitamos pedirle al Señor que nos conceda una visión de Cristo siendo completado. Puede que algunos pregunten: “¿Necesita ser completado Cristo? ¿No es perfecto?” Cuando contestamos una pregunta así, tenemos que distinguir entre lo que significa ser completado, y lo que significa ser perfeccionado. Todos nosotros, los seres humanos, necesitamos ser perfeccionados, pero el Cristo de Dios es perfecto eternamente. El no necesita perfeccionamiento alguno. Sin embargo tal Cristo, eternamente perfecto, necesita ser completado. Para ayudarnos a entender esto, preguntaría yo: “Antes de que Cristo fuese encarnado, ¿tenía la naturaleza humana?” Con respecto a este asunto de tener la naturaleza humana, El necesitaba ser completado. Antes de que Cristo fuese encarnado, era perfecto eternamente, pero no era completo porque todavía carecía de la naturaleza humana. Cristo pasó a través del proceso de la encarnación a fin de poseer la naturaleza humana (Jn. 1:14).
Los cuatro Evangelios tienen muchas historias acerca de Jesús; y cuando yo era joven, mi madre me contaba estas historias. Pero muy pocos lectores del Nuevo Testamento se dan cuenta de que los cuatro Evangelios no meramente se componen de historias acerca de Jesús, sino que son libros que nos muestran cómo fue completado Cristo. Los Evangelios nos muestran una Persona particular viviendo en esta tierra y pasando a través del vivir humano. Para que Jesús fuera el Ungido de Dios, el Cristo, necesitaba tener un vivir humano (Fil. 2:7-8). Si nunca hubiera pasado a través del vivir humano, ¿cómo podría ser nuestro Pastor, nuestro Sumo Sacerdote o Aquel que nos ayuda, nuestro Consolador? Debido a que Cristo necesitaba ser completado en este asunto, se hizo hombre y pasó a través del vivir humano. Lucas 2:40 y 52 nos dicen cómo el niño Jesús crecía y avanzaba en sabiduría y en estatura. Su sabiduría divina correspondía a Su crecimiento en estatura física. El fue un muchacho humano que crecía entre los seres humanos. El experimentó este crecimiento por treinta y tres años y medio. Fue necesario que El pasara a través de este proceso del vivir humano para que pudiese ser el Cristo de Dios para llevar a cabo la eterna comisión de Dios de realizar la economía divina de Dios.
Después de pasar a través del proceso del vivir humano, Cristo experimentó el proceso de crucifixión (Hch. 2:23). Para ser el Ungido de Dios a fin de llevar a cabo la eterna comisión de Dios, El necesitaba tal muerte. Su muerte anuló todas las cosas negativas, y resolvió todos los problemas en el universo. Después de Su muerte, entró en la resurrección (Hch. 2:24). Cristo no era solamente la vida sino también la resurrección (Jn. 11:25). Sin embargo, no fue hasta el día de Su resurrección que El pasó a través de la resurrección y entró en la resurrección en Su experiencia física. El era Jesús en la forma de la carne física por treinta y tres años y medio, pero necesitaba estar en la forma del Espíritu. El no solamente necesitaba ser el Cristo físico, sino también el Cristo pneumático. Pasó a través de la resurrección, y salió de esa resurrección para estar en otra forma, en la forma del Espíritu vivificante (1 Co. 15:45). Que El pudiera ser tal Cristo con un cuerpo de carne, mas resucitado en la vida divina, es un misterio maravilloso (Jn. 20:19-20). Damos gracias al Señor que en este universo hay tal resurrección.
Para realizar el propósito eterno de Dios, Cristo necesitaba ser divinamente equipado de estas cuatro cosas: la encarnación, el vivir humano, la crucifixión todo-inclusiva, y la resurrección maravillosa. Ahora tenemos un Cristo con este equipo grande y divino. En Su resurrección, El se hizo un Espíritu vivificante. Tenemos que ver los cuatro Evangelios a la luz del completar a Cristo. Los cuatro Evangelios no meramente nos cuentan historias de Jesús obrando cosas milagrosas. Tenemos que ver que los milagros más grandes son la encarnación, el vivir humano, la muerte y la resurrección del maravilloso Jesús. Hoy Jesús no es lo mismo que era antes de Su encarnación. Mediante Su encarnación, El participó de sangre y carne (He. 2:14) para hacerse hombre. Mediante Su crucifixión y en Su resurrección El fue transfigurado de la carne para ser un Espíritu vivificante.
En la tarde del día de resurrección, el Señor vino en un cuerpo resucitado (Lc. 24:37-40; 1 Co. 15:44) al cuarto donde estaban los discípulos con las puertas cerradas. Podríamos decir que El pudo hacer esto porque era Espíritu, sin embargo, mostró a Sus discípulos Sus manos y Su costado (Jn. 20:20). Después de ocho días, el Señor apareció a Sus discípulos otra vez en el cuarto donde estaban cerradas las puertas. El pidió a Tomás que tocara Sus manos y Su costado para que creyera (20:27). Nuestra mentalidad limitada no puede comprender esto, pero es un hecho. Si alguien pregunta si Jesús era una persona física cuando apareció a Sus discípulos en resurrección, la mejor respuesta es: “Yo no sé”. Este Jesús es una persona que jamás podemos conocer con nuestra mentalidad limitada. Es difícil determinar si Cristo en Su cuerpo resucitado es físico o espiritual, pero sí sabemos que en el universo hay una cosa tan maravillosa como la resurrección de Jesús.
Ahora Cristo está plenamente equipado de la encarnación, el vivir humano, la crucifixión y la resurrección. En la resurrección El se hizo un Espíritu vivificante, el Espíritu esencial de vida (1 Co. 15:45; Jn. 20:22). Cuando Cristo se hizo tal Espíritu a través de Su muerte y resurrección, El abrió un camino nuevo y vivo para que impartiera Su vida a nosotros y para que nosotros le recibiéramos a El como esta misma vida. Sin tal camino nuevo y vivo abierto por Su muerte y resurrección, no hubiera habido manera de que Dios impartiera Su vida divina a ningún pecador, ni tampoco que ningún pecador recibiera a Dios como Su vida. Este camino nuevo y vivo es el camino que la muerte y resurrección de Jesús abrió. Ahora El es el Espíritu vivificante, el mismo Cristo pneumático, el Espíritu esencial de la vida.
El próximo paso en el completar a Cristo fue Su ascensión (Hch. 2:33-36). El no sólo entró en resurrección sino que también entró en ascensión. Tenemos un Cristo en ascensión, y estamos en un Cristo que está en ascensión. El está en ascensión, y debido a que estamos en El, nosotros también estamos en ascensión (Ef. 2:6). Cada vez que hablo me doy cuenta de que estoy hablando desde la ascensión y en la ascensión. En resurrección Cristo se hizo un Espíritu vivificante, el Espíritu esencial de vida, y en ascensión El se hizo un Cristo poderoso, el Espíritu económico de poder (Hch. 2:1-4, 33b). En resurrección El es el Espíritu vivificante en la esencia del Ser divino. Pero si nunca hubiera entrado en ascensión, no hubiera recibido la autoridad. Como hombre, El nunca hubiera sido entronado (He. 12:2b) y coronado de gloria y honor (He. 2:9). Hoy día Cristo es el que está en ascensión y que ha sido glorificado, entronado, y a El se le ha encomendado toda la autoridad en el cielo y en la tierra (Mt. 28:18).
Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.