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Don sobresliente para edificar la iglesia, Elpor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-4216-2
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CAPÍTULO TRES

POR TODAS LAS COYUNTURAS
DEL RICO SUMINISTRO

Lectura bíblica: Ef. 4:11-16

Oración: Señor, cuánto te agradecemos por esta reunión y cuánto te agradecemos por Tu limpieza. Necesitamos que nos limpies con Tu preciosa sangre. Señor, ten misericordia de nosotros y revélate a nosotros. Ábrenos los cielos. Señor, danos un cielo despejado para que todos podamos ver algo en los cielos, algo de lo que está en Tu corazón y algo en Tu Espíritu. Señor, introdúcenos a todos en esta visión, y concédenos la rica unción. Danos las palabras, aquellas que necesitamos para este momento, las cuales puedan ministrarte a Ti y Tu ministerio a los santos. Señor, háblanos una palabra a cada uno de nosotros y revélanos a todos el misterio de Ti mismo, de Tu plan, de Tu economía y de Tu Cuerpo. Señor, sé uno con nosotros en nuestro hablar. Confiamos en Ti, y confiamos específicamente en Tu misericordia. Amén.

En los capítulos 1 y 2, vimos que el profetizar es el don sobresaliente para edificar la iglesia como el Cuerpo de Cristo. En este capítulo queremos ver que todo el Cuerpo de Cristo, por medio de todas las coyunturas del rico suministro, causa el crecimiento del Cuerpo para la edificación de sí mismo.

LA EDIFICACIÓN ORGÁNICA DEL CUERPO DE CRISTO

El Nuevo Testamento nos muestra un asunto muy particular: la edificación orgánica del Cuerpo de Cristo. El Señor no desea edificar una congregación ni una organización. Él desea edificar algo particular, algo que es totalmente orgánico. La creación de Dios está llena de cosas que son tipos, figuras y sombras de las cosas espirituales y celestiales, las cuales son difíciles de describir. Por ejemplo, nuestro cuerpo humano tipifica el Cuerpo de Cristo (Ro. 12:4-5). Un podio de madera es un conjunto de piezas de madera que han sido ensambladas conforme a un método organizacional, pero nuestro cuerpo físico es un organismo que es completamente orgánico. Si una mesa se quiebra, permanecerá dañada hasta que alguien la repare; pero si nuestro cuerpo sufre algún daño, se sanará a sí mismo de manera orgánica. Una mesa puede ser reparada, mas no sanada; en cambio, nuestro cuerpo se sana a sí mismo continuamente. Probablemente nos preocupamos a menudo por la condición de la iglesia. Sin embargo, las veces que he estado en mi mente, preocupado por la iglesia, el Señor siempre me ha reprendido. Me ha dicho que no tengo que preocuparme porque la iglesia es Su Cuerpo y, por ende, se sanará a sí misma. La iglesia es el propio Cuerpo de Cristo, el organismo del Dios Triuno. En el cristianismo actual como organización, no se ve el Cuerpo de Cristo. En lugar de ello, únicamente vemos muchas congregaciones, mas no un organismo. Debemos reconocer que incluso entre nosotros en el recobro del Señor, aún no vemos mucho del Cuerpo de Cristo como el organismo del Dios Triuno. Es por ello que siento una carga tan pesada. Hace unos treinta años, mi carga consistía principalmente en liberar la palabra acerca del Espíritu divino y el espíritu humano. Sin embargo, hoy en día mi carga es la edificación orgánica del Cuerpo de Cristo.

Efesios 4:11-16 es un pasaje de la Palabra que nos habla acerca de esta edificación orgánica. Los versículos 11 y 12 dicen que Cristo dio unos como apóstoles, a otros como profetas, a otros como evangelistas, y a otros como pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del Cuerpo de Cristo. La obra del ministerio es la obra de edificar el Cuerpo de Cristo. Los versículos 15 y 16 dicen: “Sino que asidos a la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la Cabeza, Cristo, de quien todo el Cuerpo, bien unido y entrelazado por todas las coyunturas del rico suministro y por la función de cada miembro en su medida, causa el crecimiento del Cuerpo para la edificación de sí mismo en amor”. Tanto en el versículo 12 como en el versículo 16, se menciona la edificación del Cuerpo de Cristo. El Cuerpo no solamente se edifica a medida que las personas dotadas perfeccionan a los santos y por medio de la función de los santos que han sido perfeccionados, sino también mediante el crecimiento del Cuerpo. El Cuerpo debe crecer. El crecimiento del Cuerpo tiene como resultado la edificación del Cuerpo. Todo el Cuerpo causa el crecimiento del Cuerpo. ¿Hemos visto el crecimiento del Cuerpo en nuestra localidad? A muchos de nosotros tal vez no nos importe esto. Es posible que no tengamos esto en cuenta en la manera en que nos reunimos, servimos y laboramos. Probablemente nos agrade más ver una reunión muy “espléndida” en tamaño, en apariencia, en orden, en los cánticos, en las alabanzas, en el compartir y en los testimonios; pero ¿nos importa que se produzca el verdadero crecimiento del Cuerpo?

Las denominaciones fundamentalistas procuran conseguir pastores competentes, que sean oradores elocuentes muy versados en la historia y otros asuntos. Tales oradores pueden dar mensajes estupendos que mantienen contentas a las personas. Como resultado, sus congregaciones crecen. Quizás crezcan de quinientas personas a mil, de mil a tres mil y de tres mil a diez mil. Sin embargo, si este buen orador repentinamente partiera con el Señor, el número de su congregación disminuiría cada vez más. Esto demostraría que lo que fue edificado fue una congregación, no el Cuerpo orgánico de Cristo. ¿Qué sucedería si todas las reuniones del cristianismo que se celebran los domingos en la mañana cesaran? Muchos empezarían a disfrutar de los entretenimientos mundanos para satisfacer sus deseos carnales. Esto demostraría que todas estas personas no fueron edificadas de forma orgánica. Sin embargo, creo que viene el día cuando el Señor obtendrá, no una congregación, sino algo completamente orgánico en esta tierra. Miles de santos en diversas ciudades estarán ocupados alabando, cantando, profetizando y predicando el evangelio. Debemos preguntarnos qué tan orgánicos somos hoy. Si cerráramos las puertas del salón de reuniones por seis meses, ¿cuál sería el resultado? Esto demuestra que aun entre nosotros se ha producido muy poco la edificación orgánica del Cuerpo de Cristo.

La manera tradicional de reunirnos y de servir, la cual no es bíblica y proviene del cristianismo, ha estado en la tierra por muchos años. Cuando las personas piensan en el cristianismo, se imaginan una iglesia con una congregación numerosa y un buen pastor que da mensajes. Ésta es la manera tradicional de adorar, servir, laborar y existir que impera en el cristianismo. En Roma durante el siglo II ó III, los cristianos no se reunían conforme a la manera de las congregaciones, sino secretamente bajo tierra en las catacumbas. Probablemente jamás se le haya rendido al Señor una adoración más sincera como la que le ofrecieron estos santos que se reunían en las catacumbas. Lo que quiero decir es esto: debemos escapar de nuestros conceptos tradicionales. No alcanzamos a darnos cuenta de cuán lejos hemos estado de la verdadera visión que se nos presenta en Efesios 4.


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