Pensamiento central de Dios, Elpor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-7041-7
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
ISBN: 978-0-7363-7041-7
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
Font Size
En los capítulos anteriores pudimos ver que la vida del hombre, la vida más elevada entre los seres creados, es una vida que posee la imagen de Dios y la autoridad de Dios; por tanto, dicha vida puede traerle reposo a Dios. Esto se debe a que esta vida puede sojuzgar la tierra y todas las cosas que están en ella. Sojuzgar todas las cosas es ponerlas bajo el control de Dios, en sujeción a Dios. Esto significa que antes que fuesen sojuzgadas, debía de haber existido algo en el universo y en esta tierra que se oponía a Dios y tenía que ser sojuzgado.
Génesis 1:28 nos dice que Dios le mandó al hombre que sojuzgara la tierra, no las aguas ni el aire. Esto se debe a que sobre la tierra estaba la serpiente, la principal de las criaturas que se arrastran. En Génesis 3 la serpiente arruinó al hombre que Dios había creado. La intención de Dios es obtener un hombre hecho a Su imagen y a quien Él le ha confiado Su autoridad para que le represente en la tierra y sojuzgue la tierra así como todos los enemigos, los seres vivientes que se arrastran. Esto hará que la tierra y todas las cosas que están en la tierra sean sujetadas a Dios de modo que le traigo reposo a Dios. El reposo implica satisfacción. Es cuando Dios puede reposar y estar satisfecho con que Su obra esté completa. Éste es el pensamiento central de Dios. Lo que Dios busca hoy es una vida que le pueda traer reposo.
¿Está usted satisfecho con su vida cristiana y con su vida de iglesia? Si no lo está, ¿cómo puede Dios estar satisfecho? Es únicamente cuando usted lleva una vida que tiene la imagen de Dios para expresarle y la autoridad de Dios para representarle y subyugar a los enemigos de Dios, que usted puede hallar reposo y que Dios puede reposar con usted. Entonces usted estará satisfecho, y Dios también estará satisfecho. Éste es el pensamiento central que ocupa la mente divina. No es su obra ni todas las cosas que usted hace. Me temo que cuanto más usted labore, más perderá su reposo y satisfacción. Cuanto más usted trate de hacer el bien o algo para Dios, más insatisfecho estará. Estamos siendo llamados a conocer por experiencia el pensamiento central de Dios. Si renunciamos a nosotros mismos para disfrutar a Cristo como el todo para nosotros, tendremos la vida apropiada de iglesia. Entonces obtendremos reposo y estaremos satisfechos. Cuando nosotros estamos satisfechos, Dios también lo está.
Después que el hombre fue creado, por un lado, Dios descansó; pero por otro, la obra de Dios no terminó porque el hombre aún no tenía la vida divina. Hasta ese punto, el hombre tenía la forma y el aspecto de Dios, mas no la vida y la naturaleza, la sustancia, de Dios. En Génesis 1 tenemos las vidas creadas en diferentes grados; pero en Génesis 2 tenemos la vida única, la vida más elevada de todas, la cual es la vida divina, la vida increada, representada por el árbol de la vida. Adán fue hecho como la vida más elevada entre las vidas creadas, pero él no poseía la vida divina en el momento en que fue creado. La intención de Dios era que Adán tomara a Dios como su vida. Sin que la vida divina sea aceptada, recibida, conocida y experimentada por el hombre, él jamás podrá llegar a ser la expresión de Dios ni Su representante.
El hombre fue hecho como vaso para contener a Dios como su vida. La vida humana es el vaso; pero la vida divina, la cual es Dios mismo, es la verdadera vida, la vida que es capaz de expresar a Dios y representarlo para ejercer la autoridad a fin de sojuzgar a todos los enemigos de Dios. Después del primer capítulo de Génesis hasta el final de todas las Escrituras, lo primordial es que el hombre creado por Dios reciba a Dios como su vida divina. Por lo tanto, inmediatamente después que el hombre fue creado, Dios lo puso frente al árbol de la vida con la intención de que recibiera dicho árbol como su alimento, como su suministro de vida. El árbol de la vida simboliza a Dios como nuestra vida y nuestro suministro de vida.
El Señor nos dijo repetidas veces en el Evangelio de Juan que tenemos que creer en Él y recibirle a fin de tener la vida eterna, la vida que es Dios mismo (1:4, 12-13; 3:15-16, 36; 11:25; 14:6). Las palabras del Señor aquí están relacionadas con Génesis 2 y con Apocalipsis 21 y 22. Después que el hombre fue creado, lo primero, lo más crucial, a lo cual él debía prestar atención era recibir a Dios como su vida.
En segundo lugar, día a día necesitamos ser transformados en la imagen de Dios y en la vida de Dios, por medio de ella y con ella a fin de ser la expresión de Dios. Dios no tiene la intención de pedirnos que hagamos algo para Él. Debemos desechar ese concepto. La intención de Dios es que seamos vasos que lo contienen. No debemos ser cristianos que hacen cosas o que laboran, sino cristianos que reciben, cristianos que comen y cristianos que beben. Tenemos que recibir a Dios, alimentarnos de Dios en Cristo y beber de Cristo el Espíritu. Tenemos que ser llenos de Dios. Dios puede hacerlo todo, pero Él no puede ser un vaso para Sí mismo. Él nos necesita a nosotros para que seamos Sus vasos. Como tales vasos, nosotros necesitamos recibir, disfrutar, comer y beber a Dios en Cristo y por el Espíritu.
Después que Dios creó al hombre, no le dijo que se comportara debidamente. Dios no le dijo al hombre que hiciera nada, sino únicamente que cuidara de lo que comía. Tenemos que prestar mucha atención a lo que comemos. Si comemos apropiadamente, participaremos en la intención de Dios. Pero si comemos de manera equivocada, seremos usurpados por el enemigo de Dios. Después que Adán fue creado, Dios no le dijo: “Adán, tienes que ser paciente y humilde, amar a otros y asegurarte de amar a tu esposa”. Tampoco le dijo a Eva: “Eva, tienes que entender que como esposa, tienes que someterte a tu esposo”. Dios no les dio ningún mandamiento relacionado con su comportamiento externo, sino que simplemente les dijo que tuvieran cuidado de lo que comían.
Tenemos que recibir, comer, el árbol de la vida, lo cual equivale a recibir a Cristo como nuestra vida y suministro de vida. En el Evangelio de Juan, el Señor nos dijo que creyéramos en Él (3:15-16; 14:12), lo amáramos (vs. 15, 21, 23), permaneciéramos en Él (15:4-7), lo comiéramos (6:51, 57) y lo bebiéramos (4:14; 7:37). Mientras experimentemos y disfrutemos a Cristo al alimentarnos de Él, al recibirle y al beberle, satisfaremos a Dios y le proporcionaremos descanso. Cuando nosotros estamos satisfechos, Dios también está satisfecho; y cuando descansamos, Dios también halla descanso.
En el primer capítulo de Génesis, se hallan las vidas creadas en sus diferentes grados; pero en el segundo capítulo vemos que la vida divina es la vida única, la cual es Dios mismo, a quien el hombre creado ha de recibir, conocer y experimentar. Este capítulo nos dice que el hombre era un vaso hecho de barro, de polvo. En 2 Corintios 4:7 leemos: “Tenemos este tesoro en vasos de barro”. Dios mismo es el tesoro, y nosotros somos vasos de barro. Romanos 9 también dice que somos vasos creados para contener a Dios (vs. 21, 23).
Somos vasos vivos, almas vivientes y, como tales, tenemos un espíritu, que es el órgano con el cual recibimos a Cristo. Nuestro cuerpo es un vaso que tiene un estómago, el órgano con el cual contenemos, recibimos y digerimos el alimento. De la misma manera, nosotros fuimos hechos como un vaso para contener a Dios, con un órgano capaz de recibir a Dios. Este órgano es nuestro espíritu. El hombre fue hecho del polvo con un cuerpo que sirve como el vaso exterior, con un alma viviente que sirve como la personalidad y con un espíritu que sirve como el órgano con el cual podía recibir a Dios. Dios trajo a este hombre a la “mesa divina” con la intención de que él comiera del árbol de la vida y recibiera así la vida divina como su vida y suministro de vida. Éste es el pensamiento central de Dios. Nuestra hambre espiritual es señal de que necesitamos más de Dios, de que necesitamos recibir a Dios una vez más como nuestro suministro de vida. Tenemos que ejercitar nuestro espíritu para contactar a Dios en Cristo por medio del Espíritu. Tenemos que comer del fruto del árbol de la vida no sólo una vez, sino continuamente.
Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.