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Cristo como la realidadpor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-3063-3
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Actualmente disponible en: Capítulo 9 de 21 Sección 1 de 3

CAPÍTULO NUEVE

LA OFRENDA DE HARINA ES NECESARIA
PARA QUE LAS TABLAS ESTÉN DERECHAS

Lectura bíblica: Éx. 25:8, 9, 10a, 11; 26:15, 29; Jn 1:14a; Ap. 21:2, 3; 1 Ti. 3:15, 16; 1 P. 2:4, 5; Ef. 2:15; 4:24

Después de orar-leer los versículos mencionados arriba, podemos darnos cuenta hasta qué grado la iglesia está constituida con el elemento humano. La iglesia necesita de la humanidad apropiada. Muchos cristianos cuando hablan de la iglesia solamente se refieren a la espiritualidad. Pero estos versículos nos muestran cuán necesaria es la humanidad apropiada en la vida de iglesia.

EL ARCA DE MADERA DE ACACIA

Por los tipos de las Escrituras podemos ver que se necesita de una humanidad apropiada para la vida de iglesia. Ya hemos visto lo que significa el Arca y el tabernáculo: el Arca es Cristo, y el tabernáculo es el agrandamiento del Arca. Por lo tanto, el tabernáculo significa el agrandamiento de Cristo, Su Cuerpo, el cual es la iglesia como Su plenitud. Cuando Cristo, quien es el Arca, es aumentado y agrandado, entonces llega a existir el tabernáculo, esto es, la iglesia. Así como el tabernáculo es el agrandamiento del Arca, la iglesia es el agrandamiento de Cristo.

Esto se puede comprobar por el hecho de que el Arca estaba construida de madera de acacia revestida de oro por dentro y por fuera: “Harán también un arca de madera de acacia [...] La recubrirás de oro puro por dentro y por fuera, y pondrás encima y alrededor de ella una cornisa de oro” (Éx. 25:10a, 11). Encima del Arca, alrededor de los cuatro lados, el oro tenía la forma de una corona. Al usar la palabra corona o cornisa, se entiende que el oro se usaba principalmente como decoración. El Arca no era llamada el Arca de oro, sino el Arca de madera de acacia, debido a que la estructura principal y básica del Arca era la madera. La madera en la Biblia siempre representa a la humanidad, y la madera de acacia tipifica la humanidad de Jesús. El oro, que en tipología representa la naturaleza divina, recubría la madera, que representa la naturaleza humana. Así pues, como el Arca, Cristo representa la naturaleza humana recubierta con la naturaleza divina.

Al contemplar la vida de Jesús en los cuatro Evangelios, vemos a un hombre genuino. Él nació de una madre; Él era un hombre físico, real y sólido. Sin embargo, en los Evangelios alguien preguntó: “¿Quién es este hombre?”. Él era un hombre verdadero, pero tenía algo extraordinario, y esto ciertamente era el oro que lo recubría, es decir, Su divinidad. Él estaba revestido de la divinidad de Dios. Él era humano, poseía humanidad, pero esta humanidad estaba revestida de la divinidad. Un día en la cima de un monte Él se transfiguró, y entonces el resplandor del oro se manifestó. Eso fue el resplandor de Su divinidad; no obstante, aún poseía la humanidad. El hombre Jesús estaba allí con el brillo de la naturaleza de Su divinidad. Jesús era el Arca hecha de madera de acacia y recubierta de oro resplandeciente. El aspecto más interesante de este Jesús no es el oro, sino la madera; no es principalmente Su divinidad, sino Su humanidad. Éste es Jesús como el Arca.

LAS TABLAS DEL TABERNÁCULO

También debemos examinar el tabernáculo, el cual estaba compuesto principalmente de cuarenta y ocho tablas. Estas tablas estaban hechas del mismo material y de la misma manera que el Arca: “Harás además para el Tabernáculo tablas de madera de acacia, que estén derechas [...] Recubrirás de oro las tablas” (Éx. 26:15, 29a). El Arca estaba hecha de madera de acacia recubierta de oro, y las tablas del tabernáculo también estaban hechas del mismo material y de la misma manera; eran de madera de acacia recubiertas de oro.

Sin embargo, debemos notar que en Éxodo 26:15 Dios dice que las tablas del tabernáculo deben estar derechas. Sabemos que el oro es valioso, pesado y brilla; pero en cierto sentido el oro por sí solo no puede estar derecho. A fin de que las tablas del tabernáculo estén derechas, en el sentido de estar verticales, se necesita la madera de acacia. La madera de acacia sí puede permanecer derecha o erguida.

En cuanto al tabernáculo, una vez más vemos que la madera de acacia es la estructura principal. Esto quiere decir que el agrandamiento de Cristo, que es la iglesia, está compuesto principalmente de la humanidad de Jesús recubierta de la divinidad. Necesitamos la humanidad y también la divinidad; pero es la humanidad la que hace que la iglesia permanezca en pie. Al examinar la situación actual, vemos que en muchos lugares las llamadas iglesias cristianas no están derechas, sino que más bien se están cayendo, y algunas ya se han caído. Ellas pueden decir que son espirituales, pero son espiritualmente “caídas”, no derechas. Les hace falta la madera de acacia, la humanidad apropiada de Jesús. Tanto el Arca como el tabernáculo tienen madera de acacia como su sustancia principal. De la misma manera que Jesús se sostuvo por medio de la humanidad apropiada, así también sólo Su humanidad puede hacer que la iglesia permanezca derecha.

En Juan 1:14 la palabra que se tradujo “habitó” también puede ser traducida como “fijó tabernáculo”: “Y el Verbo se hizo carne, y fijó tabernáculo entre nosotros”. El Verbo que era Dios llegó a ser carne y fijó tabernáculo entre nosotros. No podemos separar el tabernáculo de la carne. Si Dios había de fijar tabernáculo entre nosotros, Él necesitaba la carne. Así que Él se hizo carne y luego fijó tabernáculo entre nosotros. Sin la carne, sería muy difícil para Dios fijar tabernáculo entre nosotros. Por lo tanto, en cierto sentido la carne es el tabernáculo y la carne es la humanidad. Claro, aquí la carne no quiere decir la carne maligna, sino la carne apropiada, pura y elevada del Señor. Dios necesitaba esta carne para fijar tabernáculo entre nosotros.

En Juan 1:14 vemos que Jesús es este tabernáculo. Si pasamos del libro de Juan al de Apocalipsis, vemos que Jesús mismo no es solamente el tabernáculo, sino que Él también es la iglesia, la Nueva Jerusalén. “Y vi la santa ciudad, la Nueva Jerusalén, descender del cielo, de Dios, dispuesta como una novia ataviada para su marido. Y oí una gran voz que salía del trono que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y Él fijará Su tabernáculo con ellos; y ellos serán Sus pueblos, y Dios mismo estará con ellos y será Su Dios” (Ap. 21:2-3). La Nueva Jerusalén está compuesta principalmente de piedras preciosas, las cuales fueron transformadas de entre la creación de Dios. Ciertamente esto representa la humanidad. El tabernáculo máximo y final, la Nueva Jerusalén, que es la consumación máxima y final de la iglesia, está edificada con la humanidad apropiada, o sea, con la humanidad de Jesús.


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